102. LA LLUVIA ES LA SOMBRA DE TU CUERPO
Ocurrió un jueves y llovía. Tal vez, en otras circunstancias, serían datos intrascendentes pero yo no puedo olvidarlos. Ni dejar de parecer un loco cuando bajo un sol radiante, en jueves, ando el camino que sería capaz de recorrer con los ojos vendados, portando el paraguas abierto.
Alguien te pintó sobre la esquina, desapareciendo, empequeñeciéndote, como si el horizonte del infinito de tu piel cupiese en esa tinta oscura y en ese gesto de última mirada, de cabeza atrás, que yo ahora reproduzco, cada jueves. Llueva o no, bajo la lluvia.
Alguien te pintó sobre la esquina, como una sombra perdida entre los surcos del tiempo que como cicatrices conforman la orografía de la pared vasta. Alguna vez fui yo ese alguien, embadurnando sus dedos en pintura, arrodillado y cabizbajo. Una sombra dando sombra a tu cuerpo de agua, torrencial recuerdo que me anega.
Miro atrás, sin detenerme, bajo el aguacero melancólico de los años. Llueva o no, bajo la lluvia.
En este relato hay un personaje y algo inmaterial pero muy presente: El recuerdo de alguien que fue importante en la vida del protagonista, pero desapareció para siempre, aunque no la huella que dejó en él en forma de recuerdo, asociado a un lugar, a una climatología concreta y a un día de la semana. Lo que fue, nunca será y no se marcha del todo solo puede hacer daño, pero a veces, no se puede evitar. Como demuestra tu personaje en su monólogo, eso de borrón y cuenta nueva no siempre funciona.
Un abrazo, Ignacio. Suerte