47. PARA SANTO, PAPÁ (Petra Acero)
Papá decía que la tata era una santa, siempre con el misal entre las manos. Un día, la tata guardó su tesoro en el baúl de mi ajuar: “Belén, para cuando cumplas la mayoría de edad”, me exhortó misteriosa.
La mañana de mi dieciocho cumpleaños desempolvé el misal; acaricié el nácar de su cubierta, como hacía la tata; inspiré el aroma a lavanda de sus hojas y lo abrí… ¿¡Era un libro de trabalenguas!?
Encontré dos dedicatorias manuscritas: “Dormir, tal vez soñar. ¡Ser o no ser! ¡El éxtasis! Y, extasiada (cual Teresa de Cepeda y Ahumada), invocar al más bello de los ángeles o al mismísimo Don Juan Tenorio. Sé feliz, Adela”… (¡Se lo regaló a mamá antes que a mí!)… Debajo, con letra temblona: “Belén, mi querida niña, ahora te toca a ti elegir personaje”.
¡Conjuré! Pero el donjuán que apareció resultó un amante de pacotilla (nada que ver con el de Zorrilla). No porque yo esperase verso alguno (me hubiera conformado con la prosa de Unamuno), sino porque algo falló en mi recitación y fue Narciso quien se manifestó. Como el sapo de Esopo, escondí mis ganas bajo la almohada… Esta noche probaré con ¡Cincuenta sombras de Grey!
Hola, Amparo.
Caramba con la santa y con su misal cargado de las mejores intenciones. La vida, claro, es la que reparte luego la jugada y Belén aspira a un compañero que resulta un fiasco: un amante nada poético. Y un Narciso apareció al fallar algo en la «recitación». El final es de traca, y menudo giro en la historia, teniendo que probar con el sexo duro, sado, etc… La quintaesencia del cuento, para mí, está en que las buenas intenciones, por mucho que se contengan en un misal, un libro teóricamente sagrado, y se traten de sustentar luego en rezos e invocaciones, o hasta en conjuros, se quedan en lo que quiere el destino. Parece que la madre de Belén tuvo más suerte con el misal a la hora de elegir personaje como marido. Me ha gustado un montón tu texto. Besos.
Hola, Martín.
Muchas gracias por tu comentario. Hay que agradecer que siempre estás ahí. Y tiene un gran mérito, pues cada vez son más los relatos a comentar.
Un abrazo!!!!
Un misal que pasa de generación en generación de mujeres, donde consta una hoja de ruta para que encuentren a un compañero con quien compartir una vida feliz, lo cual requiere cierta magia, cuando no, brujería. Pero ese conjuro no siempre resulta efectivo, pues en lugar del personaje que se anhela puede aparecer otro indeseado que sólo se mira a sí mismo. Tu protagonista, en lugar de amilanarse ante ese fracaso, con cierta audacia y en posesión de saber lo que quiere prefiere cambiar de volumen. Habrá que desearle lo mejor, que ese señor Grey, aún con sus sombras, colme su existencia.
Un relato original y lleno de chispa.
Se te echó de menos en el encuentro enteciano.
Un abrazo grande, Amparo. Suerte
Ángel, te he visto guapísimo e interesante con tu barba!!!!
Para que veas que he estado visionando 🙂 las fotos y los vídeos que habéis colgado del fin de semana en S. Vicente de la Barquera (llena de envidia, por cierto).
No me pierdo ni uno más de los encuentros!!!
Un abrazooooo grande
Amparo, creativo y original el personaje de tu cuento con todos esos matices. Suerte y saludos
Maestra, siempre dando un giro imprevisto al relato. Este me pareció genial, sin tapujos y muy actual.
Un gran abrazo y suerte.
Aunque algo tarde no me puedo quedar sin decirte que me ha gustado tu relato. Aun así, por muchas ganas que tenga la Belén ¿no sería mejor que se buscara otro «libro» como inspiración? Suerte y un saludo, Amparo.
¡Un misal de tapas nacaradas, madre mía! Y yo, que lo tuve entre mis manos, sin saber leer la letra pequeña.
De lo más original, Amparo.
Un saludo