61. Navidad (fuera de concurso)
Atisba tras el visillo y observa, con regocijo, las maniobras desesperadas de los vecinos por hacerse con un hueco donde aparcar. Esos días la calle parece un gusano multicolor de vehículos amontonados. De ellos salen familias enteras que llenan de voces y risas la paz habitual.
Tanta alegría ajena envenena su alma, las luces de colores hieren sus retinas, las músicas perforan sus oídos. Maldice y perjura, pero después se convence a sí misma de la estupidez de la gente aborregada que despilfarra y celebra por obligación, al mandato de los intereses consumistas, unas fiestas impuestas llenas de falsedad e hipocresía. Los espía desde la ventana, día y noche, a la búsqueda de más argumentos que apuntalen la inteligencia de su postura al despreciarles y la superioridad moral de su visión al respecto.
Aunque a veces, por mucho que la rechace y le moleste, le asalta la imagen de su garaje, vacío y silencioso, y de aquella polvorienta caja de cartón llena de adornos que nunca se decide a tirar.
En este microrrelato podemos ver la versión femenina del Grinch, perjuradora y caracúlica ella, espiando el regocijo y la alegría ajena tras los visillos… Una pena saber de su garaje vacío y de esa caja de cartón, llena de adornos, que no se decide a tirar… Y no se decide a tirarla, creo yo, porque es una herida que no cierra (¿la soledad, tal vez?) y a la vez un grito de ayuda… ¿Se decidirá finalmente a tirarla? ¿La descubrirá en pleno acto algún niño, alguna familia que no tenga adornos ni arbolito, y eso haga su magia? Me gusta pensar que sí.
Agridulce el micro, Eva, pero me encantó. Besos😘😘😇😇
¡La Grincha! Me gusta la idea jajajaja. Herida hay seguro, que supura amargura. Gracia spor comentar y un beso transoceánico enorme, Mariángeles. Feliz año nuevo.
Algo tendrá la Navidad que nunca deja indiferente, una época en la que muchas cosas salen a relucir, o se agudizan, como la soledad. Se intuye, o eso me parece a mí, que tu protagonista querría compartir con alguien esos adornos que nunca llega a colocar en su casa, tan vacía como su propia alma. La indiferencia, el desprecio y la altanería puede ser solo un disfraz que oculte una verdad demasiado triste.
Un abrazo y mis mejores deseos para el próximo año, Eva.
Un abrazo enorme Ángel, gracia spor estar siempre ahí. Tú nunca nos dejas solos…
El disfraz de orgullo y desprecio contra la alegría de quienes viven la navidad, aquella que vaya a saber porqué quedó arrumbada en una caja cubierta de polvo en un rincón junto a sueños perdidos vaya a saber por que…
Un abrazo y muchas felicidades pera el año que comienza Eva!
Tal cual describes. Gracias Moli por comentar. Felicidad y un abrazo de vuelta!!!
En realidad, la Navidad no existe, sino que más bien vivimos muchas y distintas Navidades. Lo que llevas años guardado puede ser que en otra ocasión lo limpies y lo coloques para adornar tu casa.
Es una fecha que abraza a nuestra sensibilidad sin pedírselo y la vida está llena de años con estas celebraciones. En nuestras vivencias, la alegría navideña puede ir pasando de un hogar a otro…como una carambola. En fin, has contado una triste historia que es muy normal vivir y que me gustó.
Nos leemos.
Gracias por comentar, Isabel Cristina. Me alegra que te haya gustado. Nos leemos, sí.