EL MICRORRELATO (XI)
Repasamos aquí de manera concisa cuáles han sido algunos de los principales resultados de las investigaciones que se han hecho en España en torno a la minificción en general y al microrrelato en particular.
Cada vez son más los autores y lectores de microrrelatos que existen en nuestro país y, por consiguiente, también los críticos, editores e investigadores dedicados al estudio de este nuevo género literario, que ha venido a ocupar un espacio propio e independiente dentro del ámbito de la narrativa, junto con la novela, la novela corta y el cuento.
Por otra parte, también se ha incrementado la cantidad de editoriales y revistas comprometidas con el microrrelato, lo que se traduce, respectivamente, en colecciones específicas y en números monográficos especializados en el género. A ello se suma la creciente participación de jóvenes escritores en los diversos certámenes y talleres literarios que se convocan asiduamente y que han contribuido al hecho de que sean muchos los que hoy en día, al iniciarse en el cultivo del relato, lo hagan no ya a través de géneros de mayor tradición como la novela o el cuento, sino aprovechando las ventajas que ofrece para ello el microrrelato.
La inmensa cantidad de jóvenes microrrelatistas que existen actualmente en nuestro país es prueba de la enorme evolución y difusión que ha tenido la micronarrativa en los últimos tiempos en España. En esta línea, cabe destacar la antología editada en 2012 por Fernando Valls para «Menoscuarto» titulada «Mar de pirañas. Las nuevas voces del microrrelato español».
En ella se recoge una muestra más que significativa, tanto en cantidad como en calidad, de sesenta y nueve autores nacidos todos ellos a partir de 1960 y cuya creación, por tanto, ha sido posterior al desarrollo de las principales investigaciones académicas y teorías críticas sobre el género, iniciadas en los años ochenta.
Como precursora de estas investigaciones tenemos a Dolores Koch, quien entre 1981 y 1986, realizó y publicó sus primeros trabajos académicos en torno al microrrelato. El primero de ellos versaba sobre la micronarrativa en México, representada por las figuras de Julio Torri, Juan José Arreola y Augusto Monterroso.
En uno de sus últimos trabajos sobre el género, Dolores Koch reflexionaba brevemente sobre su propia trayectoria como investigadora de la minificción:
Pensé que para presentar un estudio sistemático de estas prosas breves como un subgénero o modalidad nueva, estas necesitaban un nombre. Como dice el proverbio vasco, «Izena duenak, izana du»: «Lo que tiene nombre existe». Escogí «microrrelato» a falta de uno mejor. No estaba en el diccionario, y esto se me criticó, pero era fácil de entender. Al principio encontré también entre colegas algún rechazo al uso de la palabra «relato», que me parecía más amplia que cuento, por estar menos definido, y recuerdo cierta insistencia en llamarles fragmentos; pero no me parecían fragmentos de nada, pues se valen por sí mismos, como los sonetos.
Posteriormente, las investigaciones académicas en torno al fenómeno del microrrelato comenzaron a sucederse en el mundo hispánico. En España, concretamente, fue en 1990 cuando el género empezó a suscitar interés entre los investigadores y críticos, a partir de la publicación de la antología titulada «La mano de la hormiga. Los cuentos más breves del mundo y de las literaturas hispánicas», elaborada por Antonio Fernández Ferrer. Cuatro años más tarde, en 1994, la investigadora Irene Andres-Suárez publicó el que sería en España el primer ensayo sobre el microrrelato, según la propia autora, titulado «Notas sobre el origen, trayectoria y significación del cuento brevísimo».
Lo cierto es que ya en 1992 se había presentado en la Universidad Complutense de Madrid la tesis doctoral titulada «El micro-relato en Hispanoamérica», de Concepción del Valle Pedrosa. Como comentó Fernando Valls, en relación con el estudio del microrrelato, «por una vez, los investigadores universitarios, los historiadores de la literatura, han ido por delante de los críticos».
No obstante, habría que esperar hasta comienzos del siglo XXI para encontrarnos con un verdadero avance en nuestro país en la elaboración y publicación de estudios sobre el género, así como en la celebración de seminarios y congresos especializados. Aunque son muchos y diversos los trabajos y eventos a los que podríamos aludir, nos limitaremos a mencionar tan sólo algunos acontecimientos de especial relevancia en el campo de la minificción:
-En el Xº Seminario Internacional del Instituto de Semiótica Literaria, Teatral y Nuevas Tecnologías de la UNED (Madrid, 2000), consagrado al estudio de «El cuento en la década de los noventa», se dedicó una de sus secciones a las investigaciones en torno al microrrelato.
-En 2002 se publicaron los números monográficos 211-212 y 222 de la revista Quimera. El primero de ellos estuvo dedicado a «La minificción en Hispanoamérica. De Monterroso a los narradores de hoy» y fue coordinado por Lauro Zavala. El segundo, coordinado por Rebeca Martín y Fernando Valls, se centró, sin embargo, en «El microrrelato español: el futuro de un género». Se erigía así «Quimera» en la principal revista nacional promotora del género del microrrelato, sobre todo durante la dirección de Fernando Valls, cuando se crearon, además, secciones específicas relacionadas con el género.
-También en 2002 tuvo lugar el IIº Congreso Internacional de Minificción, coordinado por Francisca Noguerol y celebrado en la Universidad de Salamanca.
-La tercera edición del Congreso Internacional de Minificción, si bien fue celebrada en la Universidad de Neuchâtel (Suiza) en 2006, estuvo coordinada por dos españoles: Irene Andres-Suárez y Antonio Rivas. En 2008 se publicaron sus actas bajo el título «La era de la brevedad. El microrrelato hispánico», en las que la presencia de trabajos centrados en el microrrelato español iba a la par con los enfocados hacia el microrrelato hispanoamericano, que hasta entonces había estado mejor atendido en estos Congresos.
-En 2006, además, se celebraron en la Universidad de Valladolid, organizadas por la Cátedra Miguel Delibes, las Jornadas tituladas «Menudos universos: el microrrelato en la literatura española contemporánea», cuyas actas aparecieron en 2007: «Mundos mínimos. El microrrelato en la literatura española contemporánea», editadas por Teresa Gómez Trueba.
-En septiembre de 2008, la histórica revista Ínsula destinó su número 741, coordinado por Fernando Valls, al tratamiento monográfico de «El microrrelato español: tradición y presente», donde hallamos estupendos artículos sobre el tema que daban pistas sobre lo que un poco más tarde, en noviembre de ese mismo año, encontraríamos en el XIXº Congreso de Literatura Española Contemporánea de la Universidad de Málaga, coordinado por Salvador Montesa y dedicado en aquella ocasión a las «Narrativas de la posmodernidad. Del cuento al microrrelato».
-Con respecto a la investigación minificcional en Canarias, debemos destacar tres aspectos: la celebración en 2008 de las Jornadas Internacionales de Literatura y Crítica: «Minificción Literaria», coordinadas por Osvaldo Rodríguez Pérez y que tuvieron lugar en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En este mismo año, la aparición de la «Antología del microrrelato en Canarias», editada por Carlos de la Fe para Anroart, editorial de Las Palmas de Gran Canaria.
Aparte de estos a los que hemos aludido aquí, son muchos más los encuentros académicos y publicaciones que en España, por no hablar del resto del mundo, dan fe de la trascendencia del microrrelato y su categoría como género literario independiente. Sirvan como últimos ejemplos las publicaciones de libros y manuales como «El microrrelato español. Una estética de la elipsis», de Irene Andres-Suárez; las colecciones de artículos y ensayos como «Poéticas del microrrelato», editada por David Roas, o «Las fronteras del microrrelato. Teoría y crítica del microrrelato español e hispanoamericano», editada por Ana Calvo Revilla y Javier de Navascués; y tesis doctorales como las siguientes: «Una aproximación al microrrelato hispánico. Antologías publicadas en España» (1990-2011), de Leticia Bustamante Valbuena (Universidad de Valladolid), o «El microrrelato hispánico (1988-2008): teoría y análisis», de Basilio Pujante Cascales (Universidad de Murcia).
No cabe duda de que los jóvenes investigadores y críticos dedicados a la minificción en nuestro país cuentan con una enorme cantidad de referentes en el estudio del género del microrrelato y desde las más diversas perspectivas. Lo mismo les ocurre, en el campo de la creación, a los jóvenes microrrelatistas españoles actuales, cuyos maestros se remontan a la época del Modernismo. Muchos de estos jóvenes, asimismo, se han iniciado en la escritura narrativa no a través del cultivo de la novela, la novela corta o el cuento, sino directamente con la producción de microrrelatos.
Estupendo artículo, Susana. Gracias.
El muñeco más bonito. Para mí.
Muchas gracias por toda la información, iré leyendo alguna cosa para intentar aprender y mejorar.
De esta sales artesana de dinosaurios molones.¿Has pensado dedicarte a ello en plan profesional? Besos, Su.
Gracias a ti, Ana. ¿A que ha salido guapo el dino? Algunos son más fotogénicos que otros, no sé por qué. Bueno, para mi perpetrar micros o dinos es un escape, ocio, y no me gustaría nada intoxicar estos entretenimientos. Lo que me gusta a mí es seguir aprendiendo y mejorar, y sin más pretensiones.
Beso, majísima.
Pues estoy de acuerdo contigo Susana, el muñeco es muy bonito, el dino boleador , te has convertido en una autentica maestra de estos dinos, en esta ocasión, le has dado tanta fuerza que parece que la bola saldrá rodando.