57. Objetos perdidos (Lorenzo Rubio)
Cada día entran por la puerta las cosas más variopintas. Y, aunque en algunos momentos el tedio es adormecedor, me entretengo con los cachivaches que la gente olvida por la ciudad y que acaban muriendo aquí. Me encanta cotillear las fotos de los monederos y elegir el móvil sin batería que quiera para hablar con mi familia.
A veces, la gente deposita objetos insólitos, como aquel carricoche en el que encontré a un bebé durmiendo; sentí mucha felicidad arrullando a la niña, pero pronto apareció una mujer y se la llevó consigo. Eso sí, los peluches y las muñecas me consideran un padre excelente; los cuido como si fueran mis hijos y siempre que aparece algún bocadillo o refresco dentro de una mochila extraviada, lo comparto con ellos.
Cuando no me sale la vena paternal, me dedico a las manualidades. Desde que dejaron una piedra de granito, con un cincel y un martillo, mato las horas grabando en ella mi propio epitafio, pues, según el calendario donde tacho los días, en breve se cumplirán los dos años; el tiempo máximo para que alguien me reivindique como su legítimo abuelo o me destruyan, igual que al resto de las cosas.
Qué bueno este abuelo con fecha de caducidad. Espero que alguien le adopte antes de que termine ese periodo de gracia, se lo merece.
La mayoría de nosotros sumergidos en camposantos, y viene el gran y original Lorenzo a decir de forma magistral que un epitafio se puede escribir en otros lugares.
Hay unos cuantos escritores a los que sigo gustoso, que no sólo me asombran por lo prolíficos que son, pues parecen estar en todas partes, sino también y sobre todo por lo atinado de sus obras; tú, en concreto, siempre disparas con la mejor munición.
Un abrazo, Lorenzo. Suerte
Muchas gracias, Ángel, por tus palabras, pero mis balas son de fogueo jeje. Un abrazo crack.
Lorenzo qué giro final tan extraordinario. No me lo esperaba. Imaginaba que estabas preparando alguna sorpresa de cierre, pero aún así me has sorprendido gratamente. Y luego a pensar en ese mensaje subyacente, oculto, latente.
Pues sí, me ha gustado por la sencillez y la doble historia.
Felicitaciones, Lorenzo.
Un abrazo
Me alegro de que te haya gustado el giro y hayas captado la historia subyacente que al fin y al cabo es la central del relato. Gracias por pasarte.
Lo he leído con mucha intriga, intentando imaginar por dónde iban los tiros, pero la frase final me ha sorprendido de veras. Ingenioso, original y con una frase final muy sorprendente. Besos y suerte.
El relato tiene que explotar al final y eso he buscado. Muchas gracias por tu lectura, Ana, un placer.
¡Que grande,Lorenzo! Hasta ahora el que más me ha gustado sobre epitafios. No suelo apostar si no es sobre seguro, así que me juego todo mi capital literario -que tampoco es tanto- a que te metes en el libro con Objetos Perdidos.Bueníiiiissssimo.
Si notas que te cae alguna gota encima es que te estoy haciendo la ola después de leer tu comentario. Ya me siento premiado. Gracias.
El ‘choque’ entre el inicio del texto y su desenlace me ha parecido buenísimo y sorprendente.
Mucha suerte.
Muchas gracias, Cristina, me gusta buscar giros finales, pero no siempre lo consigo.
Primero pensaba que era un trabajador de objetos perdidos – luego, ¡sorpresa!, es un «abuelo perdido»!
Muy ocurrente.
Ahora entiendo lo de hablar con su familia con un móvil sin bateria…
Saludos,
Carme.
Pues justamente buscaba crear esa sensación; así que me alegra mucho haber leído tu comentario y que me hayas leído. Gracias.
¿Quien puede perder un abuelo y no reclamarlo? Este es muy especial por lo que leo, ese final me llevó a comprender tu relato.
Magistral!!
Un abrazo y suerte.
Menos mal que creo que en la vida real eso no pasa o sí que ya me lo creo todo. Gracias por tus palabras.
¡Ay, que me da que no es un abuelo perdido sino abandonado!
En todo caso, has hecho un relato muy tierno y como dice Ángel, un acierto sacar el epitafio del cementerio.
Saludos cordiales
Gracias, Carles, pienso lo mismo yo creo que alguien lo ha dejado tirado ahí… Algunos eligen gasolineras y otros oficinas de objetos perdidos.
A ese relato y a su autor seguro que no le llego ni a las escamas de la sirena. Gracias por leer, Ana.
Magnifico relato. Una historia que destila tristeza en el abandono y ternura en tu optimista y paternal protagonista. Un abuelo perdido que pasa sus días de la manera más positiva y alegre que puede en esa oficina. Deseo que con la magia que siempre tienen tus letras le escribas en secreto un final feliz o al menos un epitafio lleno de cariño y reencuentro.
Siempre nos sorprendes con tus giros y nos haces disfrutar de la lectura de tus textos. Eres grande Lorenzo. Un beso enorme.
Ohh qué bonito Mª Belén, la verdad es que se lo merece le he cogido cariño a ese abuelo y creo que voy a ir a presentarme en la oficina como su nieto antes de que se cumplan los dos años de plazo. Un besazo enorme.
Bravo Lorenzo! Ese abuelo con fecha de caducidad, no la tendrá.
Un abrazo.
Gracias, Yolanda, qué bonito es tu comentario. Se lo diré al abuelete para que no se preocupe.
Sólo tres palabras: ¡genial, genial y genial!
Y otra tres: gracias, gracias, gracias.
Muy bueno, eso de ser abuelo resulta a veces tan difícil.
Felicidades
Muchas gracias, María, casi tanto como escribir una historia que guste.
Poético relato que llegará al corazón de muchos abuelos que han comenzado la cuenta qtrás.
Enhorabuena
Uff tu comentario me ha llegado a mí también.
Relato de lo absurdo que encierra una reflexión de abandono, soledad e incomunicación, todo engarzado con fina e inteligente ironía. Me ha encantado y me alegraría que estuviera en el pódium. Abrazos, Lorenzo.
Muchas gracias, Salvador, y a mí me encantaría coincidir contigo, máquina.
A mí me parece un relato de los de salir en cualquier antología. Me ha gustado mucho como le has dado la vuelta a la consigna y le has imprimido un aire fresco a la idea del epitafio, conduciéndola con ese abuelo que vas descubriendo poco a poco y que al final cuando resuelves la situación haces que se quede ya para siempre en tu memoria junto a otros muchos entrañables. El tono que has utilizado está muy bien escogido y la sensación final para mí apunta a que estamos ante un grande. Mucha suerte Lorenzo 🙂
Muchas gracias, Goliat, tú ahí a seguir cosechando éxitos!!!
LORENZO, me gusta mucho tu cuento y su final. Original y bien ambientado. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda, siempre puntual a leerme qué ilusión. Ahora me subo arriba que acabo de ver que ya está lista tu receta al epitafio.
Te veo por aquí y voy a darte más chollo: a mí también me gusta mucho : ). Creo que todos somos perfectamente conscientes de que vivimos en una sociedad perversa con los mayores y por eso pegan tanto como protagonistas, lo que no sé es por qué hacemos tan poco para cambiarlo. Es que no nos entiendo, de verdad. ¡Un abrazo!
Muchas gracias, de acuerdo con tu apreciación sobre la sociedad. Los ancianos deberían ser los protagonistas de la sociedad, los reyes, los privilegiados, sin más.
Jo, apetece llevarse a este abuelo a casa. Me encanta tu relato, Lorenzo.
Un abrazo.
Llévatelo, , que lo necesita jaja. Otro abrazo.
Lorenzo, tierno y delicado relato que lleva tu sello maestro. Cómo me gusta tu estilo y cuánto hay en tus textos para disfrutar. Abrazos y gracias.
oh qué comentario más tierno; muchas gracias.
La lectura del microrrelato me ha producido ansiedad por no ser capaz de ubicar el espacio, el lugar de la narración. Parece un estercolero y se desconoce al narrador. Aunque hay indicadores de soledad y necesidad de tener familia, la aparición de un bebé ¿abandonado? me despista aún más. No sé, solo bajo el surrealismo pueda entender el cuento, un almacén de objetos perdidos en el cual también se lleva a los ancianos encontrados en la calle. En fin, problema mío, seguro.
Qué bueno, Javier, un estercolero con puerta jajaja. Gracias por tu sincero comentario y tienes razón sin una lectura que atienda a la existencia del surrealismo, quizá mágico, no tiene sentido este relato del abandono.
Ayyyy, qué denuncia tan legítima y oportuna, maestro. Su texto, tan dulce y delicado termina dando un golpe terrible y certero en el corazón. Estupendo, maestro. Gracias por sus lecciones del bien pensar, sentir y escribir. Muchas felicidades.
Vaya qué comentario más motivador, gracias, María, tú sí eres una maestra de las letras.
Mira por donde, no sabía yo que durasen tan poco las cosas en objetos perdidos…
Genial, Lorenzo, ameno y muy divertido.
Un abrazo
Jeje es real, Rosy, supongo que cada oficina tendrá su plazo y su normativa propia, pero me basé en una oficina real de objetos perdidos que a los dos años destruyen los objetos no reclamados. Gracias por leer y comentar, maja.
Muy buena idea y muy bien relatado, con sorpresa final. Me encanta esa oficina de objetos perdidos tan original y por supuesto ese abuelo con fecha de caducidad. Divertidísimo.
Pobre abuelito, tan perdido como los objetos que llegan, Loren. Muy tierna la imagen de este anciano con fecha de caducidad. Un micro de apariencia amable que intuyo esconde cierta crítica. Me encanta, Loren. Muy tuyo. Muy bueno.
Suerte, campeón.
Mil besos
Gracias, Izaskun, que como cada día aprendes más ya escribes directo al libro jaja gracias, campeona.
Ese almacén de objetos perdidos ¿No será una metáfora de la vida?. Yo lo entendí así.
Suerte, Lorenzo
María Jesús, gran lectura, lo puede ser perfectamente una metáfora de la vida, muchas gracias, pedazo de escritora, por dejar tu sello por aquí.
Genial. Lorenzo, te diré que tus relatos están siempre entre mis preferidos, pero éste en particular me parece una obra maestra. Es de esas historia que se van formando a tu alrededor, envolviéndote mientras lees.
Al libro de cabeza, porque lo digo yo 😉
Abrazos
Oh, gracias, Anna, es mutuo sinceramente. Y eso está muy difícil, pero muchas gracias por tus deseos.
¡Enhorabuena!
Muchas, gracias.
¡Enhorabuena, Don Lorenzo!
Muchas, gracias.
¡Enhorabuena!