115. Lluvia, oscuridad y adoquines (Mª Asunción Buendía)
La lluvia había dejado la calle limpia y el agua reflejaba el insolente color rojo de los geranios en los balcones. Todo era fresco y nuevo, quizá había pasado el tiempo suficiente para curar heridas. Quizá su corazón, florecido como las macetas de sus vecinas, había dejado hueco para algo más que tristes recuerdos. Llegó a la temida esquina, vio su sombra jugueteando como jugaba ella aquél día. Esta vez la silueta oscura se detuvo y aunque su cabeza seguía vuelta hacia ella sus piernas iniciaron una marcha lenta. Comprendió que sería la última vez que la viera, como también sería la última vez que rememorara la imagen de él huyendo amparado por su paraguas hasta desaparecer en la soledad de la calle vacía.
Adiós infancia perdida, dolor, miedo, recuerdo de inocencia robada entre lluvia, oscuridad y adoquines.
Descubrió un pequeño charco que supo hecho de lágrimas. Se agachó, mojó sus dedos y a modo de despedida acarició con ellos la mejilla pétrea de su pasado.
Cuánto dolor encierra tu relato Asunción. Un final muy bonito. Suerte.
Besicos muchos.
Me alegro de que te guste, un beso muy grande Nani
Una imagen en la pared que es la del recuerdo de algo que fue y ya no volverá. una despedida solitaria, aunque sea en plena vía pública.
Un relato sobre el dolor de que termina y no hay lluvia que lo diluya.
Un abrazo, Asunción
Gracias como siempre por tus atentas lecturas y por analizar cada texto. Es un empujón para mí.
Un abrazo
Qué poético final ante tanto dolor. Hermoso relato Asunción.
Suerte y saludos.
Gracias Maribel, qué alegría enorme me da tu comentario. Un beso grande
Ostras, Asun Me has puesto la carne de gallina por todo lo que «no» cuentas!!!
MUY BUENO.
Duro y poético.
Me encanta cómo está narrado.
Un abrazooo grande.
Gracias Amparo, siempre tan vital en tus comentarios. Me das mucho ánimo para seguir adelante. Besos grandes