98. Recién horneado
Quinientos gramos de harina, dice vertiéndola sobre la mesa, treinta gramos de levadura fresca, trescientos mililitros de agua tibia, —y, cuando dice tibia, sumerge la punta del dedo índice y sonríe—. Los labios se le llenan de una pulpa carnosa, como de mango. Me esfuerzo en no mirarle la boca y en cerrar la mía. Hace calor aquí, con el horno encendido. Intento concentrarme en sus manos, que se hunden en la mezcla de harina y agua, removiendo, apretando y estirando, envolviendo, acariciando. Espolvorea un poco más de harina sobre la mesa y divide la masa en dos, en cuatro, en seis bolas. Las hace girar por parejas, una en cada mano, modelándolas a su antojo, ahora en un sentido, ahora en el contrario. Siento que me estoy mareando. Entonces me mira directamente a los ojos y pregunta: ¿quieres probar?
En el autobús de vuelta, mi compañero de asiento habla a gritos con la profesora, al otro lado del pasillo. El resto de alumnos ríen y se lanzan proyectiles de pan. No me apetece participar en su guerra —me parece infantil— y me hago la dormida, con la bolsa de panecillos sobre el regazo, todavía caliente.
Qué bueno ese regazo recién horneado. Qué relato tan bueno y tan sensual.
Un abrazo y mucha suerte, Anna.
Cualquier actividad se puede realizar de una forma mecánica, o poner pasión en ello. El resultado no puede ser el mismo; la diferencia, abismal, hace bueno el dicho bíblico de «por sus obras les conoceréis». Esta muchacha (imagino que tu protagonista es femenina, no sé por qué) valora ese pequeño tesoro que le transporta más allá de lo mundano, de los gritos despreocupados de sus compañeros en el autobús escolar. Solo son unos panecillos pero, de alguna manera, le conectan con lo sublime, lo perfecto lo divino.
Una delicia de relato.
Un abrazo y suerte, Anna
Enhorabuena por la selección, Anna, es un relato estupendo que narra con delicadeza y sensualidad el despertar de una adolescente. Aprovecho para decirte que tú relato finalista de la convocatoria de 2020 me gustó muchísimo también. Un abrazo.
Muchas gracias, Rafa, Ángel y Elisa (felicidades a ti también por tu maravilloso relato). Me he llevado una buena sorpresa y una gran alegría.
Besos