99. LA DISCRECIÓN DE SERGIO (Ignacio J. Borraz)
A Sergio, soltero sin compromiso conocido, a los treinta y cinco años y con una buena carrera iniciada en la industria electrónica, nadie le entendió cuando quiso hacerse vigilante del cementerio del pueblo. Amigos y conocidos le disculparon esa excentricidad después de media vida de comportamiento sin estridencias y aceptaron sus breves explicaciones acerca de un trabajo más tranquilo y alejado de presiones.
Tuvieron que pasar casi treinta y cinco años más para que, tras su muerte, los más cercanos pudieran atar cabos fruto del lugar fortuito en que lo encontraron: lívido y acurrucado, con una rosa escapándose de sus dedos entreabiertos, junto a la tumba de Julia Soler.
Cobraron entonces sentido los recuerdos puestos en común: los años sentados juntos en el colegio, la misma carrera universitaria emprendida, cómo Sergio siempre tenía palabras bonitas para ella y, el motivo que despejó todas las dudas, aquella decisión excéntrica tomada pocas semanas después de la muerte de Julia en el accidente de coche.
Despidieron a Sergio con tristeza y silencios lacrimosos, en un nicho contiguo al de ella, y buscaron un epitafio que describiera ese amor que ocultó a todos hasta su mismo final: “Siempre al lado de Julia”.
Una micro discreto y sin estridencias. Precioso, como Sergio.
Pasarte la vida cuidando una tumba, sí que estaba enamorado, sí, aunque más que amor, obsesión.
Me ha gustado mucho cómo lo cuentas, un epitafio precioso…
Saludos y Suerte.
Un hombre discreto, con los sentimientos muy claros, que ha seguido el camino que mejor ha creído para ser fiel a la memoria de alguien irreemplazable y a sus sentimientos.
Suerte y un saludo
Una historia preciosa, y una excentricidad que cobra significado cuando lo comprenden sus allegados. ¡Más de treinta y cinco años de amor, y muere sobre su tumba con una rosa enredada en sus dedos! No se puede ser más romántico, ¡me encanta! Te deseo mucha suerte.
Besicos, Ignacio.
Si en vez de Julia ponemos otro nombre, y en vez de accidente decimos enfermedad, es una historia que me resulta familiar. Aunque a mí me alumbra cada noche cuando vuelvo a casa. Eso decía ella siempre y es así también como quiero recordarla.
Sobra decir que me ha gustado mucho, ¿verdad? Mucha suerte con el relato, 1 abrazo,
J. Ignacio
Delicado y enternecedor ese amor más allá de la tumba. Lo has contado con mucha elegancia y sencillez. Un beso, Ignacio.
Un amor tan fuerte que arrastra a Sergio a un cambio radical. Un dolor que no cesa le mantiene allí 35 años! Muy triste.
Buena historia.
Saludos.
Carme.
Ignacio, romantica y bella historia de amor. La cuentas con la sencillez de las cosas que cuentan. Suerte y saludos
Una historia de amor que has conseguido que sea atemporal. Muy bueno el relato. Me ha gustado mucho como lo has envuelto todo en «excentricidades» del personaje y argumentaciones plausibles que solo hacían que ocultar la verdadera historia que al final desvelas. Mucha suerte 🙂
Una historia romántica sin vergüenzas ni prejuicios. Triste también Pero muy bella. Mucha suerte!