ENE156. EL ARLEQUÍN, de Montserrat Acevedo Jiménez de Castro
Un movimiento brusco le hizo perder el hilo de su sueño, y cuando despertó se encontró tan lleno de vida que no pudo disimular su alegría.
Solía yacer dentro de un cajón de madera. Era una simple e inerte marioneta, que sólo se sentía viva cuando alguien la movía…
Tenía forma de bello arlequín. Ni triste ni alegre. Inexpresivo mientras dormía allá en su viejo cajón, pero siempre a la espera de adaptar su humor al de esa mano que tirara de sus cuerdas. Y hoy la luz cegaba sus ahora abiertos ojos traspasando con fuerza el negro antifaz, e iluminaba los alegres colores que lo vestían.
Era aquel uno de esos momentos en los que se sentía feliz.
Ya escuchaba la música, comenzaba el baile. Abandonaba su letargo.
De nuevo, volvía a vivir…
Muy bella representación de la vida, y muy bonita tu manera de expresar como algo inerte puede llegar a ser feliz imaginándose vivo. Un abrazo
Gloria Arcos
Bonita historia la del Arlequín.
Saludos, Blanca
Bonita y original mirada. Los muñecos a veces tienen alma, o eso parece. A éste le has dado vida tú.
Bonita historia. Suerte.
Muy bonito y original Monserrat. Suerte.
Besicos muchos.
Monserrat, las manos que nos rodean nos pueden hacer vivir, o dormir. Suerte y saludos
Muy original, Montse. Me ha gustado.
Suerte.
Gloria, muchísimas gracias. Se nota que tienes un alma sensible.
Un abrazo
Gracias Blanca.
Otro saludo para tí.
Antonia, me hace gracia tu comentario. Tengo una colección de muñecas de porcelana al lado de mi cama y una amiga siempre me dice que cómo puedo dormir con tanta gente mirando…
Un abrazo
La casa encendida,
muchas gracias por pasaros y compartir.
Un abrazo
Calamanda,
por desgracia así es. Estamos en manos de lo que quieran otros…
Un abrazo
Ricardo,
Mil gracias por tu comentario y por tu tiempo.
un abrazo