50. El casorio (Susana Revuelta)
Parecía que todo aquel revuelo no fuese con ella, y eso que era la novia. No paraba de repetírselo su madre, mientras le daba instrucciones precisas de cómo posar para la foto: que si ponte así que si ponte asá, que si no te apoyes en la chimenea, que si qué poca gracia has tenido siempre, hija.
Inés obedecía, pero con la mirada ausente. Del vestido se habían encargado las tías solteronas.
—Largo hasta los pies, abotonado por detrás y marrón, que seguro que se tira encima la copa de vino y así no se ven las manchas.
Sus dos abuelas, mano a mano, habían decidido el menú, no sin antes discutirlo mucho y cambiar varias veces de idea.
—Entremeses y jamón. Consomé, langostinos, lechazo y merluza rellena. De postre, tarta de hojaldre.
Entre los más de doscientos invitados no figuraba ningún amigo de Inés.
Estaba ya lista, frente a la cámara, cuando disparó el fotógrafo. ¡FUUM! Entonces se oyó una explosión y se formó una espesa humareda. Cuando se diluyó la nube se quedaron todos mudos al ver el vestido almidonado ahí, todo tieso junto a la chimenea. Pero sin ella dentro.
Del fotógrafo tampoco volvió a saberse nada.
(Fuera de concurso)
Me encanta el tono desenfadado. Y pinceladas muy significativas: el color del vestido, la ausencia de amigos… Del novio, ni mención. 😀
Bueno, habría metido un novio si hubiese tenido más de 200 palabras, jaja. Un beso, Edita.
Muchas bodas se han convertido en un montaje complicadísimo, en el que la familia tiene mucho que decir, tanto o más que los contrayentes. Tu novia protagonista se vio obligada a soportar mil imposiciones ajenas, posiblemente, hasta el mismo novio también lo era. Ese oportuno fogonazo fue un acto de libertad.
Un relato sobre la capacidad de elección, el derecho al propio criterio y a romper moldes cuando resultan demasiado pesados, con un toque final de magia.
Un abrazo, Susana
Jope con tus comentarios, Ángel: muy buen observador, lectura atenta, elegancia, y siempre aportando algo más. Qué lujo tenerte de lector y de amigo. Un beso.
Vaya Susana,qué cosas más chulas escribes siempre. Me ha encantado tu relato y, aunque esté fuera de concurso, merece estos comentarios y un aplauso.
Buena tarde. Abrazos Susana.
Mercedes, qué bien. Me voy contenta hoy a la cama, no sin antes contarte mi truco: disfrutar con lo que haces e intentar siempre ir un poco más allá.
Un abrazo.
¿Sabes aquello de no sé qué les habrá pasado que llevaban veinte años juntos ya hora se casan y no duran ni un año? Una boda, eso es lo que ha pasado, un bodorrio… jajajaja muy divertido.
DRAE. Sinónimos.
casorio
boda, desposorio, matrimonio, casamiento, esponsales, bodorrio.
Pero tú sabes, Beatriz, que hay que escoger el vocablo más certero en cada caso. Por definición o a veces solo por sonido, por ritmo con el relato. Y aquí, casorio elegí. Me sonaba mejor.
Un abrazo.
Ya la palabra «casorio», que tan desenfadada suena al principio, nos habla de un enlace que nada tiene que ver con la novia, ni con el novio, y mucho menos con el amor, sino con las maquinaciones y manejos que ocasionan los intereses creados por la familia (que está visto que de familia tiene bien poco…) y en ese tono desenfadado, y por qué no tragicómico, se cuenta cómo se pasó de ese marrón al blanco que termina salvando a la novia, en un final de realismo mágico digno de Cortázar y de García Márquez…
Te felicito, SUSANA; me encantó.
Cariños,
Mariángeles