LOS ENFOQUES NARRATIVOS
El enfoque narrativo es el ángulo de visión que adopta el narrador (un ser ficticio, un personaje más de la obra que inventa el autor, o sea, nosotros) para contarnos la historia. De hecho, no es solo una invención del autor, sino que además «el narrador es el personaje más importante de todas las novelas sin ninguna excepción y del que, en cierta forma, dependen todos los demás», según Vargas Llosa. De cómo cuente la historia, de su voz, de la elección de lo que quiera contar, dependerá que el lector se enganche o no a ella.
Su voz es la que «escuchamos» al leer la obra y, como en nuestras relaciones personales, la voz que nos habla es fundamental: si nos gusta, la escuchamos; si no, nos vamos o nos ponemos a pensar en otra cosa. Por eso desempeña un papel importantísimo: porque necesitamos confiar en esa persona para sentarnos tranquilos, mantenernos quietos y callados y dejar que nos cuente su historia. Su papel es, por tanto, seducirnos.
Debemos aprender a romper la asociación de autor igual a narrador. No son el mismo ni equivale el uno al otro. El autor es una persona, tan compleja como cualquiera de nosotros, y el narrador es una invención, un personaje más. Y como tal, está sujeto a unas normas que van a fijar sus capacidades a lo largo de la obra. El autor puede caer en contradicciones, pero el narrador no; este tiene que responder a las reglas de un discurso coherente. Si no cumple ese pacto tácito con el lector, la voz narradora no podrá seducirle.
Narrador en primera persona
Forma parte de la acción, está dentro de la historia y nos cuenta lo que ve, vive o piensa. Sus límites son claros: solo podrá contar aquello que experimenta. Puede ser protagonista o testigo.
Narrador protagonista. Nos cuenta con sus propias palabras lo que le ocurre, la historia estará centrada en sí mismo y todos los demás existirán a través de él. Este narrador puede limitarse a contar lo que ve y hace, o añadir pensamientos, sentimientos y elucubraciones. A veces, nuestro protagonista no llega a comprender lo que le pasa, mientras que el lector sí tiene el privilegio de entender lo que le sucede. Otras veces habla consigo mismo y la narración se convierte en un monólogo interior. Si su voz es convincente da mucha credibilidad y confianza.
Narrador testigo. No es el protagonista, sino un actor secundario que nos cuenta las andanzas del primero. Puede ser un familiar, un viejo amigo, un vecino… Lo más habitual es que formen parte de la acción, así se nos hacen a los lectores más interesantes, porque sabemos que a veces corren peligro, que lo que ocurra les puede afectar, e intuimos que lo que cuentan va a tener consecuencias sobre ellos. La inmediatez de lo que observan y viven, su distancia y su mirada inteligente sobre lo que observan suele hacerlos muy atractivos, de una sutileza que seduce. Debido precisamente a esa distancia sobre los hechos, su voz puede ser más verosímil y creíble (aunque más incompleta) que la del protagonista.
Narrador en tercera persona
Se sitúa fuera de la historia, no aparece en ella ni forma parte de la misma. Tenemos aquí al narrador omnisciente y al cuasi-omnisciente (el denominado narrador cámara).
Narrador omnisciente. Este tipo de narrador es Dios en el microcosmos de la historia. Lo sabe todo: el principio y el final de la narración, lo que los personajes sienten, piensan, hacen, lo que deberían haber hecho, lo que soñaron, lo que no recuerdan… Es una deidad que penetra en el interior de la conciencia de los habitantes del relato, desvela los escondites de su personalidad y, en ocasiones, tiene la osadía de juzgarlos.
También tiene ubicuidad temporal y espacial: puede revelarnos el pasado y el futuro, y cambiar de lugar para estar en dos sitios a la vez. Puede contarnos hechos que no han presenciado ninguno de los protagonistas y ocultar otros. Selecciona a su gusto y elige la distancia desde la que contará la historia.
Su principal virtud es que puede profundizar en los sentimientos de los personajes y aclararlos mejor que ellos, pero esta virtud se ha convertido en su inconveniente principal; el lector moderno busca voces limitadas, con carencias, que dejen espacio para interpretar los detalles, para rellenar los huecos. Prefiere reconstruir en su mente una historia a partir de ciertos datos sin que se lo dilucide el narrador sabelotodo.
Narrador omnisciente limitado. En la actualidad, al narrador omnisciente se le han quitado alguno de esos poderes para ganar credibilidad, para que se parezca más a nosotros, sus lectores, que nunca sabemos todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Este narrador sabe mucho, pero no lo sabe todo. Por ejemplo, puede saber todo sobre el protagonista, pero no sobre el resto.
Es este un narrador muy útil. Nos permite profundizar en el personaje y al disponer de un margen de aislamiento, nos da en otros momentos una visión de los hechos más objetiva, más creíble para el lector.
Narrador cámara. Este deja de ser Dios y se diferencia del narrador testigo en que no es un personaje y por tanto no debe estar presente en el desarrollo de la acción, ya que puede relatarnos, por ejemplo, lo que ocurre en el interior de una celda sin estar encerrado en ella. El narrador cámara puede relatarnos lo que ocurre allí donde ningún humano llega.
Este narrador observará los gestos de los personajes, sus reacciones, veremos sus lágrimas, escucharemos sus carcajadas, pero en este caso, será el lector quien las interprete, pues el narrador no estará encargado de traducirlas. Tendremos conocimiento de los actos de los personajes, pero no penetraremos en sus mentes ni sabremos lo que han soñado la noche anterior. Podremos presentarlos agitándose durante el sueño o despertándose violentamente (pues la cámara puede penetrar en todos esos espacios físicos del relato), pero solo conoceremos la pesadilla si el protagonista se la cuenta a alguien para que el micrófono de la cámara pueda captar su voz.
Este narrador crea historias muy visuales y sensoriales. Como no puede entrar en la mente de los personajes, lo que tiene que hacer es ser muy detallista (siendo esta su mayor dificultad: elegir los detalles idóneos) y observar todos sus movimientos y reacciones para que el lector interprete lo que les pasa por la cabeza.
Por todo lo dicho, el narrador tiene que ser un personaje bien perfilado y con coherencia interna; lo lógico es que a un narrador que cuenta las cosas en primera persona no lo mudemos de repente a un narrador omnisciente. Se pueden hacer estas mezclas (Cortázar y Stendhal juegan con distintos narradores), pero es mejor limitar esos cambios al máximo en el género del relato porque pueden dañar irreparablemente la credibilidad del cuento. Este tipo de mezclas suponen una sorpresa, desubican al lector y producen un corte en la narración, lo que puede afectar de manera negativa a la verosimilitud.
Como siempre, muy interesante esta reflexión sobre los distintos tipos de narradores. Ahora nos queda ¡solo! decidir que tipo de narrador nos conviene adoptar en cada uno de nuestros cuentos.
Pezado de entrada, Susana. Me apetecen probarlos todos, sobre todo los que no he utilizado. Casi siempre utilizo la primera persona. Habrá que variar de vez en cuando.
Un abrazo.
Para ser un recién aterrizado en Entc, estoy encontrándome que sí estás aquí no sirve sólo con la presencia. Esto es más. ¡Mucho más!
He revisado Microchampions y me encanta. Habrá que escudriñar paso a paso.
Todo lo que aportas son lecciones magistrales y didácticas.
Muchas gracias y un saludo,
Ton.
Estupenda entrada Su.
¿Sabes qué suele ser muy instructivo? escribir la mismas escena cambiando de narrador:la cámara fría que lo muestra, cómo lo percibe el testigo, cómo lo siente el protagonista, lo que nos comunica al final el omnisciente, es un muy buen ejercicio.
Podrían por favor mandar la Fundamentacion o bibliografía de su texto. Gracias
Hola jeje