60. Humo
El día que alguien le ofreció el primer cigarrillo creó sus primeras figuras de humo en el aire. A su talento innato se unió el afán por perfeccionar una técnica que fue depurando hasta alcanzar unos resultados insospechados. Igual proyectaba un castillo de naipes con el tubo de escape del coche de su padre que una línea de infantería en lo alto de una hoguera durante la noche de San Juan. Llegó a alcanzar una popularidad a nivel planetario. Cuando le nombraron director de la central nuclear hubo un gran clamor popular. A casi nadie le importó que el mundo estuviera más cerca de convertirse en un puñado de cenizas.
El mundo se acabará, pero con una apoteosis nunca vista, y que nunca se volverá a ver. Un mundo que da más importancia a las formas que al contenido y consecuencias que encierra.
Un saludo y suerte, Adrián
Muchas gracias por tu comentario, siempre certero, Ángel. Un abrazo.