CRÓNICA DE LA QUEDADA ENTC URUEÑA 2014

La «Quedada Urueña 2014» fue un reto que asumieron Begoña Heredia y Rafa Heredero y al que posteriormente se unió Rosy del Val. Los tres han sido unos anfitriones más que perfectos, inmejorables. Gracias por cuidar hasta el más pequeño detalle para hacer de este fin de semana un tiempo amable, cómodo y didáctico. Sin duda lo habéis conseguido.

El día fijado para la reunión fue el pasado 7 de junio. Quedamos junto a las murallas de Urueña, una espectacular villa situada en la ruta de los castillos vallisoletanos que, además, presume de ser la primera Villa del Libro en España y una de las pocas europeas. Nos juntamos 14 participantes habituales y algún osado acompañante que había decidido conocer en qué consistía ese «vicio» absurdo de ser «enteciano». Desde el País Vasco, Madrid, Galicia, Cantabria, Barcelona y Cartagena, fuimos llegando para dar un primer paseo por el adarve de su recinto amurallado. Mientras escuchábamos los interesantes comentarios de Rafa y disfrutábamos de las vistas tomamos consciencia de la idoneidad de haber elegido como consigna para esta Quedada la expresión «Ancha es Castilla».

La villa de Urueña cuenta con una decena de librerías y unos cuantos museos que rondan alrededor de los libros y la música. El espacio central  de ese protagonismo del libro se encuentra en el centro e- LEA, siglas que presentan un «Espacio para la Lectura, la Escritura y sus Aplicaciones», y donde se imparten talleres y cursos, se celebran presentaciones y congresos y se muestran exposiciones relacionadas con el ámbito del libro. En sus instalaciones, no solo vimos la exposición que hacía un viaje temporal por el papel impreso del último siglo, sino que pudimos celebrar nuestro juego-lectura «quién escribió qué» en su salón de actos.

Se presentaron relatos de los 14 asistentes, más 10 invitados o voluntarios: 200 palabras, tener en cuenta la consigna «Ancha es Castilla» y una condición más (que quien redacta esto, desconocía) que consistía en que uno de los protagonistas se llamara Juan. Leídos todos los relatos públicamente pasamos a votar los tres que más nos habían gustado y, en un intento absolutamente infructuoso, intentar adivinar de quiénes eran los textos presentados. En lo único que estuvimos la mayoría de acuerdo fue en que el relato ganador de la Quedada fuese «Sancha es Castilla» de David Vivancos, que se llevó como premio un libro de «Talentura».

Podéis leer este relato y los demás en la sección + ENTC.

Tras recibir un precioso marcapáginas personalizado con uno de nuestros cuentos del concurso ENTC (detalle de Laura, hija de Marga y Rafa Heredero) dimos por finalizada la visita y nos dirigimos a Valladolid para seguir disfrutando del día, o mejor dicho, de las pocas horas que quedaban del día, porque como quien no quiere la cosa eran ya las ocho y pico de la tarde cuando dejábamos atrás Urueña. Nada más bajar del coche en la ciudad, ya empezamos a echar de menos el desnivel del suelo empedrado y todas las emociones que habíamos compartido allí.

Después de la cena el grupo comenzó inevitablemente a dispersarse. Hubo quien inició viaje de vuelta a Madrid, Cantabria, Tordesillas… También algunos se retiraron agotados al hotel. Los que nos resistíamos a despedirnos, tuvimos la oportunidad de seguir disfrutando de la compañía de nuestros amables cicerones, que nos llevaron de paseo por varias calles del centro de la ciudad. Nos hablaron de los llamados «ríos de luz», un espectáculo nocturno de focos de colores sobre los muros de los edificios y calles más representativos. Aunque con la crisis actual, solo pudimos ver regatos de luz, por eso de la austeridad.

También la escasez presupuestaria es el motivo de que solo una de las dos torres de la catedral siga en pie. En el año 1755, el terremoto que sacudió Lisboa dejó sentir sus efectos en la ciudad e hizo que la torre se bamboleara y sufriera graves desperfectos. En 1841, un fuerte temporal de viento, agua y granizo provocó su derrumbe. Sin embargo, algunos de nosotros estuvimos de acuerdo en que así, rota, tenía su encanto.

Sin apenas darnos cuenta se nos pasaron las horas volando y a las cuatro de la mañana llegamos al hotel, con la convicción de que esta no sería la última vez que repetiríamos esta experiencia.

Gracias a todos por ser tan especiales.

(podéis encontrar un ábum de imágenes en este ENLACE)