86. Artículo de comercio (Rosy Val)
La peinan y maquillan, si bien, ella no necesita acicalarse. Se mira en el espejo y un miedo desconocido tizna su vestido inmaculado. Tampoco le atacan los típicos nervios del momento, pero está confusa y aunque se lo hayan explicado cien veces, sigue sin entender esta parafernalia. En cambio, sí recuerda las mil que le han martilleado, que tiene que caminar derecha, lentamente y por el pasillo central.
Según se acerca al hombre, un océano de escarcha le recorre desde sus bucles hasta sus zapatos blancos. A un lado del pasillo están sus padres, que con mirada suplicante le reiteran, que en nada aprenderá a quererlo. Al otro lado, ajenas a sus silentes lágrimas, dos amigas suyas le dicen por lo bajini, que si después se apunta a jugar a las muñecas.
Hola, Rosy. Soy Eduardo Martín Zurita. Sale el correo porque el sistema me pide iniciar para poder formular el comentario.
Qué bien describes el desconcierto de esta niña-mujer ante el matrimonio que sus padres (seguro que interesadamente) le proponen con un hombre mayor. Toda esa ceremonia previa y los consejos. Vas dejando pistas sin contarlo. Y utilizas el océano para jugar con él, no en sentido estricto. Me parece una propuesta original y muy bien desenvuelta. Suerte y un beso.
Eduardo, compruebo que eso que te pasa en los comentarios, le está pasando a alguno más, a ver si se os arregla pronto…
Muchas gracias por tu precioso comentario, vaya un subidón…
Un beso.
El drama de una niña a quien obligan a prepararse para una boda concertada. Hechos que llegan antes de tiempo, obligaciones que no se han buscado, una losa que quien más debería cuidar de ella le ha impuesto, de ahí su tristeza y confusión, que se resume muy bien en ese «océano de escarcha», una fría sensación que recorre su cuerpo, congela su alma y contrasta con lo que ella quisiera en ese momento: jugar con muñeca. Una triste realidad que, lamentablemente, en algunos lugares, se sigue produciendo.
Suerte y un abrazo fuerte, Rosy
Esa es la pena, Ángel, que esta historia, no sea una invención. Por otro lado, me encanta tu análisis, tan certero y genial. Muchas gracias por dedicarme tu tiempo.
Un abrazo y me alegro, nuevamente, por todos tus éxitos…
Narras con mucha naturalidad una boda impuesta, y nos haces sentir el terror de la pobre niña que debe satisfacer el interés de sus padres.
Acertada la imagen de «Un Océano de escarcha la recorre desde sus bucles hasta los zapatos». Creo que condensa la historia.
Mucha suerte y besito virtual.
María Jesús Briones.
María Jesús, a mi también me parece que la frase que citas, condensa este drama. Gracias por tus hermosas palabras.
Un beso.
Estupenda narración, con esa palabra final (muñecas) que permite fijar al lector en el personaje y en la situación.
Enhorabuena, Rosy. Mucha suerte.
Gracias Rafa, encantada de verte por mis letras.
Un besote.
Muy bien contada esa venta comercial de la niña; seguro que lo de jugar a las muñecas no es para acostumbrarla a criar a un hijo.
Buen relato, Rosy.
Piensas bien querido, y travieso, Lorenzo… no creo que esta niña tenga aún instinto maternal.
Gracias por tu visita.
Un beso
Hola, Rosy.
Genial la versión del océano que propones con un tema tan social, tan duro, tan violento… Me parece horrible que una niña esté sujeta a una ley no escrita de compra venta, como un artículo de escaparate. Buen título, buen argumento, buen desarrollo. Para mí, perfecto.
Eres una crack.
Milbesos y milabrazos.
Querida Towanda este micro tan solo es una rabia contenida, 🙁
Aunque exageres, me encanta que te parezca perfecto…
Un besote grandote como tres pinares
Un océano de impotencia ante estas situaciones antinaturales. Un enfoque muy original contado de modo fluido y encantador. Besos y suerte guapa.
Eva, bonita, preciosas palabras que son mi incentivo para seguir juntando letras.
Un abrazo.
Rosy, tu relato es un grito de impotencia de un comercio atroz donde la niñez es mutilada en su esencia por costumbres machistas. Muy triste y desgarrador.
Un abrazo y suerte.
Luis, impotencia, eso es, una colosal impotencia antes casos como el de mi protagonista.
Gracias, por acercarte hasta mis letras.
Un abrazo.
Muy bonito aún tratando un tema tan cruel. El océano de escarcha es una imagen preciosa, aunque de nuevo, tan demoledora.
Felicidades.
Asun, esa imagen me surgió porque es lo que yo sentí al ponerme en la piel de esa pequeña…
Muchas gracias,
Un beso.
Inteligente narración. Mucha suerte. Saludos cordiales.
Hola, Elisabeth, agradezco mucho tu comentario.
Un abrazo.
Hola, Ana, sé que el título es fuerte, pero no lo es menos, una realidad que se saltan quienes no saben lo que es la dignidad y se pasan por el forro los derechos humanos.
Y aprovechando que estás aquí, quisiera comentarte, tu aportación al tema de este mes.
Me ha gustado tu micro/poema. Tus palabras rebosan una sensibilidad fuera de serie, un canto intimista a ese mar que tanto adoras, ¿me equivoco?
Y ahora, perdona la confianza, Ana, si te digo que deberías de seguir participando en este lugar, con tu espacio, nos harías felices a muchos de los que te seguimos, te lo aseguro.
Te confieso que al principio cuando conocí este sitio, mi móvil era otro, pero ahora, me gusta pertenecer a él, por la gente, formar parte de esta gran familia me motiva más que otra cosa… y estoy convencida que la mayoría piensa como yo. Al fin y al cabo todos nos conocemos, sabemos cómo escribimos, QUÉ NOS MUEVE… eso para mí, es lo esencial.
Perdón por la chapa, pero me apetecía, que supieras cómo pienso.
Un abrazo enorme y piénsatelo… sigue entre nosotros, pero a tu bola… 😉
Ay, qué duro océano se le presenta a esta pobre niña-mujer. Bravo por este relato denuncia, Rosy. Besos y mucha suerte.
Los derechos del niño, ¡cuántos retos pendientes…!
Gracias Belén.
Un beso.
Hola Rosy. Triste historia la que nos relatas. Y lo malo de todo esto es que son situaciones que, a día de hoy, se dan en el mundo que vivimos. Estremece saberlo.
Muy bien contado. Mucha suerte.
Ton.
Estremecedor, buena palabra para definir esta barbaridad.
Un abrazo, Ton y ¡gracias!
Un océano de escarcha ha congelado su infancia, una realidad hiriente y siliente que aún golpea en alguna cultura o en ese comercio que nunca debería darse.
Has mostrado de manera acertada, clara, sencilla y fantástica algo que duele y no nos deja indiferentes.
Ojalá pudiera jugar con muñecas y no con maridos impuestos.
Duro, genial.
Un beso grande Rosy.
A mí tampoco me ha dejado indiferente tu estupendo comentario…
Gracias Mª Belén, también te deseo suerte con el tuyo.
Un besazo
Rosy, has sabido integrar el tema elegido en tu historia y le has dado la fuerza que tiene tu relato. Suerte y saludos
Hola, Calamanda, la verdad es que este mes no me inspiraban las aguas, y viendo un vídeo sobre esto quise hacerme eco de esta atrocidad…
Muchas gracias por leerme.
Un abrazo.
De escarcha debería quedarse los que siguen permitiendo con total impunidad lo que cuentas, y sobre todo lo que no cuentas a través de la confusión e inocencia de la niña. Lo del «artículo» te ha quedado bordado.
Suerte, besos y saludos, paisana.
¡¡¡Rafa!!!, la semana pasada estuve desayunando en mi sitio preferido, ya sabes, eché una ojeadita y no te vi… a ver si en otra de esas coincidimos.
Gracias por tus palabras, lo del «artículo» es un poco fuerte, pero por desgracias es lo que son…
Un besazo, paisano
Rosy, me gusta tu relato por lo bien escrito, lo que denuncias y por la manera tan original de meter el tema propuesto.
Abrazos y felicidad.
María, que te haya gustado, con eso me quedo.
Un abrazo y !gracias!
A medida que vamos leyendo este genial micro levantamos la mirada hacia el título para comprender en toda su magnitud la gran tragedia que nos transmite, engalanar un cuerpo para entregar el alma, la inocencia y la libertad. Me ha encantado, Rosy. Abrazos y mucha suerte.
Salvador, a mí sí que me ha encantado tu comentario, da gusto estar entre gente que te anima a seguir aprendiendo…
Un abrazo y muchas gracias.
qué triste realidad que por desgracia has descrito!! Un relato hermoso Rosy. Te deseo mucha suerte.
Besicos muchos.
Nani, gracias por acercarte hasta mis letras, que no son más que un grito de impotencia…
Un beso enorme.
Madre santa, Rosy, has descrito en poquitas letras un drama del que casi nadie habla, aunque a veces, en la prensa, ocupen lugares destacados… cuando no hay nada más que contar. El relato está impecable, genial. ¡Muchas felicidades! Quiero no más, recordar, que seguramente todos los pensamientos apuntan al Oriente Medio, al mundo musulmán… Aquí, en nuestras sierras, por ley constitucional, se deben respetar los famosos «usos y costumbres». La pobreza es tal, que por una caja de cerveza o un burro de carga se «casa» a niñas como la que describes… Y ¿quién se acuerda de ellas?… Un abrazo. Por eso, nosotras ¡seguimos en la lucha!
Hola, María. La referencia, es verdad que siempre nos viene de países como los que nombras, y qué duda cabe que este micro/denuncia lo hago extensible a todas las niñas del planeta, que viven, que están penando por estos viles casamientos. Va por todas ellas.
Aunque no sirva de mucho, y el mérito no sólo sea mío por exponer algo tan real, me halaga mucho tu comentario.
Gracias infinitas.
Un fuerte abrazo.
Tenemos mucho que aprender unas culturas de otras, no veo un mejor modo de progresar, aunque en casos como este la lección es qué no debemos hacer ni permitir. La infancia es un «espacio protegido», y por extensión todos nuestros derechos, y una de las peores consecuencias de estas tradiciones es que acaban siendo aceptadas de manera gradual y natural por las propias víctimas.
Gran relato, Rosy, precioso dentro de la terrible realidad que cuenta.
Un abrazo.
Estaba yo dando una vueltita por estos lares y descubro tu comentario. Gracias, Enrique, aunque atrasadas, me ha hecho mucha ilusión encontrarme con él.