71.Corte y confección (Montesinadas)
Hacía tiempo que se miraban cada día al atardecer, aunque sólo unos minutos. El patio interior era muy estrecho y apenas dejaba pasar la luz, pero se iluminaba, si ella se acercaba a la ventana a coser, o se asomaba para colgar alguna prenda de sus clientas. La moda era algo que le quedaba grande, y a las mujeres del barrio también, pero ponía cremalleras, encogía mangas y realizaba otros arreglos de costura a buen precio.
Al principio se observaban con disimulo, con timidez, pero de un tiempo a esta parte se miran con ojos de enamorados. Ella se entristece cuando lo ve afligido, sabe que sólo tiene un traje, adivina si ha comido algo en todo el día, o si está pensando volver al pueblo, rendido ante el fracaso de no encontrar trabajo. Él también sabe que a ella, las cosas no le van bien últimamente, cada vez se hacen menos vestidos a medida y el maniquí de pruebas casi siempre estaba desnudo. En los peores días y para darse fuerzas pegan los labios al cristal y se besan. Estaba decidido, cruzaría la barrera, no dejaría pasar otro día y con unas tijeras se rompió el bajo del pantalón.
una historia de amor a distancia, muy acorde con el tiempo de aislamiento que hemos vivido, de ventanas y balcones en los que sabíamos que latía la vida, a veces vidas solitarias, más aisladas que nunca.
El amor por definición es un pequeño milagro, por eso no es extraño que pueda darse donde menos se espera, hasta en los lugares más inverosímiles, incluso también a cierta distancia.
Está muy bien desgranada la observación que cada uno hace del otro, el acercamiento progresivo (aún no físico) que se produce entre ambos, el interés cada vez más manifiesto y, por encima de todo, el respeto. Ya solo falta dar el paso, buscar la excusa, romper el hielo. Un pantalón roto es motivo para visitar a una costurera.
Un abrazo y suerte, Manuel
Bueno, Montesinos, un paso siempre es un paso.
Si te das cuenta, muchas personas hacen una pregunta, retórica ya.¿Cuál es la mayor locura que has hecho por amor? y todos esperan que el que lo cuente, relate un acto sorprendente, magnífico, inusitado, especial, de locos…
Pero, mira, tu protagonista, con ese gesto que puede parecer tan simple, ha hecho el mayor acto de locura, por amor, sobre todo si tenemos en cuenta, como explicas, que su situación es precaria y que, tal vez, mucha ropa no tenga. ¿Qué mejor acto que el querer aproximarse a ella, en su propio terreno?
Me ha parecido muy bonito y entrañable y nada loco, pero sí, lleno de amor.
Abrazos Montesinos.
Juraría que había escrito pero… parece que no se guardó.
Hola Montesinos, te decía que tu relato me había parecido muy entrañable y te hablaba también de esa pregunta que se ha convertido en retórica y es ¿Cuál es la locura más grande que has hecho por amor? cuando el interlocutor va a relatar el hecho, todos esperan una acción grandiosa, extraordinaria, inusual, original… una locura en toda regla.
Aquí, en tu relato, este hombre ha hecho la mayor locura de amor, aunque a alguien pudiera parecerle falta de chicha. Pero, si pienso, que como muy bien has narrado, ese chico tenía una situación precaria, a lo mejor, ese era su último pantalón decente. Es una locura y es amor, porque para demostrárselo a ella, quiere traspasar una línea que lo conduzca al terreno de la chica. Egoismo, cero. Eso es amor.
Según El último de la fila, cuando la pobreza entra por la puerta el amor sale por la ventana. En tu relato el amor va creciendo entre la pobreza de ambas ventanas hasta hacerse mayor que ella. El que tu personaje decida romper el único traje que tiene como primer paso para lograr sus pretensiones me hace pensar que se habría sido capaz de herirse un brazo, por ejemplo, de haber sido ella enfermera. Muy bueno, Manuel. Enhorabuena y mucha suerte con él. Un abrazo.