Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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79- Respeto (Manuel Menéndez)

Cuando me enseñaron su cuerpo destrozado, me encolericé. No iba a consentir que Don Giulano, el hombre que me había acogido como a un hijo, emprendiera su último viaje vestido con un pijama ensangrentado. Me encerré en su habitación y, con el máximo respeto, lavé sus heridas y le vestí con la elegancia que él mantuvo durante toda su vida y se esforzó por transmitirme. Enfundé sus pies en unos calcetines de lana italiana, culminados con unos zapatos Thompson relucientes. Le puse su traje gris favorito, confeccionado por Luca Cacciatore, su sastre, amigo y paisano del lejano pueblo de Savoca. Prescindí de la corbata, pero escogí una camisa blanca sin estrenar, con sus iniciales G.B. bordadas a mano.  Luego le puse sus inseparables gemelos de brillantes, recuerdo del día en que fue nombrado Consigliere. Un pañuelo de cachemir en el bolsillo delantero de su chaqueta, con el escudo de la familia Bonnano, completaba el atuendo. Deposité su sombrero fedora en la parte superior del féretro y lo cerré. Me hubiese gustado coronar con su viejo Stetson sus cabellos blancos, pero eso era imposible. La cabeza que guardo en el arcón frigorífico la necesito para demostrar que he cumplido el encargo.

 

5 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Cualquier profesional que se precie debe esforzarse en hacer un trabajo limpio, en dejarlo todo de la forma más presentable posible, sin olvidar, claro está, que un encargo es un encargo y ha de tener cumplimiento. Seguro que no es la primera vez que tu protagonista debe compatibilizar, en un difícil equilibrio, un crimen que forma parte de su actividad profesional con el respeto debido hacia las personas.
    Un relato «black» de un maestro del género. Algún día, por curiosidad y a efectos estadísticos, sería interesante conocer cuantos «fiambres» aparecen en tus buenas historias.
    Un abrazo, Manuel. Suerte

  2. Enrique Mochón Romera

    Esa cólera del principio mantiene al lector engañado hasta el final. Entre una cosa y otra nos vas mostrando un derroche de talento narrativo, elegancia al contar que se funde con la que va adquiriendo el finado. Es una lástima no haberla podido rematar con su viejo Stetson, jajaja. Excelente, Manuel. Mucha suerte con él. Un fuerte abrazo.

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