107. Regreso al sur
Últimamente le ha dado por pensar si la cama donde duerme será en la que muera. Esa idea le incomoda y hace que cada día se levante con más rapidez de la que su edad aconseja. Son muchos años en Alemania y ella ya no está. Ni siquiera recuerda las fragancias y los sudores de aquellas sàbanas, y piensa con frecuencia en la casa del pueblo de España, de donde vino, donde murieron sus abuelos y su padre. Hasta el verano no podrá regresar y, mientras, ahuyenta la idea de morirse en aquel lecho.
Pero hoy el objetivo es otro: una concentración a favor de quienes llegan de lejos como vino él. Fátima, la argelina que le ayuda en casa, vendrá a recogerlo y le acompañará. Al principio no hacían buenas migas, aunque la necesidad de ambos pudo más y se llevan mejor desde que ha desistido en convencerla para que se quite el hiyab.
Por la otra acera, unos jóvenes se dirigen al mismo sitio con otro propósito y súbitamente una piedra vuela sobre la calzada. Fátima pide auxilio tratando de tapar como puede la sangre de la brecha, mientras él sonríe emprendiendo su viaje hacia el sur.
Hola, jerónimo.
Me encanta tu texto, por el fondo: muestras la otra cara de la moneda, la cara B, la menos buena, la muy mala respecto del hecho de la emigración, o del derecho a hacerlo, mejor dicho, y ser tratado como un ser humano. A mí eso de las fronteras, de las nacionalidades, me repugna: qué somos entonces, apurando el argumento, ¿nacionales de nuestro barrio? A mi entender hay dos tipos de personas, o tres: las buenas, las malas y las regulares, que para mí también son nefastas.
En lo formal, el texto es la bomba: no has puesto un solo adjetivo. Es un texto limpio, que se apoya, como debe ser en el verbo y no en los adjetivos. Calificar, de una forma no manida, y significativa al mismo tiempo es dificilísimo con tanto como se ha escrito a lo largo de la historia. Enhorabuena. Y felicidad por los siglos de los siglos. Punto.
Muchas gracias por tu comentario Martín. Un abrazo y feliz año desde el móvil con poca cobertura
Pareciera que las personas que viven las mismas circunstancias que tu protagonista estuvieran en tierra de nadie: nada ni nadie los espera en el lugar al que llevan, parte de su vida, anhelando regresar. Ven pasar los días desde la costumbre y el conformismo. Dos formas de vida que chocan al principio, pero a los que la necesidad obliga a convergir. Por otro lado, los intransigentes que no admiten lo que no sea su verdad. Por su bien, esperemos que tu protagonista alcance, sin demora, ese sur añorado. Vuelves arrasando, Jero, con tu esperanzador y emotivo relato. Enhorabuena. Suerte y saludos.
Muchas gracias Jesús. Tu comentario me hace pensar que el relato dice un poquito más de lo que yo esperaba. Un abrazo y todo lo mejor para 2017
Imagino a tu protagonista como uno de los emigrantes españoles que se instalaron en Alemania en los 70. Entonces estábamos al otro lado, éramos parte de esa mano de obra que hacía las labores más duras y en las condiciones más desfavorables, igual que ahora Fátima y tantos como ella. Y la intransigencia y el odio siempre ahí, siempre expulsándote del derecho a una vida digna o, simplemente, a una vida. Un relato muy cargado de mensaje en un envoltorio emotivo pero sin aspavientos.
Feliz año y mucha suerte. Un abrazo.
Muchas gracias Ana! Es verdad que tenemos poca memoria para recordar dónde estuvimos y dónde estamos ahora.Ojalá podamos entendernos un poco mejor todos en este año nuevo. Un beso y feliz 2017
Me has tocado la fibra, Jero, un relato que habla de ayer y tan presente en el ahora.
Enhorabuena, por contarlo tan bien.
Un abrazo y un felicísimo 2017.
Me alegra mucho que te haya gustado Rosy. Un beso y todo lo mejor para este futuro 2017 que ya es presente. Hasta muy pronto!
Tras muchos años dejándose la vida, eterno servidor de otros, etiquetado como ciudadano de segunda, resulta que aún existe alguien por debajo de él en una escala artificial que el norte ha impuesto sobre el sur. Parece que cuanto más se desciende en el mapa más se degrada a las personas, que por muchos años que pasen esto no mejora, como lo demuestra la piedra lanzada por unos jóvenes, a quienes la educación recibida en su privilegiado norte no les ha servido de nada. Triste panorama el de este mundo tan desigual, que tan bien has retratado, donde el entendimiento no parece posible.
Que termines muy bien el año y que en 2017 se cumplan tus expectativas y todo lo que mereces, a ver si puede ser que coincidamos otra vez.
Un abrazo grande, Jero, suerte, campeón.
Querido ángel! Como siempre con tu afecto y sensibilidad para comentar los microrrelatos. Gracias de corazón. Todo el éxito para este año 2017 y seguro que habrá buenos momentos para compartir. Un fuerte abrazo
La primera frase ya es de antología: retrata a la perfección el pensamiento del viejo emigrante y me arrastra a seguir leyendo, descubriendo su historia (y la de Fátima) en apenas cuatro pinceladas. Cuando acabo, vuelvo a título y encuentro que todo encaja y el círculo se cierra. Muy bueno. Enhorabuena, Jero.
Un abrazo.
Muchas gracias Anna! Ya sabes lo importante que son (y han sido) tus sabios consejos para mí. Un abrazo enorme y todo el éxito para 2017
Precisamente hace un rato acabo de llegar del sur (y he pasado por tu segunda tierra un poco de refilón). Pero no tan al sur como la prota de tu relato.
Me has recordado a una de mis primas, que vive en Alemania. Y antes que ella, se fueron muchos otros del pueblo de mis padres, que ya regresaron. Y algunos de ellos murieron en su cama española.
Ahora se da la vuelta a la tortilla y todo parece más complicado, con tanta ida y venida. Que a veces algunos no sabemos bien a dónde vamos.
Mucha Suerte Jero.
Y Feliz Año ♣
Muchas gracias Esperanza. Los emigrantes de antaño se mezclan con los de ahora en un tiempo distinto con otras urgencias. Ojalá todos salgamos adelante. Un beso enorme y feliz año nuevo