103. «Un lugar de encuentro»
Tengo un amigo, vivimos en espacios diferentes pero hay un plano al que, si consigo concentrarme lo suficiente, puedo acceder. Es como una ventana a su realidad.
Tengo una amiga, parece la pintura en un muro de una niña que camina hacia atrás con la cabeza del revés y yo sólo soy capaz de verla caminando hacia delante con la cabeza mirando hacia atrás.
No sabía cómo comunicarme con él para decirle que yo existía, no era una sombra moviéndose sin dueño y que hay muchas existencias dentro del universo que somos capaces de percibir.
Pensé que estaba loco, menos mal que se me ocurrió una idea, parecía que el único lugar de encuentro posible era la intersección, la dimensión plana a la que ella podía llegar como sombra. Empecé a pintar y a hacer esquemas en todas las paredes donde la veía. Fuimos creando un lenguaje propio.
Dibujo mares, dibuja ríos bajando montañas.
Dibujo soles, dibuja estrellas.
Dibujo sonrisas, dibuja caricias.
Dibuja un dragón yo una princesa.
Dibujo papel y ella colores.
Ambos mundos no deben de ser tan distintos después de todo.
Nuestros mundos son muy parecidos.
Yo me llamo Ariel.
Yo soy Leira
Hacía tiempo que no leía nada tan sumamente señero y emocionante. De hecho creo que es el que más me gusta de la lid que nos ocupa con la foto siniestra. Para empezar fluye sin estridencias y de manera natural, el toma y daca de la sincronía del dialogo correspondido. Eso sí: Va envuelto en ternura.De otro lado, es un acierto escoger el nombre shakespeariano de «Ariel» pues rubrica un nombre clásico de la fantasía de todos los tiempos. Ella, el espíritu femenino, es un anagrama ideal de Ariel, pero va mucho más allá, da idea de que unidos están, casi como si se tratara de un doppelgänger o un fetch. Y nada más hermoso que la moraleja: Estoy de acuerdo con vos, apreciadísima I s a b e l, con contumacia se podría acceder a nexos de pensiles que están en esta realidad palpable, pero cuyas conexiones nos harían felices. De todos los binomios que ofreces como un delicado presente, me quedo con….»Dibuja un dragón
Yo una princesa»
La verdad, es que me siento tan identificado contigo como los planteamientos de tu cuento. No descartaría escribir contigo algún libro extenso de microcuentos a cuatro manos en un futuro a medio plazo. Eres la galvanización de los pocos pelos que me quedan en mi braquicefálico cráneo, eres en definitiva, señera, verdadera, como tu microcuento.
Ha sido Un Verdadero Honor volver a encontrar acceso a tu mundo.
¡Qué Maravilla, A m i g a!
Seguidor Tuyo Antes que Nada. ¡¡¡¡¡¡¡ Y a Ultranza !!!!!!!
Gracias Juan!
Ariel es un nombre muy bonito, que identifica igual a un hombre y a una mujer, incluso su reflejo es bonito. Las sombras son enigmáticas, sólo pueden existir asociadas a la luz, algo parecido a un reflejo –o a lo contrario-
Creo que esa identificación de la que hablas (que también siento yo) es algo parecido a lo que experimentan los personajes de mi relato, nuestros mundos, que mostramos en los relatos, no son tan diferentes: tú dibujas un dragón y yo una princesa.
(sonrisa) Una propuesta interesante, que ahí queda y…, si ha de ser… será. (Seguro que se te ocurriría el título perfecto para ese lugar de encuentro)
Me gustan mucho más mis relatos después de leer tus comentarios, pero mucho mucho más.
¡Qué hermosa comunicación! Me ha conmovido la forma en la que has narrado esa modo de traspasar el umbral que separa a dos seres en mundos paralelos, creo que ellos, incluso en contadas ocasiones sé que ha habido comunicación, cómo desearía encontrar ese modo de hacerlo cotidiano.
Precioso relato, lo he disfrutado y lo he releído un par de veces para degustarlo. Mucha suerte con él López Soriano. Saludos admirados.
Muchas gracias Maribel!!
Tienes mucha razón, viven en mundos paralelos que al principio sólo intuyen pero que gracias al deseo de conocerse son capaces de encontrar ese punto de encuentro que facilita la comunicación y el conocimiento.
Muchas gracias de nuevo por tu bonito comentario.
Besos,
Isabel (no tenía bien definido mi perfil)