103. La herencia de la señora Elvira (María José Escudero)
No fue fácil para los sobrinos de “la cartonera” hacerse con el botín porque ella, astuta y previsora, intentó dejarlo a buen recaudo. Por su mesurada forma de vivir, nadie le suponía fortuna y, hasta que pasó lo que pasó, tampoco se le conocía familia. Habitaba una buhardilla modesta en compañía de Sirius, un gato abisinio que se cruzó —por suerte— en su camino y, aunque era popular en el barrio, no solía recibir visitas. Recogía cajas en el supermercado, retiraba las revistas de la peluquería y rescataba periódicos olvidados en los bancos de la plaza.
Por las noches se distraía observando el cielo con un telescopio de juguete que abandonó en el rellano el nieto de su vecina. Pero, aquella vez, se quedó dormida en su observatorio y, cuando la escalera empezó a oler a ausencia y melancolía, los bomberos tiraron la puerta y la hallaron, rígida y sonriente, abrazada a una guía de estrellas.
Al minino guardián le atizaron de lo lindo para que desalojara el cojín que su ama le mullía tras esconder en su interior las ganancias de cada día. Luego, entre bolsas de recuerdos, ropa vieja y alguna fotografía, encontraron la codiciada cartilla.
María José, me gusta mucho tu relato, lo cuentas muy bien.
Quizá la Señora Elvira estaba ahorrando para poder viajar a las estrellas. Pobre, al final el viaje le resultó gratis. Al minino, le hicieron ver las estrellas sin él querer, y total, para que alguien acabe estrellándose por culpa del maldito dinero.
Espero que a ti te traiga muy buena estrella este relato. Un saludo y mucha suerte.
Muchas gracias por acercarte y leer mi cuento y si además te ha gustado, eso me alegra y me anima aún más. Un saludo.
Me ha gustado todo; especialmente, la pulcritud léxica y gramatical. Por eso creo que podrías arreglar algunos espacios entre palabras que se han colado intentando, inútilmente, afear este texto estupendo.
Gracias, Edita por tus comentarios. Me anima muchísimo tu opinión. Muchas gracias y un beso.
Hola, María José.
Son tan estupendos, en el fondo y en la forma, los comentarios de los compañeros, compañeros para mí antes que concursantes, que me sumo al 100% a lo que dicen. Bueno, sí puedo y quiero decirte de mi cosecha que me ha entusiasmado tu relato. Mi muy enhorabuena. Y un beso.
Hola, Eduardo. Muchísimas gracias por tus siempre amables y generosos comentarios. Espero verte por San Vicente de la Barquera. Un abrazo.
Reflejas muy bien la soledad. El personaje de la anciana sola con su gato lo dice todo.
Suerte, y un besito virtual.
Muchas gracias, María Jesus, por acercarte y comentar este modesto cuento que es, efectivamente, una historia sobre la soledad cotidiana. Entre nuestros vecinos siempre podemos encontrar alguna señora Elvira cargada de bolsas, y dando de comer al gato. De nuevo gracias y un beso.
Me ha encantado tu relato, María José.Ahora bien, lo de los sobrinos no tiene perdón, ¡Mira que pegar al lindo gatito!.Ojalá que el dinero de la cartilla lo haya dejado a una protectora, ja ja. Ya conoces mi debilidad por los lindos mininos (Honorato).Suerte. Un beso.
Me alegra muchísimo que te haya gustado esta pequeña historia. Y sí, tienes razón, lo de los sobrinon no tiene perdón (también por atizar al gato). Un beso para tí, Begoña y también otro para tu querido Honorato. Gracias por comentar.
Ya es triste que el único amigo de una mujer haya de ser un gato. Bien claro lo dices, casi no recibe visitas y su familia, esos sobrinos aprovechados, sólo aparecen para llevarse el botín y de malos modos, Unos personajes muy bien definidos, desde la protagonista al minino fiel y esos impresentables, dejando en el aire la pregunta de si la soledad se busca o llega ella sola, de forma injusta y con toda su crudeza. El tono del relato se mantiene bien gracias a frases acertadas, como ese olor a ausencia y melancolía en la escalera.
Un abrazo, María José. Suerte
Hola, Ángel. Muchas gracias por acercarte y dejar tus siempre acertados comentarios. Existen muchos ancianos que viven solos y su aislamiento es voluntario. Otras veces, la soledad se convierte en un trastorno emocional porque se debe al abandono de la familia. Entonces la compañía de alguna mascota se convierte en su único asidero. Es triste.
Un abrazo. Espero verte en San Vicente de la Barquera.
Ejerces, con maestría, de cronista de una situación que, de vez en cuando, llega a nuestros oídos. Esas personas que tiene dinero y no sabemos por qué, aunque lo suponemos, ¿prefieren? vivir en la indigencia. Resulta muy penoso que, aparte de por su trastorno, no admitan ayuda por miedo a que las despojen de lo que da sentido a su vida. Me ha gustado, María José. Un saludo y suerte.
Hola, Jesús.Gracias por tu comentario y me alegra que te guste esta pequeña historia sobre la soledad de los ancianos. Resulta incomprensible, pero es verdad que, con frecuencia,sabemos de personas, que viven en la indigencia y a su muerte se encuentran verdaderas fortunas escondidas en el colchón y que sólo benefician a aquellos que los han abandonado sin querer ver que se trata de un serio trastorno, de una demencia. En el caso de la señora Elvira hay un poco de todo: aislamiento voluntario y también abandono.
Un beso y de nuevo muchas gracias.
María José, hablas muy bien de una situacion penosa, pero que ocurre bastante habitualmente. Parece que el ahorro es mas importante que vivir un poco para algunas personas. Suerte y saludos
Es verdad, a menudo nos tropezamos con alguna señora Elvira. La vemos con sus bolsas y dando de comer a los gatos callejeros.Una imagen de un claro trastorno y también de la cruda soledad. Un beso y muchísimas gracias por acercarte a comentar, Calamanda.
Una delicia de relato: vas engarzando las frases como si fueran perlas. Pero a mí, me apetece resaltar una: «hasta que pasó lo que pasó, tampoco se le conocía familia». Espectacular.
Suerte y abrazos,