Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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56. Nº 14465. Mujer desconocida. Mayo 1964

Juana tenía setenta años cuándo interiorizó su soledad y se aisló en su mundo interior. No tenía familia ni amigos, ni interés en buscarlos, y su única satisfacción era dar largos paseos por el campo, quizás como una huida de sus vecinos o de ella misma.

 

Llegó el momento en que ya no se relacionaba con nadie, salvo para satisfacer sus escasa necesidades, entre las que estaba dejarlo todo preparado para cuando muriera, por lo que había comprado un nicho y contratado a su único amigo, para que lo cuidara “para cuando ella faltara”.

 

Un fatídico día, en una de sus solitarias escapadas, tropezó y cayó golpeándose en la  cabeza y falleciendo en el acto. Cuando la encontraron, su estado de descomposición no permitió identificarla, y al no haber ningún aviso de desaparición ni nadie que la reclamara, la enterraron en una fosa común.

 

El nicho continuó vació, limpio y con flores, mientras Juana descansaba en compañía de otros muchos solitarios, identificada con una fecha, un número y el epígrafe “mujer desconocida”. La noticia de su desaparición y posible fallecimiento llegó a su amigo, que se fue, dejando escrito en la lápida del nicho vacío: «Aquí yace la soledad eterna».

21 Responses

  1. Ana Fúster

    Muy bonito el epitafio que has elegido, y muy apropiado para la protagonista, que en vida había optado por una soledad absoluta.
    Besos y suerte.

  2. Salvador Esteve

    Al final, la última morada la habita acompañada. El amigo contratado ejerció como tal y escribió un epitafio que refleja su vida. Muy bueno, Ezequiel. Abrazos.

  3. Me parece una historia muy bonita. Quizás sea más común en otras generaciones pero lo dejar ese tema resuelto en vida es algo que preocupaba a bastante gente. A partir de esa idea has ensamblado un relato que muestra y llega a pasos iguales para dejarte en ese final que que redondea y completa. Me ha gustado mucho. Mucho suerte 🙂

  4. Gracias, Juan Antonio, valoro mucho tu opinión.
    Es cierto que ahora nos preparamos menos para la muerte, pero supongo que la forma de morir mantendrá una relación con la forma de vivir.

  5. Gracias por tu análisis, Ana.
    Me parece básico, como bien dices, diferencial la soledad buscada (sea cual sea el motivo) de la impuesta. Queda abierta a la interpretación de cada uno el caso de Juana.
    Un abrazo.

  6. Virtudes Torres

    Me ha gustado mucho tu relato. A ciertas edades y si la vida te ha ido despojando de familiares y amigos, mucha gente se hace invisible para los demás. Eso le pasó a Juana que nadie la echó en falta.
    Para cuando la noticia de su muerte llegó al amigo, éste ya no pudo evitar que estuviera acompañada.
    Su reacción y el epitafio de diez.
    Saludos.

  7. Solo Su amigo entendió los deseos o la necesidad de soledad de Juana, y así lo hizo plasmar en ese epitafio, que era en realidad un último homenaje.
    Gracias por leerme y comentar.

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