Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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132. Vae victis

Al primer aviso de la alocución inminente, la familia abandona el frescor del patio para congregarse alrededor del aparato. Hasta las tatas  Patro y Carmela acuden a escuchar al general retorciendo, aterrorizadas, las puntas de su delantales.

−Buenas noches, señores −saluda Queipo a través de Unión Radio Sevilla−, mañana vamos a tomar Peñaflor. Vayan las mujeres de los rojos preparando sus mantones de luto…− . Antes de que continúe el rosario de bravuconadas y amenazas, Pilar se levanta con el rostro desencajado. «Es muy joven para comprender ciertas cosas», piensa su madre viéndola marchar.

La muchacha sube al sobrao recalentado  que nadie visita en verano. Hace una semana lo encontró en la azotea.

−Yo no he jecho na malo, no me denuncie. Cuando dejen de buscarme, me iré pa Málaga  −suplicó enloquecido.

Cada noche, con la respiración agitada, Pilar levanta la tapa del arcón y le entrega deprisa lo que ha podido escamotear ese día: algo de gazpacho, pedazos de pan, los albérchigos del postre que guardó en un bolsillo; y,  cada noche, aquel hombre orgulloso que soñaba en los mítines con una sociedad sin amos ni religión besa su mano al tiempo que susurra:  −Dios se lo pague, señorita

19 Responses

  1. María José Escudero

    Cuántas historias terribles dejó la guerra,cuántas orejas agachadas, cuánta renuncia por temor a la amenaza de muerte segura que se anunciaba también por radio. Y qué bien has transmitido el miedo, el sobresalto , y también la solidaridad con este relato. Un saludo y mucha suerte.

  2. Una historia con la radio como portadora de las noticias… y de las amenazas.
    Gente aterrorizada, gente con los sueños rotos.
    Y una madre que ve a su hija «muy joven para comprender», pero una hija que comprende perfectamente, mucho más de lo que su madre imagina.
    Buena historia.
    Saludos.

  3. José Vicente. BLUESS

    Así sucedió,muchos ya no lo «recurrdan» no por no haberlo vivido,por…
    Hermoso y triste relato al fin.
    Saludos

  4. Ángel Saiz Mora

    La radio como medio que se anticipa y anuncia una realidad que se impone a sangre y fuego, que no admite sino la derrota incondicional. El poder de los oradores de uno y otro bando y su impacto en las clases humildes, más atentas a sobrevivir y a las personas que a las ideologías.
    Un saludo y suerte

  5. María Jesús Briones

    Supongo ocurrirían cosas como las que describes, con tanto realismo.
    ¡Ojalá no se produzcan jamás!
    Suerte, Elisa

  6. Elisa, los recuerdos de otros tiempos que ponen la piel de gallina y que para más inri, en cualquier momento podrían repetirse. Mucha suerte con este pedazo de historia que nos entregas.
    Besicos muchos.

  7. La radio es memoria y tu relato le rinde un precioso homenaje. Muy bien tejido y con esa frase final que nos da a entender lo desesperado que debe de estar el fugitivo. Muy, muy bueno.
    Besos,

  8. Calamanda Nevado

    Elisa, valentia por las dos partes y tiempos dificiles en tu cuento de una época. Bien ambientado en su minuciosidad costumbrista. Suerte y sludos

  9. Muchas gracias a todos por vuestras lecturas, cada uno ha resaltado un aspecto distinto del texto, nada puede hacer más feliz a la autora que que sus lectores busquen los matices del relato. Ese es el lujo que ofrece ENTC y las personas que lo forman.

  10. María Rojas

    Toda una lección de solidaridad de una joven en épocas de guerra y de buena letra de la autora. Elisa, me gusto mucho.
    Felicidades y buen tiempo.

  11. Ernesto

    Me alegra saber que has dado vida a una escena que debío ser frecuente en esa época. Tu relato está lleno de la realiad que hemos oído de nuestros mayores.

  12. Puri

    Enhorabuena Elisa, relato de la solidaridad durante la guerra aún a costa de jugarse el pellejo. Y habiendo conocido este fin de semana el origen de esta historia de tus labios todavía me gusta más. Besos.

    1. ¡Ay, Barlon!, qué trabajito me ha costado pillar lo del idioma que le ponen a los bichos nuevos ;-). Siempre me gustó el latín, la pena es que se me ha olvidado. Besísismos.