Le había conocido en una película de los años setenta; cuando el ataúd se hundió en el lodo, una sonrisa escapó de sus labios rojos, mientras palpaba el dolorido brazo.
Pues te aseguro que tus líneas son suficientes para imaginar historias pero a mi me entra avidez de saber más y más y más. Y esos labios rojos….., capaces de sonreír a un ataúd que se hunde en el fango. Más y más y más.
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Pues por ahí va la cosa más o menos. En verdad está fatal, no me gusta, pero bueno, ahí lo he dejado.
Gracias siempre Juan (eres único)
Cortito y contundente.
¡Anda que no tendría ganas de acabar con «el inmortal»!
Admiro a quienes sois capaces de contarnos una historia con un par de frases, bueno y conciso.
Un breve con mucha historia abierta detras.Has logrado despertar mi curosidad por tu relato. Me gustó.
Un beso María
Me encanta la brevedad. Te felicito por haberlo logrado.
Pues te aseguro que tus líneas son suficientes para imaginar historias pero a mi me entra avidez de saber más y más y más. Y esos labios rojos….., capaces de sonreír a un ataúd que se hunde en el fango. Más y más y más.
Coincido en alabar esa capacidad que tenéis mucho de explicar en tan poco. Ultraconcentrado pero seguro que da guerra. Suerte y un abrazo 🙂
Un relato que me sorprende.
Felicidades.