36. Huérfanos
Fue desconcertante descubrir que mi sombra se había cambiado por la de una niña. De constitución fuerte, al principio me avergonzó que alguien pudiera advertir la discrepancia, pero resultó sencillo acostumbrarme. Ella se esmeraba en imitarme, y si le suponía un esfuerzo, yo la ayudaba adaptando mis ademanes a los suyos. Aunque no nos hablábamos, no tardó en ganarse mi afecto y llegué a quererla como a una hija. No sé decir si las sombras perciben el tiempo como nosotros, pero a mí se me hizo breve el que transcurrió hasta el día en que, al echar la vista atrás, comprobé que ya no me seguía, y entendí que había llegado el momento de dejarla marchar. Con todo, por extraño que pueda parecer, lo que más pena me da es pensar que en alguna parte haya una niña que pueda sentirse huérfana cuando mi antigua sombra decida que es hora de partir.
Lluís, situacion poco habitual pero muy original su planteamiento.Suerte y saludos
Gracias Calamanda, un abrazo.
Lluís, original historia para la imagen propuesta. Enhorabuena y mucha suerte.
Besos apretados.
Muchas gracias Pilar, suerte para ti también. Besos!
Yo también he acabado por cogerle cariño a la sombra. Muy original. Suerte.
Gracias por la lectura Mónica. Las sombras son cercanas y fieles, normal que se les coja cariño. Mucha suerte para ti también, un abrazo.