25. Un puñado de nueces (Blanca Oteiza)
Vicente tiene en su pueblo un huerto con frutales. Cada mañana le veo llegar montado en su bicicleta. Cuando entra en mi taller nunca le falta una sonrisa. Últimamente el negocio no va bien, el dinero escasea y los ahorros hace tiempo se gastaron.
Esa noche, mientras en la cercana catedral suena la media noche, Vicente sube a una camioneta acompañado de miedo e incertidumbre. Es tiempo revuelto, en el aire se respira intranquilidad y cualquier mirada te enemista con el vecino. El viento trae palabras que no sabes quién pronuncia. Con las luces del alba puede verse en la farola frente a su portal la bicicleta de reparto descansando.
Hoy no tendré postre: ni manzana, ni higos, ni uva. Me extraña que el cartero no me haya visitado; en los años de oficio ni un día ha dejado de pasar frente a mi puerta. Algunas veces me trae carta, otras tan sólo un saludo, aunque en cada visita me entrega un paquete con pequeños frutos de su huerta. Ahora es tiempo de nueces.
Vicente deja de respirar con los primeros rayos de sol rodeado del canto de los pájaros. Entre tierra removida abraza el cielo que le espera.
Una rutina que se rompe por culpa de una guerra o posguerra que no se nombra. La bicicleta inmóvil es el peor presagio de que a su dueño, un buen hombre, le ha ocurrido lo peor tras montar en una camioneta que, sin acabar de creérselo, le la conducido a su último viaje. Unas nueces de menos pueden significar mucho más que la mera ausencia de un puñado de frutos. También tu relato, sin contar de forma explícita, dice mucho.
Un abrazo, Blanca. Suerte
Gracias Ángel por la lectura y tus palabras.
Como dices, no nombro ninguna guerra, pero puede representar una ciudad en los momentos previos o posteriores a una guerra civil.
Un abrazo
Sin necesidad de nombrarla en todo el relato, la sombra de la guerra civil cubre al lector de tristeza e impotencia.
Gracias Edita, si, la sombra de la guerra civil tiñe de tristeza el relato.
Un abrazo
Precioso relato bañado de tristeza. Y es que en la guerra nadie sale bien parado.
Un cartero que entrega alegría y víveres de temporada cae como uno más en la injusticia.
Esas nueces quedan pendientes…
Me encanta Blanca, felicidades por tu relato. Un besazo.
Muchas gracias M Belén, me alegro que te guste el relato.
En las guerras siempre se pierde, especialmente los ciudadanos de a pie.
Un beso
¡Que relato blanca! Trágico sobre todo ese final entre tierra removida y los primeros rayos del sol.
Muy bueno.
Un abrazo y suerte.
Gracias Moli,
Sí, es un relato triste, aunque también de esperanza al saber que a pesar del escenario de una guerra hay gente buena que sigue ayudando a los demás con lo que puede.
Un abrazo
Has conseguido plasmar lo crudo de las guerras que rompen las preciosas rutinas de la vida. Mucha suerte, Blanca.
Gracias Lorenzo por tus palabras.
Un abrazo
Blanca, nos dejas con la incognita de que le ocurrio, para que lo interpretemos libremente. Bella historia. Suerte y saludos
Gracias Calamanda,
En el texto no menciono lugar, ni fecha, ni siquiera aparece la palabra guerra. Como dices, todo lo dejo abierto a la interpretación, el recuerdo o lo que pueda sugerir a cada lector.
Un beso
Blanca, muy bien expresado el miedo y la vulnerabilidad de la gente sencilla. Ójala no vuelvan tiempos así. Es preciosa la imagen de las frutas, como señala el paso del tiempo y el recuerdo del cartero para el narrodor. Muchas felicidades.
Gracias Belén, ojala no nos toque vivir una situación así de dificil.
UN beso
Gracias Ana. Un beso para ti.
Muy emotivo, poético y sensitivo, Blanca!
Se respira el ambiente que anuncia una desgracia, como transmites con tus símbolos y personificaciones.
La figura de la bicicleta evoca ese final que se va anunciando en el relato.
Triste pero hermoso!
Un abrazo
Marta
Gracias Marta por tus palabras. Me alegra que te haya gustado.
Tu relato, hermoso y triste, me parece una llamada a La Paz. Suerte
Gracias Reyes por tu comentario. Las guerras son algo que nunca entenderé y tendrían que desaparecer de la Tierra.
Enhorabuena Blanca por este relato de mucho nivel. Me encanta leerte, porque tus relatos destilan cierta nostalgia que te atrapa.
Mucha suerte.
Ton.
Muchas gracias Ton por tus palabras. Me alegra que te guste el tono de mis relatos. Es cierto que normalmente suelo escribir con ese toque nostalgico.
Un abrazo
Nos has puesto a todos en esas fechas y esa situación. Un relato que no deja indiferente.
Gracias Ezequiel por tu comentario.
Aunque no lo menciono explicitamente en el relato, si es cierto que su lectura nos conduce a la guerra civil.
El miedo se lee entre líneas en tu relato Blanca, no hablas de la guerra pero creo que a todos nos vienen esas imágenes escuchadas de nuestros mayores o vistas en alguna película, en la que a alguien le «pasean» por última vez. Esa bicicleta inmóvil para siempre me asusta.
Mucha suerte.
Gracias Yashira por tu comentario.
Sí, esas imagenes recuerdan a las historias que alguna vez escuchamos de nuestros abuelos.
La biciclet inmovil es el peor de los plesagios.
Un abrazo
Hola Blanca:
La última imagen que nos deja tu relato es conmovedora. «Entre tierra removida abraza el cielo que le espera»
Vicente es un hombre bueno que merece ese cielo.
Un abrazo y felicidades por este relato tan plástico.
Besos.
2
Gracias Virtudes por tus palabras.
Vicente es una persona sencilla y buena y ese cielo le abre las puertas cuando sube.
Un abrazo
La cotidianidad, la armonía, las relaciones de vecindad, todo queda paralizado cuando los seres humanos escribimos capítulos infames de la historia. Muy bueno, Blanca. Abrazos y feliz verano.
Gracias Salvador,
Una guerra tiene que ser lo peor que le puede ocurrir a una población. Se rompe toda rutina y todo sueño de cada uno de los residentes en ella.
Feliz verano
Hola, Blanca.
Un relato hermosísimo en el que sabes decir mucho callándolo.
Una historia de un hombre al que alguien se lleva en una caminoneta hacia un destino desconocido… quizá su propia muerte.
Destaco algunas frases que me parecen muy reveladoras: «frente a su portal la bicicleta de reparto descansando», «Vicente deja de respirar con los primeros rayos de sol rodeado del canto de los pájaros. Entre tierra removida abraza el cielo que le espera».
Inmenso este final.
Enhorabuena, me ha llegado tu texto.
Un besazo y mucha suerte, guapa.
Muchas gracias Towanda,
Me alegro que te llegue mi texto, eso siempre es un premio para el que escribe.
Un besazo
Estos relatos tristes que vienen de una realidad calan cuando están bien descritos como el tuyo.
Felicidades y abrazos
Muchas gracias Javier por tus palabras.
Un abrazo
La mezcla de tiempos verbales y puntos de vista narrativos hacen que me resulte muy complejo de leer. Triste historia de las cunetas y falta de respeto por los diferentes.
Gracias Javier por tus palabras, siempre bienvenidas. Siento que no suelas entender o te resulten complicados mis relatos.
Un abrazo
Hola Blanca.
Reflejas muy bien la tensión que provoca la no rutina, el presagio de algo que va a provocar mucho dolor, no importa lo que sea, importa el efecto y tu sensibilidad para reflejarlo.
¡Enhorabuena!
Gracias Cari por tus palabras.
Saludos
Blanca, qué bien has contado algo que sólo así se puede contar cuando los tiempos, como dices, están revueltos. Qué bonito, qué triste. Pensar que ahora, por lo menos aquí, los tripulantes de las camionetas de la muerte, ya ni se esperan la noche para pasar y dejarnos sin los mensajeros de la verdad. Qué tiempos, caray. Muchas felicidades!
Gracias María por leer y comentar. Me alegra que te haya gustado mi relato.
Un abrazo
Muy bonito Blanca, comparto los elogios de los comentarios. Las palabras escritas dicen mucho, lo que callan y se interpreta, mucho más.
Besos
Gracias Isabel por comentar y leer.
Un saludo