ABR159. CABALLERO TORTUGA, de Juancho Plaza
En las eternas mañanas de verano, palo de escoba en ristre, yelmo de cartón, espada de lamas de persiana atada a la cintura y escudo de tapadera de tambor de detergente colgado del antebrazo, es el primero en tomar la calle. Reinos todavía no conquistados, dragones rebosantes de fulgor, crueles generales al mando de ejércitos sin escrúpulos y preciosas doncellas deseando ser cautivadas, esperan, aún vírgenes, la llegada de un valeroso caballero que derribe sus murallas, que apague sus llamas, que aniquile sus tropas y que enamore sus párvulos corazones. Su madre desde la ventana ejerce de un invisible Merlín que solo aparece circunstancialmente como suministradora de bálsamos contra los inevitables golpes o restauradora de rodillas ensangrentadas. Mientras, el sol continúa su ascenso, las calles comienzan a recibir sus primeros pobladores y otros niños se reúnen y deliberan sobre a qué van a jugar hoy, su sombra se acorta cada vez más y replegado sobre sí, retoma impaciente su camino a casa. El reposo del guerrero, metido en su concha, le proporcionará nuevos bríos para reconquistar el mundo en un próximo amanecer.
Eso si eran veranos de verdad. Tres meses todo el día jugando en la calle, entonces que aún se podía ¡así tengo yo las rodillas, como un mapa del tesoro! Qué buenos recuerdos. Muchas gracias por este relato en una mañana lluviosa. Un abrazo.
Cuantos recuerdos Juancho de cuando la vida se vivía en la calle, cuantas cosas se perderán las nuevas generaciones.
No cambio mi caballo de palo por una playstation.
Muy bueno, suerte.
Un abrazo.
En estos tiempos me parece imposible bajar a la calle a jugar. Que recuerdos. Suerte Juancho! Besicos
Aurora, Miguel, Beatriz, muchas gracias por pasaros a leer y por vuestros cariñosos comentarios. Al final he podido colar el cuento en la cuenta atrás. A falta de alguna idea que me acabará de gustar he decidido tirar de recuerdos y contar una historia que, aunque triste, esta lleno a una infancia que, como bien decís, hoy en día sería imposible vivir. Entonces nos pasábamos los días en la calle y aquellos larguísimos e inolvidables veranos.
Besicos y abrazos para todos…
¿Como era:
Mientras haya bicicleta habrá poesía,al Quijote que madruga Dios le ayuda,
las bicicletas son para los guerreros, Mientras haya imaginación habrá veranos?
Me ha gustado ese alevin de Quijote, en preparandose para largas aventuras, y esa dama madre enfermera.
Creo que tiene mucha alegría. Suerte.
Qué época tan buena cuando podíamos bajar a la calle a jugar sin temor a que nos aplastara un coche o nos raptara un degenerado. Muchas gracias por los recuerdos y suerte.
Nunca olvidaré aquella sensación, cuando en vacaciones era el primero en bajar a la calle y pensaba, el mundo es mío.
Gracias Antonia, gracias Ana por pasaros a leer el cuento y por compartir recuerdos.
Un abrazo.
Estos caballeros infantes son los más valientes, los que pueden conseguirlo todo con su imaginación. Vi a la madre llevándole también el avituallamiento de un bocadillo de nocilla, jaja. Espléndido relato, caballeresco del día a día de una infancia llena de aventuras.
Abrazos.
Muy buen relato, Juancho. Muy bien conseguido ese tono entre evocador y melancólico de cuanto los días nos parecían infinitos…
Suerte y saludos.
Parece que las vacaciones de verano de cuando éramos niños han dejado un recuerdo imborrable en nuestras memorias. Muchas gracias Puri, Ana U, Rafa y a todos en general por vuestra agradable visita y vuestros comentarios.
Un abrazo a todos.
Qué ternura! Impecable el estilo y con ese aire nostálgico y lindo que hace que los recuerdos te acaricien como una madre cariñosa. Me pusiste romántica. Precioso, solo faltan las lagartijas : ). Me encantó.
Luz.
Hola Juancho. Pasaba por aquí y me ha apetecido pararme un poco a agradecerte la pincelada nostálgica de esos veranos perdidos, no sé si azules o rosas, pero luminosos sin duda. Suerte y un abrazo
Gracias Alba, gracias Eva por acompañarme en este rinconcito y por vuestras ambles palabras. A todos os gusta el tono evocador y melancólico del relato y es cierto que tiene parte de eso, pero hay una parte triste, de la soledad del niño que no os ha llamado la atención a ninguno y me temo que es porque no he sabido contarla. Pero encantado de que os guste. Muchas gracias y un besito.
Juancho, no han pasado tantos años de todo esto que narras de nuestra infancia y ya parece un relato histórico. Me ha encantado y desde luego de esa época conservo mis mejores recuerdos. Gracias por recordármelo con esas estampas tan precisas.
Un abrazo.
Jajaja… Claro que no hace tanto, tampoco somos tan mayores. Muchas gracias por la visita Susana y me alegro de haber despertado tus más alegres recuerdos.
Un abrazo.