14. DUDAS Y CÁLCULOS (Belén Sáenz)
Doce minutos de desamparo gestual en el andén. Un café furtivo de la cantina entre súplicas y fotografías arrugadas. Seiscientos kilómetros a ambos lados de la barrera lingüística. Al fin se han dormido abrazados como unos novios, exhibiendo un perfil que quizá disfraza su crueldad, el horror. El traqueteo es tentador, pero mantengo la palma sudorosa en contacto con el metal de la culata. Miro su cara, sin nombre ni nacionalidad para mí. Me recuerda a un profesor que nos arrebataron a mitad de lección, entre Machado y Lorca. La mujer reposa su mano confiada sobre él, como hacía mamá en la rodilla de padre. Seguro que también hace bizcochos deliciosos. Los campos agostados han mutado en bosques entristecidos por la guerra y temo el momento en que habré de entregarlos en la frontera, sin preguntas, a hombres con abrigo de cuero y metralleta cruzada. Pero algo habrán hecho. Tienen que haber hecho algo terrible y la recompensa me sustentará hasta el año nuevo. Un estreno que ellos no verán, aunque quizá no sea demasiado tarde. Si permaneciesen así, sin mostrarme esos ojos suyos de hielo gris, me bajaría en el siguiente apeadero conformándome con el reloj y los pendientes.
Tu protagonista es un auténtico mercenario, alguien que hace un trabajo de escolta de una pareja, a los que sabe que les espera un negro final. La necesidad obliga y lo que van a darle por ello es el motor que a él le impulsa, lo que no quita para que se haga preguntas acerca del sentido y la ética de lo que está haciendo. Dentro de lo malo, seguro que sería mejor para todos que se quedara con sus pertenencias, para ir subsistiendo, como busca, y les dejase vivir.
Muy interesante y muy bien contado, Belén
Un abrazo y suerte
Ángel, gracias por tu visita y tu certero análisis. Es un lujo poder tener la visión del lector como tú nos ofreces siempre. Mucha suerte para ti también y abrazos.
Una vuelta de tuerca de las buenas. Felicidades, guapa!
Gracias por tu visita y me alegro de que te haya gustado. Nos cruzamos constantemente con gente que parece angelical, pero nunca se sabe si esconden (o no) algún rincón oscuro. Un beso.