71.- PRIMEROS AUXILIOS (Paloma Hidalgo)
Aquella francotiradora me había alcanzado en varias ocasiones. Curaba los rasguños con cerveza, y las heridas más profundas con el whisky batallero que podía permitirme en aquella época. En cualquier caso, las balas más dañinas provenían siempre de sus ojos. Azules. Pluscuamperfectamente azules. Aquella tarde, en un cine lleno de gente, ese mirar turbador, su interpretación en la piel de Lucía, y mi predisposición natural para ofrecerle los mejores blancos, me dejaron maltrecho. En ese estado me dirigí a la parada del autobús. Mientras lo esperaba, una mujer joven me ofreció su sonrisa y unas tiritas; unos apósitos en su mirar encendido, de carbón. Unos ojos oscuros, cálidos, que evité sin embargo, para concentrarme por última vez en el cartel publicitario de la película, en los guantes negros que cubrían sus brazos y en la gorra de oficial alemán, antes de que llegara mi transporte.
Unos ojos de noche sin luna, que siguen colándose todavía hoy en mis sueños, para recordarme, quizás, que junto a ellos habría aprendido lo que se siente cuando una mujer conjuga el verbo amar en los tuyos.
Precioso relato. Más allá del cine, y mucho más cerca, la realidad.
Besos
Que comentario más bonito Javier, gracias!!
Otro para ti.
Paloma, cuánto romanticismo implica enamorarse de un actor o una actriz a los que solo puedes acceder en una película. Como tú dices de forma tan acertada, siempre son pluscuamperfectos. Porque solo lo irreal puede serlo. Mucho mejor unos ojos negros, castaños, verdes o azules pero que te miren de frente y te vean. Y si encima saben conjugar verbos como querer, amar, desear, reirse e ir juntos al cine, perfecto. Besos y suerte.
Sí Ana, la imperfecta vida real nos humaniza al permitirnos sentir emociones de carne y hueso. Eso es.
Gracias por comentar.
Besos.
Qué visual es tu relato. Me ha gustado mucho. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Me alegro de saberlo Nani, muchas gracias.
Un beso.
El cine para soñar con lo inalcanzable como espectadores; la realidad para escribir nuestro propio guión cada día, a pie de calle, en un mundo con héroes y villanos, con amores ciertos y no soñados.
Suerte y un saludo, Paloma
Así es la vida: la conjugación de esos anhelos inalcanzables con el día a día.
Gracias por leer y comentar así, impecablemente.
Saludos
Qué te voy a decir Paloma, como siempre pluscuamperfectamente perfecto y lleno de vida tu relato.
Me encanta tu parte dura, cuando la conjugas con unas gotitas poéticas.
Abrazo fuerte.
Gracias por hacerme sentir de nuevo esa amabilidad tuya tan entrañable.
Un abrazo fuerte para ti también.
Qué bonita historia Paloma, me ha encantado.
Lástima que rechazara esos ojos sin luna pero reales por los pluscuamperfectamente azules de la diva.
Abrazos
Que bonito Paloma, ¿quién no se ha enamorado de un actor, de un personaje, de una película, de un imposible? Precioso.
Precioso relato aunque no reconozca la película.
Gracias M Carmen.
La película, una que me dejó huella.
A mí es que me gusta cómo escribes, ¿qué quieres que te diga?
Romanticismo, belleza, casi lirismo. «Unos ojos de noche sin luna», los ojos de una verdadera francotiradora.
Hasta el título tiene su magia.
Un placer conjugar tu relato con el verbo GUSTAR.
Un abrazo, Paloma.
Lo que sin duda es un placer Amparo es leer tus comentarios, muchas gracias por compartirlos con todos nosotros.
Un abrazo.
Precioso Paloma, tienes un gusto especial a la hora de escribir.
Ese amor platonico del celuloide que a veces ecilpsa a que puede ser real. Puedes vivir en los sueños o bajete de ellos y apostar por un amor de carne y hueso.
Un beso.
Eso es Mª Belén, justo eso, una apuesta que como tal, a un ludópata como el protagonista de esta historia, le toca perder.
Gracias por comentar,
Un beso.
Reconozco mi incapacidad de leer cuatro o cinco relatos seguidos como este. Hace falta tiempo para digerirlos. A este paso no mi pondré nunca al día. Felicidades. Paloma
Gracias por comentar Luis, pero sobre todo, por leer. Los personajes solo se convierten en lo que son cuando tienen quien los lea.
No sé porqué pero me han entrado ganas de llorar leyendo tu relato. Un enamorado de unos ojos preciosos. Azules. Que con el tiempo añora los otros. Negros.
Isabel, ser sensible tiene sus complicaciones, solo espero que tuvieras pañuelos de papel cerquita!
Gracias por compartir conmigo esos sentimientos.
Otro gran relato. Creo que explica muchas cosas. Habla de cine, de amar, de querer mirar siempre hacia atrás, de preguntarse cómo saber si la persona que tienes delante es la persona que estás buscando… lo has descrito todo muy bien y el conjunto es realmente bonito. Un abrazo y suerte 🙂
Gracias Juan Antonio; sí, habla de cine, de amar, y de vivir conjugando la realidad con los sueños.
Un abrazo para ti también.
Como siempre, Paloma, un relato excelente. Me quito el sombrero. Especialmente bonitos el «pluscuamperfectamente azules» y el «habría aprendido lo que se siente cuando una mujer conjuga el verbo amar en los tuyos». Mmmm. Una delicia. Sabes contar y cómo hacerlo. Suerte (aunque no creo que la necesites;))
Miles de besos.
Me alegro mucho de que te haya gustado Izaskun, de verdad que leer comentarios como el tuyo beneficia seriamente mi creación literaria; ya lo creo.
Besos para ti también.
Un relato bellísimo, que deja unas inmensas ganas de seguir amando.
Felicidades.
Me alegro María, de que te haya dejado esas ganas, a este mundo le hace falta que a todos nos entre esa necesidad de amar…
Gracias por comentar.
Oh Paloma, eres la segunda que me recuerda a Charlotte Rampling, pero tu, metida en una historia de amores inconclusos, con sus vendas y tiritas. El que como yo, que soy mayor, cuantos parches, cataplasmas y aún lavativas hemos usado.
Muy bonito.
Un beso
Es que Charlotte es mucha Charlotte. Tanto que el protagonista de esta historia decide seguir embelesándose con ese mirar azul-e inalcanzable- en lugar de aceptar esos primeros auxilios, con sus tiritas y demás, de una mujer-alcanzable-.
Gracias por comentar!
Un beso.