ENE163. MEDIACION FATAL, de Esther Cuesta de la Cal
Un grito se coló entre las rendijas de mi sueño, y me despertó. Aún sin plena consciencia, encendí la luz. Ramón, mi marido, estaba sentado en la cama. Pálido, sudoroso, temblando, con las manos al frente.
– ¿Qué tienes?, ¿Un mal sueño?-le pregunté.
“Tienen navajas….se quieren matar….”, balbuceaba, mientras se giró a mirarme, con ojos perdidos.”…No puedo separarlos…”
E inmediatamente, cayó hacia atrás, la boca abierta en un intento vano por seguir hablando.
Y entonces, entonces grité yo.
Ayer le enterraron. Los médicos dijeron que fue un infarto. No quise contradecirles.
Es muy bonito ver como tu relato llega a su expresión final cuando te exige releer de nuevo el título. Muy buen micro.
Me voy. Desaparezco. 1984.
No hubiera servido de nada contradecir al médico. A veces no podríamos precisar donde y cuales son nuestros miedos o enemigos.
Suerte.
Besicos muchos.
Mucha suerte, Esther.