11. AMAR A MARX (Paloma Casado)
Como cada noche desde que nos embarcamos, el baile continuaba en el camarote de los hermanos Marx. Carlos, el mayor, susurraba en mi oído no sé qué teorías sobre tesis, antítesis y síntesis que yo fingía comprender asintiendo con la cabeza, que apoyaba en su hombro.
De repente, un estruendo acalló la música mientras un golpe seco nos proyectaba contra la pared que ocupaba la orquesta. Pronto un marinero llamó a la puerta para invitarnos a finalizar la fiesta y subir a cubierta con el fin de poner a salvo nuestras vidas. El barco había chocado contra una roca de hielo y amenazaba con hundirse.
No había lanchas de salvamento para todos y Carlos manifestó su deseo de compartir el destino de los parias de la tierra.
-Si te quedas –argumenté- ¿quién va a guiar al fantasma que recorrerá Europa?
Mis palabras y el empujón con que le lancé a la barca, lograron que nos libráramos juntos de una muerte segura.
Contemplando la catástrofe, de pie y con el puño en alto pronunció su frase inmortal: “Proletarios de todos los países, uníos”
Me gusta tanto cuando se pone intenso…
Eso de que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer es una gran verdad y en este relato se confirma el dicho. Me ha encantado. Felicidades.
Muy bueno, Paloma. Si este mes no estoy inspirada y todavía no he escrito nada, no es tu caso , ni el de Susana, vuestros relatos son estupendos.
Me ha encantado el título.
Un beso.
Menos mal que estabas allí. La historia agradecerá tu empuje. Quién iba sino a abrir los ojos a los proletarios.
¿Estás segura de que era Carlos y no su hermano Groucho? Pues si es así, se parecen mucho.
Genial Paloma.
Besos.
Que divertido como nuestra imaginación nos permite mezclar historias y ponerles además un toque de pimienta. Me ha encantado!
Paloma divertido y original relato.
Abrazos
¡Bonito juego de Carlooss!
Los hermanos En el Titanic y con su buen humor de siempre pese a la tragedia. Me has hecho recordar esa grande escena del camarote y me gusta el final.
Un texto, simpático, deliciosamente disparatado y un tanto surrealista, con una mezcla de situaciones, escenas y circunstancias que crean otra realidad que no sólo hasta parece creíble, además, es sana totalmente jocosa.
Un saludo y suerte
has conseguido que nos confundiéramos de Marx con maestría.
Eres una guasona, Pa. Imaginando la escena me he puesto a reír.
Si te digo la verdad, Paloma, no le veo la gracia al relato. Seguro que no le encuentro el punto irónico de este cruce de Carlos. Mira que me da rabia, pues este mes quería comentarte. Un abrazo
Paloma, esa frase final quiza lo diga todo. Ahí está, desafiandonos a interpretarla. Suerte y saludos
Es que en cualquier camarote deberia ser obligatorio un hermano Marx. Aunque para mi lo mejor la seguridad de la dama para resolver la situación. Y esa frase final….,,le da un toque desenfadado y cariñoso muy bonito.
la verdadera heroína y protagonista es la dama, que con un simple empujón, salva su vida y la del amado. Buena frase de cierre.
un beso paloma.
Camarotes y Marx juntos y no puedo dejar de pensar en que ese espacio estaba superpoblado.
Curioso cruce de historias el que propones.
Un saludo.
Divertido el giro de los Marx, Paloma, aunque en mi opinión, la verdadera protagonista de la historia es ella. Me has llevado de la mano a la escena del camarote de los hermanos Marx y me ha encantado.
Un beso
¡Que bueno Paloma! Una historia de amor y sentimientos intensificada por la cercanía de la tragedia.
Un abrazo a la distancia.
Buen collage. Muy divertido y original. Felicidades, Paloma
Fuera aparte como dicen en mi pueblo, su lectura me lleva al entorno histórico de la época y la interpretación de la lucha de clases que aparecía en el Titanic con la pizca de corrupción española, un Carlos que es un quiero y no puedo un progre demagogo.
Abrazos y suerte
Ese camarote es un coctelera: entran unos hermanos Marx con músicos y todo, y sale otro Marx, más comprometido con la lucha obrera. Me gusta por lo sorprendente y alocado.
Suerte y abrazos
Qué bueno Paloma, como nos has llevado de un Marx a otro. Estupendo relato.
Saludos.