Elisa de Armas

Un puñado de amapolas ajadas sobre la mesa, un dibujo con una dedicatoria de letras desiguales, un bracito que se colocaba sobre el respaldo de... Leer más

El apocalipsis, con su bestia escarlata, sus jinetes y sus siete ángeles derramando siete plagas desde siete copas, me sorprendió con un dedo de raya... Leer más

Desde que abrieron al público el jardín del museo, Adela dejó de venir con nosotras a jugar a la canasta. Sus visitas a la parroquia... Leer más

Todo en Pórfida está pensado para permanecer, desde los profundos cimientos que la sustentan hasta las columnas de basas macizas, los arquitrabes y los frontones... Leer más

Cada mañana, al verla pasar camino del andén, el saxofonista le dedicaba lo mejor de su repertorio, pero ni el jazz, ni las bulerías, ni... Leer más

En aquel planeta había un jardinero que regaba un campo de flores. El pequeño príncipe contempló las largas filas de rosas de pétalos aterciopelados y... Leer más

Sor Josefina Ndongo era la novicia más alegre del convento de la Piedad. Sus trinos y arpegios luminosos reverberaban en las columnas salomónicas de la... Leer más

Fue un impulso irresistible y después me pudo la vergüenza. Nunca me atreví a confesar que fui yo quien hizo desaparecer el descapotable de juguete... Leer más

Tan pronto asoma entre las nubes la rosada aurora, suena el despertador. Levántase Carmela, deja hechas las faenas y se dirige a la peluquería donde... Leer más

Julia se acomoda en su asiento. Frente a ella duerme una pareja madura. La cabeza de ella traquetea abandonada en el hombro de su compañero.... Leer más