104. EN EL FONDO DEL MAR (Margarita del Brezo)
El nuevo trabajo era todo un reto; muchos lo habían intentado antes sin conseguirlo y esa responsabilidad me ponía nerviosa.
Comprobé el equipo de buceo antes de sumergirme. A medida que descendía, el frío y la oscuridad se hacían más intensos, pero el espectáculo merecía la pena; los documentales de la 2 no le hacían justicia. Nadé sobre fumarolas colonizadas por gusanos tubícolas y sonreí recordando a mi hermana, que chillaba cada vez que veía una lombriz. Un pez borrón chocó contra un objeto y me acerqué expectante, pero solo era una botella sin mensaje, falsa alarma. Intenté concentrarme en la tarea. La belleza de los arrecifes de coral, tan parecidos al campo de amapolas de mi pueblo después de llover, los cangrejos albinos, los calamares vampiro y el sinfín de extrañas criaturas marinas no me lo ponían nada fácil.
El tiempo transcurrió deprisa. Me disponía a subir cuando observé un destelló a la luz de un pejesapo que pasó por allí cerca. Al aproximarme, casi me ahogo de la emoción: junto a varias monedas, estrellas de hotel y clips oxidados estaban las famosas llaves, ¡lo había conseguido!
Y ahora… que cambie otro la letra de la canción.
Genial relato Margarita, y tienes toda la razón, si es cierto que tu protagonista ha encontrado las llaves que estaban en el fondo del mar, tendrán que cambiar la letra de la canción, ¡matarile, lire, ron, chimpon!
Has mantenido hasta el final el secreto de que es lo que estaba buscando tu protagonista, y al final me has hecho sonreír.
Me ha gustado mucho Margarita, te deseo mucha suerte.
Besos.
Pues si has sonreído, objetivo cumplido, Javier. Aunque estoy segura de que te sobran capacidades para cambiar la letra de la canción.
Muchas gracias por comentar, y por tu presencia siempre.
Besos
¡Qué bueno, Margarita!. Mantienes toda nuestra atención hasta encontrar las famosas llaves maestras, de la ilusión, que todos hemos tenido alguna vez.
Estupendo «cuentito».
Besito virtual
Muchas gracias, María Jesús. De vez en cuando hay que animar al niño que un día fuimos, con cuentos o con un buen chapuzón en un charco, para no perder la ilusión. La de puertas que podremos abrir ahora con esas llaves.
Un beso
Generación tras generación con la cancioncita popular a cuestas. Jacques Cousteau y muchos oceanógrafos consagrando su vida; los medios más modernos en los últimos tiempos y nada de nada, de ahí que todo quedase en dicho o leyenda. Tenía que venir tu protagonista, que es de los que no se deja distraer por cualquier cosa, para, con tesón, hallar lo que parecía imposible. Si también encuentra el tapón que no le dé por tirar, que bastante lío tenemos ya con el cambio climático.
Muy simpático y ocurrente, Margarita, virtudes que no son novedad en ti.
Un abrazo y suerte
Este cuento tiene dos versiones: la que está y otra que empieza con un descenso del nivel del agua y bla bla bla hasta que descubren que la causa era que alguien había quitado el tapón. En fin, que me consuela pensar que no soy la única que piensa «en tonterías» (con todos los respetos). Últimamente escribo poco y nada serio, y así es imposible. Afortunadamente, no dejo de leeros, y eso me ayuda a no perder del todo la cabeza.
¡Gracias, Ángel!
Un abrazo
Muy simpático, me ha encantado. Y creo que ahora voy a pasarme la mañana con la dichosa canción. Y qué de recuerdos!!!
Felicidades y también gracias.
Efectivamente que la letra de la canción se la cambie otro.
🙂 Lo siento por tus vecinos. Espero que ahora les estés deleitando con «el patio de mi casa» o «al pasar la barca», al fin y al cabo todas tienen en común el agua y los buenos ratos que pasamos mientras las entonábamos con los amigos.
Gracias a ti por tu «bel canto».
Un saludo
Matarile, rile, rile. Me ha parecido genial, Margarita. Eres una maga de las letras. Muchos besos y suerte.
Gracias, Belén. Ahora ya podemos entrar en el castillo y dar de comer a los dragones, y a los conejos de la chistera.
Un beso grande
Estupendo y simpatiquísimo relato, de los que dejan muy buen sabor de boca. Enhorabuena!!
Me alegro un montón, Alberto. Con el pescado y el marisco es muy fácil hacer una buena digestión.
Muchas gracias por tu generoso comentario.
Me encanta este simpático relato. Que bien nos has sabido llevar por esas profundidades, colmadas de buenas imágenes, y hacernos estar expectantes de cual sería el tesoro a encontrar. Y mira tú, la llaves de la famosa canción que ahora tarareo mientras escribo este comentario.
Un beso enorme preciosa, siempre con sorpresas estupendas en tus letras.
Ya sabes, Mª Belén, que me faltan la dulzura y sensibilidad, entre otras cosas, que tú tienes así que algo me tengo que inventar. Y también tiempo y generosidad para comentar vuestros relatos. Tengo que enmendarme.
Mil gracias, y un beso enorme.
Pues al final ha sido Margarita la que, con un texto abisal, ha encontrado las verdaderas llaves de ese castillo de la imaginación. Genial relato. Abrazos.
Generoso comentario el tuyo, Salvador. Y ahora que tengo las llaves, seguro que nos vemos por allí.
Un montón de gracias.
Abrazos
Al final se queda uno sobre todo con la idea (genial) que ha dado origen al relato, pero el modo en que está escrito no es para pasarlo por alto. Creo que no había contemplado un fondo marino tan peculiar ni tan interesante como el que nos has pintado. Enhorabuena, Margarita. Divertida historia, aunque las consecuencias que pueda tener sobre la cultura popular me parecen imprevisibles.
Un abrazo.
Chorreando como estoy, y con los ojos salados, no se me ha ocurrido pensar en la cultura popular. No obstante, creo que perdemos una canción, aunque ganamos un castillo que estaba inutilizado con húmedas mazmorras, caballerizas llenas de dragones, tapices valiosos, torres sin relojes, fosos, puentes levadizos, antorchas, pajes y un amplio etcétera. Ya sé que no es lo mismo, pero siempre nos quedará el patio de mi casa en los días de lluvia.
Un abrazo, Enrique, y mil gracias.
Jajaja, cómo imaginarme yo que estabas buscando las llaves más famosas de toda una niñez, pero claro… tratándose de ti, ¡que de imaginación andas sobrada!, pues no me extraña.
Estupenda propuesta.
Un besote
Ya sabes, cuando el diablo no tiene que hacer… se da un bañito en el océano 😉
Me has contagiado la risa y así da gusto.
Un montón de gracias, Rosy, y un beso
Vas a provocar un conflicto intergeneracional! Imagina a los abuelos cantando la canción a los nietos, y los pequeños corrigiéndoles: ¡Que no, abuelo! ¡Que ya no están en el fondo del mar! Jajaja.
Ocurrente historia 🙂
Un beso cantarín.
No quisiera yo causar semejante desaguisado, y menos con unos abuelos cantarines 😉
Gracias, M.Carme, y mis disculpas por el retraso en la contestación.
Un beso