08. AZUFRE E INCIENSO (Salvador Esteve)
El miedo carcomiendo las entrañas, el remordimiento afligiendo la mente, un torrente de magma ahogando el espíritu, esquirlas incandescentes perforando el aliento, un clamor de lamentos torturando los sentidos; el infierno es un infierno.
Una legión sin nada que perder, almas que no se resignaban a la mísera y putrefacta eternidad, decidieron saltar el inframundo. Navegaron en el barco de la desesperación por lagos de fuego hasta llegar a las puertas del cielo. Ángeles, gentes de bondad, bienaventurados y pulcros de espíritu percibieron que el mal se aproximaba al paraíso. Veían su felicidad amenazada por la turba y, temerosos, levantaron un muro infranqueable: el muro del bien.
Dios, desde la nada y el todo observaba, algo había fallado. Se preguntó en qué momento del camino su obra se resquebrajó.
La decisión ya había sido tomada, lo que tardó siete días en crear, en uno solo lo destruiría. Los continentes, los planetas, las estrellas, todo el universo se unificó en un amasijo latente de vida. Paraíso e infierno desaparecieron. Durante millones de años el Supremo recapacitó, y en su ecuanimidad dio otra oportunidad a la vida.
El Big Bang empezó de nuevo a bostezar. Esta vez, Dios, seguro lo haría mejor.
Fantástico apocalipsis, Salvador. Menos mal que abres la puerta a una posible rectificación, tras el Big Bang. Y el optimismo contenido te invade con la afirmación de que: «esta vez, Dios, seguro lo haría mejor». Está claro que, entre todos, estamos acabando con la Humanidad y no estamos dejando títere con cabeza… dificil solución, le veo, la verdad.
Un abrazo.
Creo que no hará falta que Dios intervenga en el fin del mundo, nosotros solitos nos bastamos, aunque quiero pensar que aún existe una mínima esperanza. Muchas gracias por tus palabras, María José. Abrazos.
Consigues que leyendo tus palabras nos veamos inmersos en el centro de semejantes martirios y sufrimientos. Pero, tras la destrucción, parece que de lo profundo de esos escombros supura un atisbo de esperanza. Esperemos que algo o alguien pueda insuflarle vida a ese anhelo. Muy bueno, salvador. Suerte y un saludo.
Hay infiernos más cercanos y cada día nos los muestran. Aún quiero creer en la humanidad, pero cada vez es más fe que certeza. Muchas gracias, Jesús, por tus palabras. Abrazos y suerte a ti también.
Gran texto el tuyo. Qué fenomenalmente adecuas el fondo y la forma, lo que subyace con las palabras elegidas. Si Dios existe, esperemos que tenga una buena excusa, he leído por ahí, acaso la de empezar de nuevo. El bien contra el mal, menuda pugna. Tu relato es una invitación a que variemos el rumbo de la nave en tanto timoneles. El principio era el fin y el fin el principio. Creo en el dios, que por no sé qué explicable razón, llevamos dentro. ¿Estamos a tiempo de evitar el finiquito del mundo tal cual lo conocemos? Dejas una puerta abierta a la esperanza, a la respuesta afirmativa al interrogante. Es un magnífico cierre. Descomunal nivel narrativo el que exudas, el que evidencias. te felicito por ello. Un abrazo muy fuerte.
El rumbo tiene que virar sí o sí o nos veremos abocados irremediablemente a la destrucción. Variar nuestra interrelación con la naturaleza, variar las abismales desigualdades, pero, sobre todo, variar nuestro yo y nuestra visión ante la vida. Muchas gracias, Eduardo, por tus halagadoras palabras. Abrazos.
Tú crees, Salvador? Dios puede que lo haga mejor, pero existe el libre albedrío y las personas no terminamos de alcanzar el conocimiento. He disfrutado leyéndote, muy bueno tu relato.
Un abrazo.
Tienes toda la razón, nuestro bien más preciado es nuestra libertad de decidir, y al final somos nosotros los responsables de nuestros actos. Abrazos y feliz 2017.
Ojalá te equivoques, pero hay muchas razones para pensar que esos muros que cada vez proliferan con mayor intensidad no son sólo material de contención, de hormigón o de alambre, sino que se trata de las señales que presagian el cataclismo hacia el que el hombre se acerca a pasos agigantados. Que el mundo está enfermo lo demuestra la nula sensibilidad para reconocer en otros el espíritu que todos compartimos, asimilar que estamos forjados por la misma materia y el destino no puede ser diferente para unos y otros, un error fatal que ha de saltar por algún sitio. No es de extrañar ese borrón y cuenta nueva que planteas por parte del Creador, que al parecer nos hizo tan imperfectos.
Un abrazo, Salvador. Suerte
Unos muros que, como bien dices, van a ser muy difíciles de derribar. Están en nuestros genes, en nuestra carencia de empatía, en nuestros miedos, aunque espero que nos demos otra oportunidad antes de que sea demasiado tarde. ¡Que el futuro nos sorprenda, Ángel! Muchas gracias por tus palabras. Abrazos y feliz 2017.
M. Salvador, muestras la cruda realidad con esperanza y y prosa precisa. suerte y saludos
Una realidad que debemos cambiar para que el concepto de humanidad no caiga en el olvido. Muchas gracias por tu comentario, Calamanda. Abrazos y feliz 2017.
La historia de nuestros días en cualquier medio de comunicación.
Un fin del mundo y un nuevo comienzo. Buen relato.
Una historia que en un futuro se estudiará como una de las páginas más ignominiosas de la sociedad. Muchas gracias, Blanca. Abrazos y feliz 2017.
Hola, Salvador.
Apocalíptica narración tratada con verdadera maestría. No quiero que suceda nada de eso, es más, me niego.
Un abrazo grandísimo y suerte.
En nuestra mano está evitar el apocalipsis al que nos lleva nuestros actos como sociedad. Muchas gracias por tus amables palabras. Abrazos y feliz 2017.
Que imágenes más potentes, Salvador. Si hay que desaparecer para que todo esto funcione, pues venga, no se hable más.
Suerte y un abrazo.
Jajaja, frena tu ímpetu, si te parece nos damos un margen de confianza, Rosy, una segunda oportunidad. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos y feliz 2017.
Siempre pensé que Dios se había equivocado. Y vas tú y me lo confirmas. 😀
Como siempre, dejas frases para enmarcar. Ejemplo: «el infierno es un infierno».
Como he comentado a nuestro amigo Juan, creo que la perfección no tendría sentido, nuestro fin es el cambio, forjar nuestro destino. Naturalmente, son razonamientos que escapan a nuestro insignificante conocimiento. Muchas gracias por tus palabras, Edita. Abrazos y feliz 2017.
¡Uff, my God!. Vaya mañanita llevo. Otro apocalíptico relato que no sé siquiera si me va a dar tiempo a terminar el comentario. Creo que has hecho estragos hasta con el léxico (desde luego perfecto para este tipo de relatos). Todos a hacer puñetas y a esperar que el Big Bang comience de nuevo a rodar. Después de tantos años dormidos, llegas aquí y te encuentras con esto. Esperemos que si Dios ha observado bien, esta vez haga algo controlado, que no permita el cemento, ni los aviones, ni las bombas, ni las cuentas en Suiza… Vamos, que no pasemos del taparrabos y de poder comer sólo los frutos de la tierra. En fin, Salvador, espero que te equivoques. Así de claro. Aunque sea sólo por aquello de “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Un abrazo y suerte
Si limitaran nuestra evolución ya no seríamos libres de nuestro destino. Una segunda oportunidad solo nos permitiría aprender de nuestros errores, pero, naturalmente, no estaríamos exentos de cometerlos de nuevo. Muchas gracias por tu comentario, José Luis. Abrazos y feliz 2017.
Excelente relato apocalíptico-cientificista-evolucionista. Me gustó especialmente la descripción inicial del sufrimiento en el infierno y esa segunda oportunidad de un Dios que, lejos de ser solamente atávico, recapacita.
Muy bueno, SALVADOR, me gustó.
Cariños,
Mariángeles
Apocalíptico-cientificista-evolucionista, ¡me encanta! Y lo de la descripción del infierno, solo es de oídas, jajaja. Muchas gracias, Mariángeles por tus palabras. Abrazos y feliz 2017.
Muy cierto, a veces hay que resurgir de las cenizas para renacer. Espero que no sea nuestro caso y que la cordura se implante y arraigue en nuestras mentes. Dios sería un mero espectador, no tendría sentido ante una perfecta creación, la imperfección habilita su existencia. Muchas gracias por tus palabras, Juan. Abrazos.
Lo que relatas, parece sacado de una novela de terror, pero… desgraciadamente es pura realidad. Para poner los pelos como sacudidas eléctricas.
Bien por tu micro, Salvador.
Suerte y abrazo virtual
Una realidad que nos despoja de nuestro orgullo como raza. Si un relato se interrelaciona con las emociones es ya un premio. Muchas gracias, María Jesús, por tus palabras. Abrazos y feliz 2017.
Enhorabuena Salvador, por esta recreación que nos regalas de un cataclismo final sin paliativos. Si bien, sospecho que seremos los seres humanos quienes digamos la última palabra al respecto. En nuestra mano está. Siendo así, la cosa no discurre por buen camino.
Un abrazo y mucha suerte.
Ton.
Totalmente de acuerdo contigo. En nuestra mano está cambiar el rumbo de esta sinrazón, priorizar otros valores frente a lo material e intentar una sociedad más justa. Muchas gracias por tus palabras, Ton. Abrazos y feliz 2017.