65. Su-vida
El niño empezó orgulloso a salvar los peldaños bajo la atenta mirada de su padre, que lo sujetaba de los bracitos. Después del primer rellano, se atrevió a seguir solo sin su ayuda. La escalera se hizo entonces más empinada; su cuerpo, más grande. Caminaba sin la alegría de antes, aminorando su marcha, preocupado por las grietas que salían de los nuevos escalones. En este tramo aparecieron los primeros amores y los últimos desamores. En el siguiente, aumentó el peralte, sintió el peso de los años y tuvo el deseo de darse la vuelta, de volver a ser aquel niño, pero el destino siempre lo empujaba hacia arriba. Ya ha pasado la época del miedo a lo desconocido. La de las nostalgias, aún no. Se pierde en los recuerdos que dejó en los pasamanos de abajo. Apenas puede moverse y es ahora su hijo quien le agarra la mano y lo anima a dar otro pasito. A duras penas continúa sin descanso mientras se va desgastando por dentro. Sin embargo, hoy se siente ligero, como flotando. Dibuja una sonrisa henchido de felicidad, tira del brazo de su lazarillo, lo mira y le dice: «Gracias por enseñarme a subir escaleras, papá».
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Las escaleras son un buen termómetro de las diferentes etapas vitales y físicas por las que pasamos. Cada época, asociada a un tramo, tiene sus características, buenos recuerdos incluidos, demostrando que al final lo que quedan son los afectos, que son lo que de verdad importa.
Un relato lleno de ternura y buen contar, la primera de tus buenas historias, que abre camino a las que aportarás este año en esta casa.
Un abrazo y suerte, Pablo
Muchas gracias de nuevo, Ángel, por tus amables y siempre certeras palabras. Esa escalera que es la vida está llena de afectos sobre todo si uno se encuentra en algún tramo a personas como tú, que te vas parando cada dos o tres escalones para regalarnos tus comentarios y tu bondad. Esta página se enriquece gracias a ti, dedicando tu arte a escribir a cada relato unas palabras que siempre los enriquecen.
Un fuerte abrazo que espero darte en persona dentro de muy poco.
¡Qué bonita esa metáfora de la vida en forma de peldaños! Un micro tierno de principio a fin, y que describe muy bien la trayectoria vital de la mayoría de nosotros.
Enhorabuena por este relatazo, Pablo, y un beso fuerte fuerte.
Muchísimas gracias por tus palabras, Ana María. Ya ves, se me ocurrió comparar el transitar de la vida con la subida de una escalera y así salió este relato. Me alegra mucho que te haya gustado. A ti también te voy a saludar pronto en persona y a darte la enhorabuena por todos tus éxitos, tan numerosos como merecidos
Besote grande.
Me ha encantado este resumen de lo que es la vida: una escalera por la que se sube y se baja, casi siempre con ayuda. Bella metáfora. Muchas suerte y un abrazo, Pablo 🤗
Muchísimas gracias, María José. Ese el premio que me llevo después de escribir, que os guste mis ocurrencias. Me carga las pilas para seguir haciéndolo.
Un besote bien fuerte. No sé si te veré en el Entcuentro, ojalá que sí.
Jo, Pablo, qué micro más bonito, real como la vida misma pero más mágico.
Un abrazo y suerte.
¡Ay, mi Rosalia! Tú también eres de las que siempre pasa a visitarme y no sabes la alegría que me da leerte. Mil gracias por tus amables palabras. Ya estoy deseando que llegue el momento de reencontrarnos en Cabezón. Será una alegría, aunque también es verdad que echaré de menos a mi amigo Ramón. Dale un fuerte abrazo a ese crack.
Un besote.
Por supuesto que se lo daré! Yo también tengo ganas de verte, jefazo.