64. Recaída. (montesinadas)
Ella nunca se enamoraría de mí. Lo sabía, pero no me la quité de la cabeza desde la primera vez que la vi. Yo no era su tipo, no pertenecía a ese mundo de jóvenes imberbes que la mariposeaban. Tampoco tuve, en todo el tiempo que la seguí, el valor de explicarle mis sentimientos, aunque forcé ocasiones para ver si cruzábamos alguna palabra. Sólo aquel día que me pidió un cigarrillo. Era demasiado joven, pero se lo di y al encenderlo me miró. “Tenía que ser mía”.
Con todo preparado: el sótano bien limpio e insonorizado, un camastro, cuerdas y la cerradura nueva, la llevé hasta allí, no recuerdo con qué engaño. No le valieron los gritos, ni el llanto, ni sus falsos intentos de seducirme. A las dos semanas me detuvieron y fui condenado por secuestro y asesinato. Seguro que has visto mi foto en los periódicos.
Hace un mes salí de la cárcel y he regresado a casa, no tengo otro lugar. Todo sigue igual que el día que me detuvieron. He cumplido, estoy viejo y enfermo y no puedo explicarme por qué estoy siguiendo a la chica nueva del súper.
¿Habrá empezado todo de nuevo?
Hay enfermos peligrosos que no tienen cura, es algo que debería asumir cualquier sociedad, para no permitir que vuelvan a ponerse en circulación y a volver a hacer lo único que saben: daño.
Un relato que nos pone en la cabeza de un psicópata. No podemos comprenderle, es difícil asimilar su redención imposible, en todo caso, queda claro su mecanismo y obsesiones.
Una historia bien contada y una psicología compleja, que muestra de lo que algunos pueden ser capaces en el lado oscuro.
Un abrazo y suerte, Manuel