98. Era ella (Pepe Sanchis)
Esperaba con ansia el mes de julio. En el acuerdo de separación con mi mujer era el mes que podía disfrutar de nuestra casa en la playa. Mejor dicho, en la cala. Porque aquella costa no era de playas de arena, sino de rocas y cantos redondos, escondidos tras frondosas pinadas. Me gustaba ir a primera hora de la mañana. A las siete ya estaba en mi rincón favorito. Y allí coincidía con ella. Todos los días. Como si me esperase. Desnuda de cintura para arriba, sentada, jugando con las pequeñas olas que llegaban a la orilla. A prudente distancia, sin molestarla, yo la miraba, la admiraba. Tanta belleza…
Y una tarde, en un pueblo vecino con nombre femenino de mascota y apellido del río que lo atraviesa, la volví a ver. Asomada a un balcón que lucía una tela participante en un concurso de arte textil. Miraba al infinito, pensando quizá que a la mañana siguiente nos encontraríamos en el mismo lugar de nuestro pequeño paraíso.
Pepe, bien hilvanadas las imagenes de esta historia tan romántica. Suerte y saludos
Gracias por tu comentario. Un saludo.
El azar puede parecer algo caótico, pero cuando una serie de encuentros se repiten es que algo sucede, una magia que los propicia. Las oportunidades siempre están ahí, otra cosa es que sepamos verlas. Tu protagonista sí ha sabido, aunque, de momento, mantiene una distancia prudente, pues no quiere que ese regalo que tanto valora se disipe.
Un relato elegante y de agradable lectura.
Un abrazo, Pepe
Hola, Angel. Me alegra coincidir contigo por estas páginas y agradecerte tus comentarios. Abrazos.
Un sueño donde fantasía y romanticismo se unen a la perfección.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias. Soñar es fácil en ese lugar, si lo conocieras…
Pepe, una hermosa historia de amor con aroma de mar.
Besos apretados.
Gracias Pilar. Me alegro de que te guste. Abrazos.