47.- El chicle (Adrián Pérez Avendaño)
De su boca ha comenzado a salir una pequeña pompa rosa que, sin embargo, a cada soplido, va haciéndose más grande y traslúcida. Sopla como quien respira y, aunque apenas puede verlo, la elástica esfera rosada va atrapando todo lo que tiene delante: su móvil casi sin batería, la bicicleta de su hermana, el cerezo en flor, la casa con corral de sus abuelos, la piscina del pueblo atestada de niños, la iglesia románica, kilómetros y kilómetros de vías de tren abandonadas… Y todo por puro aburrimiento, por no tirar el chicle, que, desde hace un rato, ya no sabe a nada.
Así era, he sido niña otra vez por unos instantes. Corto pero lleno de sensación. Un beso.
Hola, Maite. Qué bien que esta pequeña historia te haya trasladado a tu infancia, sólo por eso ha valido la pena escribirla. Gracias por tu tiempo.
El aburrimiento es muy malo, pero en este caso, y sin darse cuenta, le ha dado para jugar a explotar un buen rato la imaginación. Me he vito de pequeña, con mis historias ocupando el vacío de unos chicles que me costó un mundo aprender a inflar. jajajjaa ¡Suerte con él!
Saludos.
Nuria, sabes tan bien como yo que aburrirse de vez en cuando no es tan malo. Es algo que quería reivindicar con esta historia (no sé si lo he logrado) porque parece que cada vez nos cuesta más permitirnos el lujo de aburrirnos, y eso es algo que no creo que sea bueno que ocurra. Gracias por tus palabras.
Me ha gustado mucho ese globo que no logra teñir de rosa todo el hastío del protagonista. Suerte y un abrazo.
Belén, ahora que hablas de estío, me ha venido a la cabeza la maravillosa novela de Ray Bradbury: El vino del estío. El prota bien podría ser este niño o esta niña capaz de convertir un momento de aburrimiento en algo maravilloso; gracias por pasarte por aquí.
Hola, Adrián.
Me encanta tu relato con tintes de surrealismo, y no carente de matices del cine de terror, con ese globo de chicle que, a medida que va creciendo, todo lo hace suyo.
Muy bueno, te deseo suerte.
Hola, Ton. Muchas gracias por tus palabras y por saber ver más allá de lo que aparentemente ocurre. Un abrazo.
Muy bonito, recuerdos de infancia. Aunque pensaba que se le iba a venir el hermano gracioso de turno y explotarselo…jajaja
Mira, esa vía no la había explorado ;). Gracias por comentar.
Me ha divertido mucho tu relato, Adrián. Has sabido plasmar la sencillez de los momentos inolvidables.
Suerte y abrazo
Hola, Anna. Muchas gracias por tus amables palabras. Sencillez e inolvidable son dos palabras dignas de admirar en un microrrelato. Un abrazo para ti también.