87. No da el perfil (La Marca Amarilla)
Mi madre puso aquella expresión lastimera, aquella mueca de candor irresistible, como siempre que hacía algo mal, esperando que no la regañara, que no me enfadara con ella, la noche en que terminó otra vez con la vida de sus nietos y sus bisnietos.
Unas semanas antes mamá vio la foto de Herminia en la pantalla de mi móvil y me preguntó por esa jovencita. Le conté que apenas habíamos hablado, pero que creía que podría llegar a ser tan buena madre de mis hijos como lo era ella. Mamá me pidió que la invitara a cenar porque se notaba en mis despistes y balbuceos que estaba enamorado.
Herminia acabó en el jardín, cerca del limonero, junto a las otras, a dos metros bajo tierra. Cuando mamá terminó de enterrarla, me miró con aquella expresión lastimera, aquella mueca de candor irresistible esperando el perdón, pero a mí lo que me fastidiaba es que yo ni siquiera había besado a Herminia.
Puede que, en el fondo de esa mente enferma, haya un amor tan profundo por su hijo que todo lo que venga de fuera siempre le parecerá mal. Un amor que contrasta con un resentimiento sin contemplaciones con todo lo que entra en casa. Igual lo que no quiere son nietos, para estar libre de irse a Benidorm en invierno o a un baile de personas maduras. Nosotros no lo sabemos, aunque esa cabeza parece tener las cosas claras. De tal palo tal astilla, aunque el hijo, al menos, saber distinguir entre el bien y el mal. Esta mujer como seleccionadora de talentos o jefa de personal hubiera sido única.
Un abrazo, Marca ¡campeón!
Suerte
Ángel, campeón!! Gracias por tu comentario!!
Cierto es que la madre quiere al hijo… Pero lo quiere mal… jajaja
Abrazo fuerte!!
😉