32. El ensayo
Una noche más enroscan con sumo cuidado la bombilla en el flexo. La conservan celosamente, rescatada de un antiguo camerino, y su resplandor ilumina el pasado de éxitos de la pareja y la colcha, escenario cotidiano de sus ensayos.
En turnos nada rigurosos, con chillidos quedos para no despertar a los demás inquilinos de la pensión, convocan a los protagonistas de los próximos estrenos de su espectáculo callejero itinerante. Se presenta primero un príncipe shakesperiano, atormentado por la caída del cabello, a continuación, una diva patética acosada por galanes imaginarios y, de improviso, aparece una pareja de ancianos sordos que se saludan al grito de “¡Valar morghulis!”*.
Terminan sin resuello, jadeantes por tantas carcajadas y se queman como siempre al guardar la bombilla entre las ropas de su baúl. Luego esperarán abrazados la llegada del día. Son actores de primera y cada uno fingirá un sueño profundo y reparador con la intención de sosegar a su partenaire, exhibiendo una tranquilidad que no les acompaña desde hace muchas temporadas.
* Expresión que aparece en las novelas de la saga “Juego de tronos” de George R.R. Martin.
Una pareja de ancianos, probablemente actores retirados, aunque no tanto, porque cada noche interpretan diversos papeles sobre su cama, personajes en los que se reconocen, reflejados en diversas fases de su propia decadencia física, que terminan por reírse de sí mismos, sin dejar de recordar, juntos, tiempos mejores, un mundo de farándula que compartieron. De ella les queda la actitud y esa bombilla, que se resiste, como ellos, a consumirse del todo.
Espero haberme acercado un poco con la interpretación a este original relato, como todos los tuyos.
Un abrazo grande, Jero
Mil gracias Ángel. Como siempre poco se escapa a tu sensibilidad y siempre tienes palabras hermosas de cariño y estímulo para los que nos asomamos aquí. Ellos siguen adelante y manifiestan su cariño al otro ocultando sus propias anguatias bajo esa colcha que les arropa. Un abrazo muy muy grande.
Un relato lleno de ternura, de ingenio, de detalles magníficos:“¡Valar morghulis!”, me quito el sombreo con esto.
Jero, me encantó tu propuesta sobre perros y gatos, pero esta, me ha enamorado. Me ha enamorado esa pareja de actores, esos personajes, sus carcajadas, sus sueños reparadores y esa bombilla, espectadora de lujo de la escenas tan maravillosa que has dibujado con palabras. De los relatos que dejan huella.
¡Bravo, Jero!
Enhorabuena por el relato: es un tesoro.
Pablo.
El tesoro es un comentario tan generoso Pablo. Me alegra muchísimo que te haya gustado tanto y que los pequeños detalles que salpican la vida de estos autores bajo la colcha te hayan tocado el corazón. Un abrazo agradecidísimo!
Jerónimo, cuánta ternura desprende la vejez de estos protagonistas. Y lo que callan para ayudarse. Bonita propuesta. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda! Me alegra mucho que te haya gustado. Los protagonistas fingen y callan como dices por amor y para seguir adelante en la vida.Un gran abrazo
Ensayando cada día la gran obra de la vida. Cuánta ternura. Y eso no es teatro.
Me ha gustado mucho, Jero.
Un abrazo
Gracias Margarita! Tú si que transmites afecto siempre, en tus palabras y en tus relatos. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo enorme