11. Viaje iniciático
Nos habíamos reunido cinco amigos para dar a conocer nuestros orígenes. Empezaríamos el camino por Jarlén, mi ciudad, Capital del Santo Libro, Carlián nos llevaría al País de los Cinco Mares y Jostelio al Valle de la Música o de los Adioses, bajaríamos con Barlino a las Islas Hundidas, con Luerio subiríamos a la Ciudadela Azul y atravesaríamos con Jon-Malien el Bosque Invertido.
Les expliqué que en Jarlén solo vivían escritores, que escribían poesía, novela, relatos, o ensayos sin descansar, de día ni de noche. Les quería enseñar desde el castillo el espectacular atardecer solo iluminado por la luz de las ventanas de cada una de las casas que bajaban al valle y sumido en el silencio, pero encontré la ciudad totalmente a oscuras.
Me explicaron que la única persona que no escribía, alcalde, tabernero y dueño de la fábrica de papel, había muerto, y que ya solo quedaban ocho ancianos, que pronto se verían desabastecidos y también se marcharían.
Busque papel por otros pueblos, me quede con algunos pliegos y repartí el resto.
Al anochecer pude ver ocho ventanitas iluminadas en la ladera y decidí quedarme.
Mis amigos continuaron la ruta, pero eso es otra historia.
Papel, manjar de dioses para plasmar tus emociones y aplacar tu espíritu. Un relato que rezuma sensibilidad y amor por la escritura. Me ha gustado mucho, Ezequiel. Abrazos y suerte.
Gracias por tu comentario Salvador.
La palabra es el único alimento que se consume, se ofrece, se devuelve y se reparte y siempre tiene valor.
Un abrazo.
Curiosos nombres los de esos cinco amigos, evocadores lugares los de sus respectivos orígenes. Has dibujado un ambiente de cuento, un espacio ideal para personas que aman inventar historias. Dan ganas de ser uno de esos ocho ancianos y retirarse a esa Ciudad del Santo Libro hasta que el cuerpo aguante, poniendo creatividad sobre pasta de celulosa, negras y necesarias letras sobre blanco papel que unos visitantes viajeros han tenido a bien suministrarles.
Bonita historia y bien desarrollada, Ezequiel.
Un saludo y suerte
Gracias Ángel por leerme y comentar.
El año pasado, por diversas circunstancias, no pude disfrutar vacaciones, así que hice un «viaje» con lápiz y papel con siete personajes ficticios a los que ubiqué en un lugar también fruto de mi imaginación. Escribí mi cuaderno de bitácora en el que me adjudiqué el nombre de Ferdicel y Jarlén la Capital del Santo Libro como el destino de mi viaje (una vuelta imaginaria a mi lugar de nacimiento).
Me alegra que te haya gustado esta recreación. Seguro que dentro de muchos años, saldrá una luz de la ventana de tu habitación y, detrás del cristal, seguirás escribiendo tus relatos.
Un abrazo.
Hola, Eze.
Menudo viaje tan especial nos presentas, casi parece una leyenda de esas que no debieran quedarse en doscientas palabras.
Me ha sabido a poco, quiero animarte a que la engordes porque es un mundo precioso.
Besos y suerte.
Gracias Towanda.
Lo cierto es que no eran cinco amigos, eran siete, y que el cuento no es sino un resumen de las siete jornadas de camino a sus respectivos lugares y el día de la preparación.
Un abrazo.
Ezequiel, bello viaje da para mucho mas coincido con Towanda. Suerte y saludos
Gracias desde Jarlén, Calamanda.
Muy bonito, Ezequiel. Transmite un enorme sentimiento para los que nos gusta plasmar nuestro pequeño mundo interior en papel. Hoy día, con tanta máquina, se pierde el olor a librería… Espero que no nos gane la batalla el ebook y arrastre al libro físico. Creo que eso, gracias a Dios, no pasará por mucha tecnología que nos quieran imponer. Un besito.
Así sea.
Gracias por tu comentario.
Ezequiel, qué preciosidad de relato. Me encantaria quedarme en Jarlén, lo has descrito con tanto sentimiento que parece un lugar estupendo.Ese viaje de tus amigos promete para otro relato.
Suerte y abrazos
Gracias Belén por tu entusiasmo.
El relato forma parte de un «cuaderno de bitácora» de siete viajeros imaginarios que me acompañaron. El sentimiento a que te refieres probablemente se deba a que para Jarlén, el destino de la última jornada, me inspiré en mi lugar de nacimiento.
Este relato se me antoja una pincelada de una historia mucho mas larga. Si tuviera que elegir un destino seria esta misma ciudad donde se queda tu protagonista. Cada uno debe encontrar un lugar donde dejar impresa su huella. El papel es el mejor lienzo para la memoria. Muy bonito.
Gracias por tu comentario. Cada escrito es un viaje y una ilusión.