Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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68. La profesora de música

Mimetizaba con la lección. Así que enfundada en su vestido marrón, con medias, zapatos y foulard a juego, recorría el pasillo de clase. El Otoño, de Las cuatro estaciones de Vivaldi, sonaba de fondo. Sus esfuerzos por instruir a esta panda de zoquetes eran titánicos; por lo que, abatida, se sumió en una tristeza tan profunda que se negó en rotundo a seguir el currículum escolar, saltándose el Himno de la alegría de Beethoven. Los siguientes días se mostró tímida, recelosa, esquiva de miradas masculinas, parecía atormentada. Algunos dijeron que la habían visto entrar en la filmoteca del centro, sola, para ver Un tranvía llamado deseo. Corregía los ejercicios casi sin mirarlos, nos ponía un cero y se limitaba a decirnos que no teníamos ni un ápice de sensibilidad para apreciar la música. Pero un día, apareció cargada con su colección personal de discos y los repartió, como un legado. Me sorprendió la variedad de estilos musicales. Curiosamente, sonreía después de mucho tiempo. Al acabar la clase nos anunció que la siguiente lección, con la profesora sustituta, versaría sobre la gran obra maestra de Mozart, Réquiem.

8 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    La ropa dice mucho de una persona, no es casual que tu personaje vista de otoño, al tiempo que se escucha esa misma estación en la sinfonía de Vivaldi.
    Todo en ella parece programado y bien hilado, como en una obra musical, pero la frustración por no poder enseñar a sus alumnos hace que su existencia armoniosa, hecha para las melodías, se trastoque, pase por alto toda manifestación de alegría en el programa escolar, y vea una película donde la protagonista se ve sometida a una fuerte lucha interna, como la que ella sufre. Esta profesora pierde su propia batalla, se rinde y quema las naves, un gesto que se simboliza en el hecho de regalar sus discos, todo carece sentido, aunque, al final, se despide para siempre como corresponde, con coherencia, con la obra maestra y última, póstuma de un genio a quien sin duda admira.
    Una prosa elegante y unos recursos muy originales, un ritmo inteligente que marca la historia de una mujer fiel a sí misma, que prefiere dejar este mundo antes que continuar a duras penas cuando la armonía de la música que late dentro de ella ha quedado rota, por la sinrazón de unos jovencitos inconscientes que no quieren dejarse enseñar.
    Un abrazo y suerte, Bea

    1. Tus comentarios son siempre poesía para nuestros relatos. Grande, muy grande Ángel. Has sabido interpretar a la perfección la historia y le has dado un toque personal que complementa el texto. Ya te dije en una ocasión que escribir aquí motiva pero motiva aún más leer tus comentarios a nuestros relatos. Muchas gracias, un abrazo enorme y suerte para ti también. Espero ponerme al día pronto y revisar vuestros textos. Bea.

  2. Barceló Martínez

    Hola, Beatriz.
    Todo un ejercicio de imaginación para hacer que cada melodía encaje con la historia que cuentas.
    Yo he trabajado en uno de los Conservatorios de mi ciudad y he tenido una buena relación con los profesores, aún la tengo. Sé que sienten gran frustración cuando aprecian potencial en un alumno y éste no se esfuerza por desarrollarlo, pero también sé, porque así me lo han transmitido, que con tan solo uno que progrese adecuadamente ven compensado todo su esfuerzo y dedicación. Todas las profesiones tienen sus pegas, creo que tu protagonista no debería haberse rendido, quizá hubiera encontrado un buen pupilo en el próximo curso.
    Un gran abrazo.

    1. Hola Ángel, sin duda, es imposible llegar a todos, pero en cuanto llegan a uno de verdad sienten que su trabajo merece la pena, estoy convencida de ello. Por otro lado, esta protagonista sufre una historia personal que yo creo que traspasa las paredes de las aulas, y que, junto con todo, la lleva a tomar su decisión final. Que es precisamente lo que no nos cuenta : – )

      Gracias como siempre por pasarte y comentar, vuestros comentarios siempre enriquecen el texto. Mucha suerte y un abrazo enorme. Bea.

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