Amparo Martínez Alonso

Salí del ascensor. Eran unas oficinas limpias y luminosas. Me sentí cómodo en aquel traje (nunca imaginé que algo así resultara tan agradable como un... Leer más

Pinto un corazón azul. Azul sonriente, vivo, casi cálido. Azul cielo despejado, mar en calma. Azul protector, hogareño. Azul abrazo, besos, caricias … “¡Basta!”, grita... Leer más

Cuento hasta tres. Abro los ojos. Nada. Seguro que funciona si lo digo más alto. ¡A la una, a las dos y a las… tresss!... Leer más

¿Cuántas veces fingió divertirse en espectáculos como este? Recuerda el primero que presenció. Era una niña. Venían de lejos. Estaban cansadas y hambrientas. La muchedumbre... Leer más

¡Seguro que tiene una explicación científica! Hoy en día todo tiene una explicación científica, matemática, médica o artística. Nada es ¡porque sí! Incluso las diferentes... Leer más

Regina intenta trepar al árbol para esconderse junto a su amigo Wooba. —¡Pareces un colmillo de elefante! Tu piel descolorida es difícil de ocultar —se... Leer más

Cada noche cubro mi deseo con este camisón verde esperanza. Subo la persiana. Descorro las cortinas verdegay (más relajante que el verde esmeralda, ¡dónde va... Leer más

La niña, arrodillada junto a su madre, dibuja un gran círculo rojo con la yema de su dedo índice. Da dos golpecitos encarnados  —plof, plof—... Leer más

Estábamos el imbécil, el matemático y yo junto al despacho de don Anselmo. “Alguno acertará”, oímos protestar a papá. “¡Es demasiado peligroso!”, refunfuñó don Anselmo... Leer más

Madre trata de convencerme con voz empalagosa, pero ni una mosca cojonera se dejaría atrapar por miel pulverizada: sin brillos dorados, sin untuosidad ni sabor,... Leer más