114. Sabia elección (Jerónimo Hernández de Castro)
La recepcionista verificó los datos de mi reserva antes de entregarme la tarjeta de acceso. Tras agradecer su amabilidad, no quise darle detalles del motivo de mi visita. Al fin y al cabo tenía una cita con la directora al día siguiente.
Debí decir algo de sus ojos. Mi elección del hotel para el congreso oftalmológico que organizo fue motivada por los rostros de las imágenes promocionales y sus ojos, redondos como los de un cómic japonés. En mi recorrido por las dependencias, todo el personal y los clientes exhibían esa extraña mirada, que no puede escaparse a un especialista ocular como yo.
Ya en mi suite el rostro de la directora apareció bruscamente en la pantalla de plasma con un mensaje de bienvenida y allí permanece sonriente e imperturbable. La tarjeta y mis llamadas a recepción resultan inútiles para abandonar la habitación en la que sigo atrapado, sin comunicación con el exterior. En el espejo del baño mis párpados se curvan por momentos y aumentan de tamaño. Sin pretenderlo, mi expresión adopta el aire suplicante de todos cuantos he conocido en este lugar, implorando que nos permitan huir.
Jero, tu cuento me lleva a pensar en la dependencia hacia las pantallas que la mayoría de nosotros sufrimos hoy. Me resulta como una gran metáfora: el oftalmólogo que sabe los peligros de esa adicción queda atrapado entre los infectados y resulta contagiado también. Seguramente no he dado ni una, pero he disfrutado tu relato. Besos y suerte.
Muchas gracias Ana. Me encantan tus comentarios porque siempre me descubres cosas que no he visto. Efectivamente los visitantes del hotel quedan atrapados. Yo lo dejaba abierto -todos caos presa de las cosas más diversas- pero tú lo enfocas en las pantallas que nos rodean ¿qué haremos para escpar? Un beso enorme
Una propuesta original y futurista para este mes. Resulta muy inquietante el quedarse atrapado en ese hotel como si fuera una pantalla de plasma.
Gracias Paloma. Ese era el objetivo. Un poco de inquietud al quedarse atrapado por algo que parecía bello y demasiado perfecto. Para escapar de este hotel basta con hacer una sabia elección y leerse otro microrrelato, que este mes -como siempre- son estupendos. Un beso
Me parece un gran relato. De esos de que provoca inquietud y cierta empatia que da derecho a sentirse afortunado por no ser uno mismo el protagonista. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias Juan Antonio. Encantado de sembrar el desasosiego. Un fuerte abrazo
A mí siempre me han llamado la atención esos ojos tan redondos y perfectos que se repiten en los cómics manga y dibujos animados japoneses, me hacen pensar si serán debidos a algún tipo de complejo de sus autores nipones, que quisieran o envidian los ojos occidentales. Bajo esa aparente belleza ocular parece presentirse algo negativo en ellos, como envidia o frustración, igual que en ese hotel que has dibujado, que oculta una trampa terrible bajo la normalidad.
Un buen relato, con toques de terror asiático
Un abrazo, Jerónimo
Siempre es un placer recibir tus comentarios Ángel. Ese puntito malo que todos ocultamos a veces es visible y se extiende a quienes nos rodean, y pasamos a formar grupos singulares que a veces nos atrapan. Me alegra que te haya gustado. Un fuerte abrazo
Jeronimo me he quedado con los «ojos redondos» leyendo tu micro. Me ha gustado el ambiente de este hotel lleno de caras manga, con toques futuristas y esa transformación involuntaria de tu protagonista. Quizás apagando toda la tecnología habida en ese cuarto y con mucho cuidado, pueda deslizarse por la ventana del baño para huir de ese «comic-motel».
Un abrazo
¡Cuidado Belén! ¡Puedes quedar atrapada en la suite! Bromas aparte me alegra mucho que te haya gustado el relato. Gracias por el comentario Un beso
Jero, como me sucede siempre con tus relatos, este vuelve a llevarme mucho más allá de lo que su epidermis deja traslucir.
La ‘sabiduría’ presente en el título, la condición de científica del personaje, algunas notas en el relato, como la decisión de organizar allí el congreso, y sobre todo esa pretenciosa afirmación del personaje-narrador de que hay cosas que no pueden «escaparse a un especialista … como yo», a mí me parece que vuelven a traernos el tema del castigo que merece el orgullo humano del conocimiento por parte de los dioses o del destino. Has reedificado en un misterioso hotel tecnológico el Paraíso del que fuimos expulsados, la inacabada torre de Babel, a Fausto y a Mefistófeles…
Y todo ello, en esa atmósfera tan inquietante: enhorabuena, maestro.
Saludos.
Eduardo, gracias en primer lugar por tu atenta lectura y por tus comentarios tan sugerentes. Como decía en otra respuesta, nuestras seguridades acaban por atraparnos, tal como le sucede al protagonista del relato que empieza a arrepentirse de su «sabia elección». Un fuerte abrazo
Jerónimo, si, ocurre a menudo; que nos arrepentimos de decisiones, preparadas con detenimiento, y nos influyen cosas de última hora. Suerte y saludos
Gracias por tu comentario Calamanca. Un beso
Muchas gracias por tu comentario Ana y felicidades el día de tu santo! Un beso
Me gusta el relato. Es original e inquietante.
Felicidades.
Gracias María. Es una gran alegría que te haya gustado e inquietado. Un abrazo
Inquietante y muy original.
Gracias Victoria!
¡pena que sea un microrelato! me he quedado con las ganas de seguir leyendo….seguiré con otro
Gracias lolana!
Si, da un poco de miedo el relato. Al leerlo me viene el recuerdo de la canción hotel californiaa. Suerte Jero