23. Invisible (Patricia Collazo)
Soy invisible. Fue perder el empleo y empezar a desvanecerme. Mis vecinos dejaron de saludarme. Ya nadie toca mi piso si cogemos juntos el ascensor, ni comenta lo tormentosa que se ha puesto la tarde.
Mis ex compañeros, después de los iniciales mensajes de ánimo, han dejado de cogerme el teléfono y me ignoran si fuerzo el encuentro a la hora de salida.
La parte de mi familia que he conservado (que se reduce al gato y tres peces, porque mi esposa se fue con mis hijos a casa de su madre) solo me presta atención si llevo algo susceptible de ser comido en la mano. Por lo que sospecho que en realidad no me ven, si no que ven un tarro de alimento para peces flotando en el aire o una lata de comida para gatos caminando por la cocina.
Hoy he acudido a una entrevista vestido de payaso. Total, si no me ven, lo mismo les dará cómo vista, pensé. Y he acertado. Me han dicho que ya me llamarán, como en las sesenta y cuatro entrevistas anteriores. Y me han observado con esa mirada de vaca viendo pasar el tren. Tal como sospechaba, como si fuera transparente.
Es curioso, todo lo que nos muestras de la vida de este hombre parece ser una sucesión de circunstancias negativas que apuntalan aún más esa invisibildad de la que es consciente; pero su lectura, creo que adecuadamente (en este caso, por darle «otro aire» a la historia), no nos deja vapuleados tras ahondar en su vida desgraciada. También me ha hecho «gracia» tan recurrente, por desgracia, del «ya le llamaremos», una burla y un agravante de las circunstancias, en ocasiones penosas, del que solicita un trabajo o algo de atención, al menos. Suerte, Patricia. Saludos.
Muchas gracias por tu comentario, Jesús. Un abrazo
Patricia. Real como la vida misma es tu historia. Fenomenal forma de contarla. Suerte y feliz año
Muchas gracias, Calamanda ¡Feliz año para ti también!
Tanto tienes, tanto vales Quien se sale de la rueda pasa al nivel de invisibilidad. Nadie quiere escuchar los problemas de los demás durante mucho tiempo. Si éstos se prolongan, el ninguneo está asegurado.
Una triste y actual realidad muy bien contada.
Un abrazo y suerte, Patricia
Muchas gracias, Ángel. Es cierto que nadie quiere escuchar los problemas ajenos mucho tiempo. Un abrazo
¡Qué remajo, tú, Juan! Muchas gracias por tu comentario tan generoso como siempre. Que tengas tu también un excelente año terminado en 8. Un abrazo
Yo tengo un microrrelato en mi blog con ese mismo título. El tema es muy diferente, pero se ve que a las dos nos llama la atención la transparencia. 🙂 Además, cuando he visto que hemos coincidido exactamente en la votación del accésit mágico, se me ha agrandado la sonrisa.
¡Pues, me encanta la coincidencia! Un abrazo
Hola, Patricia. Me gustado tu relato por su sencillez y buen tono. Según he ido leyendo, el tema de la indiferencia, la invisibilidad, la transparencia… es una constante en los relatos, pero con un toque personal y original («…al gato y tres peces»). También la frase «Y me han observado con esa mirada de vaca viendo pasar el tren» le viene genial e ilustra el contenido del relato. Felicidades. Ciao.
Muchas gracias, José Ignacio. Por pasarte por aquí y por tu comentario. Un abrazo
Me encanta cómo describes la invisibilidad del protagonista, sobre todo lo visual que la haces, porque no puede evitar reír al imaginar a los peces o al gato viendo pasar la lata de comida o el bote, genial Patricia, de algo tan triste como una situación en la que nadie te presta atención consigues convertirla en simpática.
De verdad me gustó mucho, suerte y un abrazo.
¡Muchas gracias, Yashira!! Un abrazo fuerte