508. ESPÍRITUS DEL BOSQUE, de Sirope
Llevo tantos años aquí que olvidé mis raíces. Puedo decir, a gritos y desde lo más alto, donde acaricio nubes, que soy feliz. Siempre hay algún imbécil que llega queriendo dejar huella, hiriendo a alguno de nosotros, en nombre del romanticismo o de la eternidad. Nos tatúan números, letras, símbolos de lo que creen amor. ¡Triste quien perpetua su amor a golpe de cuchillo! Afortunadamente, cada vez son menos, la Princesa Ecología les sonríe desde alguna conciencia.
Importan los que pasan por este Bosque y dejan que su esencia flote junto al aroma que Hada Flora usa para impregnar la Bruma y el olor a Tomillo y Eucalipto, ellos se quedan acompañando nuestra Eternidad: Abetos, Sauces, Olmos, Encinas, Brezos, Jaras Buganvillas, Duendes y Duendecillos, la Ninfa que juguetea con la Mariposa, ahuyentando la Niebla que se enreda entre Verdes Helechos y cubre alguna Hoja Caída, la Hoja de Luz, quizás una Hoja Seca que duerme en la Hojarasca recibiendo La Lágrima del Sauce y el Eco de la Cascada alegre, mientras la Bruja Umbría humedece el Sendero que serpentea hasta La Cabaña del Cazador Furtivo. Soy el árbol más viejo del Bosque. Quizás yo mismo soy el Bosque.
Precioso.