49. Abuelofobia (towanda)
Afirma mi terapeuta que, en este instante, la mitad de abuelos del mundo duerme. Eso me tranquiliza aunque, segundos después, siento escalofríos pensando en los que siguen despiertos.
Mis pies han crecido mucho, casi quince años, pero mi mente permanece enfangada en mi niñez. En puertas cerradas. En manos dibujando mensajes en mi piel; en dedos lengua labios gateando sinuosos entre mis piernas, recorriendo como procesionarias mis intimidades de lactante. En el perverso juego de los secretos; en una puerta abierta por sorpresa. En el esbozo de sonrisa de mamá avisando para la cena; en su desgarrado grito; en su llanto loco que terminó empañándole el juicio… En papá. En su escopeta corriendo desdibujada. En aquel ensordecedor disparo.
Necesitaba regresar al lago. Al embarcadero. He conseguido acercar los pies al agua. Significa un gran avance. Si me esfuerzo, puedo recrear un mapa en blanco. Acelero sístoles. Sosiego diástoles. Pero, de inmediato, adquieren protagonismo estampas macabras que me torturan desde entonces: las manos, el humo oliendo a pólvora, aquella piedra enrojecida del parterre, la sucia soga que anudaron a su cuello, el abuelo arrojado hacia la más negra sepultura… Y papá saltando tras él. Masticando un infierno que no supo adivinar.
Towanda, madre mía… un relato brutal. Terribles imágenes para describir actos deleznables que nunca debieran ocurrir, pero, en demasiadas ocasiones, son los seres que deberían proteger los que abusan y destruyen vidas.
Un relato que da visibilidad a algo que ocurre tras la puerta…
Enhorabuena, nos dejas un relatazo. Muchísima suerte, aunque sé que no la necesitas…
Besos muy apretados.
Hola, Pilar.
Brutal, terrible, deleznable -coincido en todos y cada uno de esos adjetivos-. Abusos impunes. Destrucción de la niñez tras la puerta… Lamentable, doloroso y oculto. Oculto y ocultado. Este tema me pone la piel de gallina y el asco sube a mi boca.
Muchísimas gracias por comentar.
Un abrazo enorme.
Terribles vivencias, abusos en la impunidad de la intimidad familiar y toda una tragedia concatenada.
Grandísimo relato, Towanda. Suerte y besos.
Hola, Carmen.
Así es. Un delito en la intimidad del hogar con consecuencias terribles para todos los que, de un modo u otro, lo protagonizaron, presenciaron, sufrieron. Solo uno mereció ese final. Lástima que, a veces, la justicia no sea justa.
Un abrazo grandísimo y un cesto de abrazos.
Gracias, por acercarte.
Relatazo cinco estrellas de una reina de las letras.
Mucha suerte, Towi.
Besabrazos.
Hola, Rafa.
Muchísisisisimas gracias. Reina no, me hace mayor, pero aspirante a infanta lo acepto.
Un abrazo enorme en el deseo de acercarme pronto a tu levante.
Besabrazos teledirigidos.
El abuso a un menor es condenable, nauseabundo, pero si encima viene de tu abuelo… ¡en fin!
Enhorabuena, un excelente relato.
Un besote, Grande.
Hola, Rosy.
Uf, con el tema de los abusos me pongo que no controlo. Y si es dentro del seno familiar… me vuelvo atroz.
Gracias, bonita.
Un beso grandísimo.
¡Ooooooh!
Abuelofobia: dícese del relato espeluznante que se debe leer y releer despacio, respirando profundamente, apretando los dientes y los ojos para disimular rabia, dolor y asco.
Hola, Edita.
Sin duda, comparto cada palabra que dices. El asco y el dolor se me hacen lapa (ya sabes) en la garganta y me amargan la boca.
Gracias, preciosa, por ser tal cual eres.
Estos besos van en concha.
Hola, Towandqa. Aunque quizás no tenga demasiado que ver con la historia terrible que nos cuentas (y en la que todos, no solo el abusador y su víctima, quedarán marcados de alguna forma: el vengador, los familiares, la «opinión pública»…) hace unos días vi la peli El séptimo día, sobre la masacre de Puerto Hurraco, contada a través de la mirada de una chica de unos quince años. La venganza del padre de tu relato (para algunos irracional y para otros, seguramente muchos, comprensible) me ha hecho evocar otros casos que puede que parezcan de otro tiempo, por esa «atávica» forma de reaccionar algunos ante acciones injustas e inhumanas, y no digamos si estas se producen por quien debería defender y cuidar al agraviado. Para romper un poco la tensión, al leer en tu texto «sístole diástole», me ha venido a la memoria una canción de Vainica Doble (que siempre me han gustado mucho) en la que repetían esas palabrejas un montón de veces. Te las recomiendo. UN beso y suerte.
Hola, Jesús.
Tienes razón en que la venganza tiene su parte de irracional y, en casos similares a este, comprensible e, incluso, justificable. Ponerse en la piel del o de la que sufren es un ejercicio complicado que requiere de altas dosis de empatía.
No conozco la canción que dices… La buscaré.
Un abrazo grandísimo.
Qué terrible y bien llevado relato Towanda. Es excelente y te deseo toda la suerte, porque es muy bueno y sigo diciendo: «Terrible», duele hasta lo más profundo y me ha encantado. Felicidades.
Besicos muchos.
Hola, Nani.
Duele. Mucho.
Muchísimas gracias por dejar palabras tan bonitas.
Abrazos enorrrrrmes.
Un relato duro narrado con la maestría que te caracteriza.
En papel lucirá más todavía.
Besos.
Hola, Yolanda.
Qué grande eres.
Un abrazo inmenso y gracísimas.
Desde el título ya se abre una puerta a su lectura.
Escalofriante relato, en cuyas imágenes vas palpando el sufrimiento, el dolor enmudecido de la inocencia, el desgarro de un disparo, el mapa bañado por aguas de recuerdos no masticados…
A pesar de la dureza de la historia es siempre una gozada leerte Towi.
Deseando releerlo en el nuevo libro, lo merece.
Un beso enorme de cariño.
Hola, Belén.
Recorres el texto y te sumerges en las imágenes.
Con lectoras así da gusto.
Te deseo mucha suerte con tu micro y agradezco muchísimo tus buenos deseos.
Un abrazo enorme rumbo a Zaragoza.
Que relato tan bien contado.
Eres maravillosa.
Hola, María.
Gracias, reinamora!!
Un abrazo gigante.
Es terroríficamente macabro y bueno a la vez. Sientes tremenda rabia por estas situaciones.
No se podía recrear de mejor modo.
Felicidades, querida amiga. Un hurra por tu pluma.
Muchos besos.
Hola, María José.
Con el calor que ha venido de repente me refrescan tus palabras.
Gracias. Cientos. Miles… Millones.
Un abrazo inmenso.
Qué terrible maravilla nos has regalado, Towi. Un relato imprescindible, espero que quede para siempre en el libro. Besos y gracias por compartirlo.
Hola, Belén.
Muchísimas gracias por tus palabras.
Eres un sol, pero en mayúsculas.
Besos a 40 grados.
Towanda, eres toda una maestra en el arte de contar sin decir, además aquí nos vas dejando imágenes para que compongamos nosotros la terrible historia.
Contigo, en vez de fobia, tenemos una gran filia 😉
Un beso.
Carme.
Hola, Carme.
Comparto mi filia por tus micros.
Gracias, rebonita.
Un besazo inmenso.
Towanda, me fascina una vez más la forma en la que logras hilvanar a base de pinceladas, como flashes fotográficos, esta historia terrorífica y con un desenlace brutal. Muy bueno, como todo lo que te leo.
Besos y buen verano.
Hola, Asun.
Muchisísisimas gracias.
Te mando un beso gigante, recién sacado de la nevera, no vaya a ser que se derrita.
Pd:A ver el tuyo dónde está que no lo encuentro…
Hola, Towi!
Jo… qué relato tan duro, tan bien redactado para que no parezca tan crudo como realmente es la historia… ufff…
Pero me ha gustado, no me quedaré «enfangada» en el mal rollo, eh?
Mis enhorabuenas y mil y una suertes para ti, reguapa!
Un beso enormeeee desde esta mañana soleada que nos ha regalado el lunes!!!
Marta
Hola, Marta.
Sí que lo es, la verdad. Duro duro.
Muchísimas gracias por tu lectura generosa, resalá, que sepas que estoy muy contenta de volver a verte/leerte también por aquí.
Abrazos hasta el corazón del bosque donde tienen su casa los tres gorrinillos.
Tu relato me ha dejado descompuesta y sumamente intranquila. Lo cual es signo de que tu historia está contada con gran maestría. Un relato tremendamente duro el que nos cuentas. Formidable la manera en que lo has llevado. ¡Enhorabuena!