91. Madrastra (Esther Cuesta)
Las enormes sábanas de la cama grande, antaño tan amada, ondean de nuevo al sol cual velas de bajel pirata. Se le antoja navegar en él y alejarse con el viento, pero se siente preso, atado al palo mayor en espera del castigo y observa el balanceo de los trapos como piratas que se mofan a su costa. El niño las recorre con la mirada, desdibujada por los finos ríos que emanan de sus ojos, con la certeza de lo predecible; su último acto de rebeldía antes de que lo pasen por el tablón. Restriega sus manos con fuerza por el suelo embarrado y las pasea por las telas inmaculadas dejando las huellas de su paso.
La mujer avanza con paso firme, retorciéndose las manos en un gesto contenido. “Ahí viene”, se dice el niño, “bruja obsesionada con la blancura”. La mujer lo arrastra detrás de las telas y él sabe que esta vez cumplirá su amenaza: lo mandará al internado y lo alejará de su hechizado padre.
Aguanta la bronca con la cabeza alta; prefiere a los tiburones.
Esther, el chico le echa un pulso a pesar del riesgo. Lo cuentas estupendamente. Suerte y saludos
Sabe plantar cara el chico y sabe muy bien con quién va el reto!! Buena apuesta. Suerte.
Besicos muchos.
Me ha encantado volver a leerte, Esther. Y un buen relato, como siempre. Un beso y suerte.
Gracias a todas por vuestros comentarios. Es un placer volver a escribir y tener compañeras que me animan es muy motivador.
Un besazo
Esther
Felicidades, Esther por esta merecida mención. ! Qué buen regreso!