70. La última confesión de Rosina (towanda)
Creo que fueron sus coletas las que me enamoraron. O la bofetada que me propinó cuando, acercándome a su cuello, en ese minúsculo espacio compartido con un lunar, le besé. Algo sucedió porque, desde entonces, me convertí en la diana de sus dardos. Dijeron que comenzó a fumar cuando supo de mi asma y que se casó con el tipo más indeseable del barrio por darme celos.
Sufrí, pero años después, cuando nos reencontramos y me pidió una oportunidad, solo pude contestar afirmativamente.
Hace tiempo que se marchita. A los chicos no hemos querido preocuparles con malas noticias. Insistieron tanto en costearnos este viaje, que se lo debemos.
He sido feliz y ella, a su manera, también. Me ha abrazado nada más arrancar el tren y he sentido esos ojos de caramelo recorriéndome. Sabe que le queda poco y necesita sincerarse. Pedirme perdón por cada una de las veces que consiguió herirme. Le he rogado que callara. Primero, con besos y, luego, cubriendo su aliento con mi mano. Comprimiéndolo. Silenciándolo para siempre. Después, he ingerido algo en cantidad suficiente para no volver a despertar. Me supo amargo, casi tanto como escuchar de sus labios que yo no era el padre.
(towanda)Qué bueno hasta el final, tan inesperado. Felicidades por tus exitos, suerte y abrazos.
Hola, Cala.
Gracias, siempre, por tu amable generosidad.
Besotes.
Una mujer complicada y contradictoria donde las haya, que parece disfrutar cuanto más daño hace a quien más la quiere, con una fijación que perdura en el tiempo. Él, atrapado en unos sentimientos a los que no puede renunciar, también está lleno de contrastes, pues ha demostrado amor y perdón infinitos, hasta llegar a esa confesión final tras la que reacciona, aunque también podría interpretarse como una acción piadosa para que no sufra una enfermedad que, de todas formas, se la va a llevar por delante. A pesar de su crueldad no puede vivir sin ella.
Un relato sobre dos vidas entrelazadas que hacen bueno lo de «ni contigo ni sin ti», contado con esa maestría que tanto disfrutamos los que te seguimos.
Un abrazo grande y suerte
Hola, Ángel.
Chapeau!
Gracias por todo.
Besos que impacten con fuerza.
Lástima, siempre hay amores equivocados pero inevitables. Como el de tu protagonista, que al menos antes de oír esa confesión reconoce que ha sido feliz.
Magistralmente narrado, como siempre. Felicidades.
Hola, Asun.
Así es.
Gracias por comentar.
Muak.
J..er!!!! El estómago comprimido, la boca abierta, la piel de gallina (vieja). Te sales.
Hola, Edita.
Ja, ja, ja. Eres la releche.
Besos gigantes.
Towanda, tu relato es excelente. Los protagonistas increíblemente originales, y ese final tan inesperado, ¡Magistral!! Cuando digo que eres una maestra por algo será!! Me ha encantado. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Hola, Nani.
Ay, maestrilla, maestrilla…
Un beso enorme.
Muy bueno de principio a fin.
Abrazos otoñales
Hola, MariaRojas.
Olé, tú.
Un beso gigantomórfico.