38. La imprevista soledad del subinspector Barlomy (María José Escudero)
Barlomy se siente incómodo en este mundo, y también muy solo. Desde que le relevaron de la última investigación y le aconsejaron una excedencia voluntaria con visitas obligatorias al psicólogo del Cuerpo, para él, todos los días son días de lluvia.
Nadie lo hubiera imaginado, el más prometedor detective de la Comisaría de Longhill Street bebiendo té con leche en la barra de cualquier bar y vestido de payaso. Rebajado y sin honor, se había convertido en un apestado, y todo por haberse enamorado de la mirada turbia de una asesina en serie y por haberse refugiado en los brazos zalameros del alcohol. Hasta su mujer lo había echado de casa, aquella casa ajardinada fruto del sudor helado que provoca la violencia en las calles de Baltimore, y desde hacía meses, ella y un juez desatinado le habían prohibido ver a sus hijos. Pero él siempre fue un hombre agudo, con recursos para resolver los casos más desesperados.
Hoy es el cumpleaños de los gemelos. Sabe contar cuentos y ha ensayado algunos juegos malabares. A la hora convenida se acercará a la fiesta y, si todo sale como espera, es posible que lo contraten también el año que viene.
Nunca imaginé que lo que empieza como una historia de detectives derivara en las peripecias de este padre que tan sabiamente aplica la agudeza de su oficio para ver a sus gemelos. Para un padre tan amoroso como demuestra ser Barlomy, ningún sacrificio es poco.
Me encantó, MARÍA JOSÉ.
Un beso grande desde Playas Doradas,
Mariángeles
Muy bien contado y muy bien hilado. Me encanta este subinspector caído que se recicla y que nunca, nunca, olvida lo esencial.
Enhorabuena. Un abrazo.
Qué manera de caer en desgracia. Un final inesperado.Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Un hombre degradado de su profesión por una flaqueza y expulsado por los suyos, pero que sabe aplicarse la máxima de que nunca nada está perdido del todo, para lo que tira de oficio y, al menos una vez al año, es capaz de sentirse vivo, de albergar alguna esperanza, tal vez, de renacer de sus cenizas. Solo alguien sorprendente, aun con sus defectos, sería capaz de hacer ese tipo de visitas imprevistas.
Original y tierno a la vez, María José.
Un abrazo y suerte
Hola, María José.
No podía faltar un policía a nuestra cita y tú nos lo traes y dibujas sin temblores de pulso. Un fracasado en su oficio y respecto de su familia que se las apaña para salir del atolladero echando mano de los recursos sin cuento que le ha proporcionado su trabajo como inspector. Vestido de payaso, camuflado en el maquillaje, desfigurado, puede ver a sus gemelos por su cumpleaños. Y no pierde la esperanza de poder volver a verlos al año siguiente valiéndose de su ardite.
Me gusta tu propuesta. Felicidades. Un beso.
Dentro de sus desgracias, al menos no ha perdido la astucia. Es de esos hombres que aunque la pareja se rompa nunca de ser padre.
A mí me ha gustado, mucho.
Un abrazo, y ¡suerte!
Dificilillo lo tiene, aunque el plan sea bueno no lo veo a largo plazo. Verá a los gemelos y poco más. Ahora entiendo por qué en la foto tu payaso esté tan triste.
Suerte y un abrazo
Qué buena historia, amiga. Podría ser toda una novela negra, pero la has condensado estupendamente en pocas palabras.
La necesidad agudiza la mente, y este pobre hombre ha aprovechado el infortunio para ello: es una persona con recursos.
¡¡Sorprendente relato María José!! Muy bien construido, con un personaje perdedor al que todavía le quedan fuerzas para luchar por lo que quiere. Ambientación perfecta. Mi enhorabuena, María José, porque cada nuevo relato es mejor que el anterior
María José, que bien cuentas el triste destino de tu personaje, aun esperanzado. Suerte y saludos
Sagaz en su desterrado trabajo y sagaz en robar sonrisas a sus hijos para mitigar su soledad. Muy, muy bueno, María José. Abrazos y suerte.
Inmejorable título y magnífico relato. Humano, original y tierno.
Me encanta!
Suerte!
¡Madre mía María José! ¡Qué historia! El corazón me dejaste en un puño al imaginar el sufrimiento de ese padre, que sí, que quizás no haya hecho las cosas bien, pero no deja de ser padre, al fin y al cabo.
Estupendo relato, mucha suerte con él y mucha suerte para tu protagonista, estoy cruzando los dedos para que todo le salga bien y pueda volver a ver a los gemelos.