47 – LA LEY DE SÁBANA ( M. BELÉN MATEOS)
Mi madre era severa, como esas madres que se sonrojan a gritos tras una travesura.
No había día en el que su mano no me señalara castigando mi comportamiento, pero me encantaba cuando lo hacía mientras tendía la ropa con ese aroma a lavanda. Las ordenaba por colores igual que las pinzas; las sábanas blancas con blancas pinzas igual de radiantes, los calzoncillos de papá con esas amargas pinzas rojas, mis braguitas con las del color rosa nube, las suyas con aquellas verde esperanza…Y así el resto de las prendas que el viento se empañaba en hacer volar.
Los días de calma dejaba alguna sin sujetar y la contemplaba durante horas, como si quisiera que se fuera muy lejos para no volver, como si le diera alas para que emprendiera su destino hacia ningún lugar.
Yo la miraba escondida entre las ramas de la higuera y rezaba al cielo para que él no volviera nunca más a ensuciar la colada, esa que ella, al despertar, extendía sobre las inseguras y encallecidas cuerdas de nuestras vidas.
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Una madre ha venido siempre siendo el eje de la mayoría de los hogares, todo giraba en torno a ella, que conocía mejor que nadie a los miembros de su familia, como lo demuestra la clasificación con pinzas de colores según la personalidad del propietario. Esa ropa tiene dentro unos deseos de libertad, que se identifican con ganas de emprender vuelo, un afán más grande que el que les ata a esas existencias que se les quedan muy cortas, pero de las que no pueden escapar. El color rojo que acompaña al padre puede significar violencia injusta, abusiva y gratuita, el lastre que pesa sobre esa ropa, esas cuerdas y esas vidas.
Hermoso relato, en el que hasta la crudeza está reflejada con elegancia, lo que no resta dramatismo y sufrimiento contenido a los personajes femeninos.
Un abrazo grande, Belén. Suerte
Acertado siempre en tus comentarios y la intuición que tienes a la hora de enfrentarte a un texto.
Una madre es el mejor regalo de la vida, ella está pinzada en cada uno de nosotros y los colores los pinta en el lienzo de nuestra vida.
La crueldad con que a veces se vive es la sombra de la luz que ellas siempre proyectan.
Muchas gracias Ángel por tus palabras.
Un abrazo muy grande.
Me gusta mucho cómo describes y asocias imágenes que bien podrían ser reales, a esa labor de hacer y colgar la colada. Magnífico cómo calificas cada color de las pinzas. Muy visual lo del viento haciendo volar las sábanas. ¡Mucha suerte!
La realidad a veces se cuelga en una sencilla pinza de viento.
Muchas gracias Rebeca por la sensibilidad mostrada a la hora de tu lectura.
Un beso.
Esa madre tiene un arte especial en ordenadar la colada con sus pinzas de colores bien escogidas para cada prenda.
Preciosa historia y mejor contada.
Besitos
Toda madre es arte de vida y solo ellas saben como ordenar la nuestra.
Muchas gracias Blanca.
Un besito bonita.
Me he sentido como secuestrada como la protagonista a leerte, y con ganas de escapar o volar Muy buen relato, suerte.
Besicos muchos.
Siempre volar, escapar de lo que nos ata, sentirnos libres en esta colada que a veces es la vida.
Muchas gracias Nani.
Muchos besicos preciosa.
Las madres siempre saben ordenar el peso de las emociones, de la vida… y nada mejor que usar pinzas de colores. Una idea muy descriptiva, muy visual … Me gusta. Un beso y mucha suerte.
Siempre las madres saben colorear la oscuridad con la luz de su sonrisa.
Muchas gracias María José.
Un beso bonita.
Mª Belén, bello y duro relato a la vez, donde esa madre sabe dar color a su vida gris, de la que está deseando volar.
Mucha suerte, preciosa.
Besos apretados.
Siempre una madre sabe tender los problemas y pintar la vida de los colores que arman las sonrisas..
Muchas gracias Pilar.
Un besito bonita.
Tu propuesta resulta tan bella en su forma como amarga en su contenido. Pero es que la realidad es así: algo muy hermoso que, no obstante, a menudo se ve afeado por gente miserable. Me encanta la manera en la que has contado esa cruda historia sin apenas mencionarla.
Un abrazo, Belén.
La vida es tan hermosa como cruel a veces. La magia de una madre puede embellecer toda oscuridad.
Muchas gracias por tus palabras Enrique.
Un abrazo grande.
Realmente es un placer leer lo que escribes. En cuánto a la Ley de Sábana,refleja claramente pero a la vez sutil lo que se podría haber vivido en la infancia. Respiraba lo que sentia con el aroma de lavanda en ese sitio que brindaba apacibilidad y paz momentánea.
Luego visible la perfecta armonía del blanco (paz), seguido del rojo que es la alteración de esa armonía convirtiéndose en momentos complicados subidos de adrenalina. Por tu parte esa marcada inocencia propia de la edad. El verde de la madre era su refugio de calma, esperanza de cambio acompañada de tristeza. Las ganas de huir, desaparecer de una situación. El regreso a lo mismo, el dolor y un deseo de no más.
Gracias, excelente