10. Instrucciones de uso (Carmen Cano)
Cuando me regalaste el flamante vehículo, me pareció tan fácil de manejar…
-Pisa fuerte, nena.
El acelerador del deseo nos llevaba hacia horizontes desconocidos.
-Más fuerte, nena.
Su azul metalizado brillaba en atardeceres de palmeras recortadas sobre cielos de fuego. Competía con el destello de las estrellas.
-Pisa más fuerte, nena.
Nos sorprendía el alba exhaustos, más allá del placer y del vértigo.
No advertí en qué consistía el mecanismo. Nunca fui dada a leer la letra pequeña. Había que darle cuerda, cada vez con mayor frecuencia.
-Pisa fuerte, nena.
Me esforzaba en hacer girar aquella llave para emprender cada nueva aventura.
-Vamos, nena, con más empuje.
Casi sin aliento, lo puse de nuevo en marcha y os abandoné al borde del vacío.
Desde entonces camino sola y leo con atención los manuales de instrucciones.
Excelente Carmen! el final!! Qué final!..un final precipitado así me gustan en los cuentos.
Muchas gracias, Prudencio. Se dice que el desenlace es lo más complicado de acertar en un microrrelato; así que me alegra tu opinión.
Y ya, haciendo un poco de ironía, precipitado sí lo es, en todos los sentidos.
Saludos.
Hay relaciones que tienen un comienzo deslumbrante y prometedor, en el que una aventura llena de intensidad parece garantizada. Quizá sea así al principio, pero a veces ese ímpetu inicial se va difuminando hasta llegar al hastío, en el que no solo resulta imposible mantener esa ilusión y pasión iniciales, sino que el esfuerzo por alimentarlas se vuelve una pesada carga.
Nos lanzamos a afrontar los retos que se nos ponen delante sin leer las instrucciones ni la letra pequeña, en un juego de prueba y error que a veces sale bien, pero no siempre. De esa forma, como tu protagonista, aprendemos. Ella se ha dado cuenta de que está mejor sola que mal acompañada y que, antes de aventurarse, lo prudente es sopesar pros y contras, empaparse de unas insrucciones previas, para limitar al máximo los riesgos de estrellarse.
Narración y diálogo en buena armonía para crear una historia en la que se juega muy bien con la metáfora, con un título de lo más apropiado.
Un abrazo, Carmen. Suerte
La experiencia le ha servido a la protagonista para conducirse por la vida con más cautela, si bien ha echado a rodar una relación anterior. No me atrevo a interpretar lo que le ocurrió a él y al vehículo azul metalizado.
Muchas son las historias de enamoramiento, de pasión y disfrute, que acaban por cansancio o porque uno de los dos, harto de la desigualdad en la entrega, decide tirar la toalla, malográndose la etapa del amor, más serena y responsable, aunque nunca exenta de dificultades.
La soledad elegida también es una buena opción, mientras se instruye en las trampas escondidas en la letra pequeña.
Tus comentarios son siempre rigurosos, acertados y muy generosos, Ángel. En esto coincidimos cuantos tenemos la suerte de que pongas tus letras sobre cualquier texto.
Muchísimas gracias y un fuerte abrazo.
¡Buen relato Carmen! ¿Por qué siempre tendrá que dar más cuerda uno que otro…? Quizá eso de que mejor solo que mal acompañado finalmente puede ser lo mejor en este caso. Más vale tarde que nunca. Y, para la próxima, habrá que echar un vistazo al manual de instrucciones, ese que nos cuesta tanto leer. 🙂
Saludos.
Parece ser que cada persona tiene una manera de vivir el amor, o un límite para ello. Por eso no es extraño observar parejas en las que uno de los dos es el eje de la relación. En el micro la protagonista se cansa de la continua exigencia del otro y de tener que aportar un esfuerzo agotador para que todo siga sobre ruedas.
Yo, al margen de ese vacío en que los abandona, creo que será más feliz sola y entrenándose con las instrucciones de uso.
Gracias, Nuria, por tu comentario. Besos.
Hola, CARMEN. Como nota de color, te cuento que lo de «Instrucciones de uso» me remitió a las instrucciones cortazarianas de «Historias de Cronopios y de famas», pero dejando eso de lado, me gustó mucho cómo has jugado con los diversos paralelismos en el micro: conducir un automóvil, conducir una relación de pareja, conducir una relación sexual y conducirse en la vida. De leer las instrucciones de uso, la letra pequeña, depende lo bien o mal que se conduzca la protagonista y de cómo le vaya. Y está visto que finalmente no le va bien, porque en vez de leer las instrucciones (del auto, de su relación de pareja, de cómo conducirse en la vida) se deja embriagar por la velocidad y las sensaciones que el placer desmedido le provoca. Pero no todo está perdido para ella, porque aprende de la experiencia: de ahora en más, lee atentamente los manuales de instrucciones.
Me gustó mucho. Te felicito.
Cariños,
Mariángeles
Muy bonita tu asociación de ideas cortazarianas, sus Instrucciones para llorar o las Instrucciones para subir una escalera son pequeñas -por su extensión- obras maestras. Muy lejos camino de tu gran paisano, por mucho que lo admire. Escribir en páginas como esta ya es una forma de felicidad.
El refrán ya lo dice: Mejor solo que mal acompañado. La protagonista ha dejado de conducirse en el amor y en la vida sin medir las propias fuerzas y sin soportar el peso del otro.
Muchas gracias por tu lectura y comentario, Mariángeles. Besos.
Me ha parecido muy buena esa manera de contar una relación de pareja que empieza a tope pero que la vida va desinflando, porque la vida no tiene instrucciones de uso, o no leemos la letra pequeña. Me ha despistado ese «os abandoné» plural. Se refiere solo a su pareja y es un modismo argentino?
Muchas gracias, Paloma. Tu interpretación de la historia amorosa es lúcida. Carecemos de instrucciones para vivir, en el amor y en muchos otros ámbitos.
El uso del plural en «os abandoné» se refiere a su pareja y al vehículo. Siento la ambigüedad. Y también el tono negro, porque lo único que desea es vivir tranquila, no una venganza.
Besos.
Siento haberlo interpretado mal, me lié con la mención a Julio Cortazar que leí en un comentario y pensé en el «voseo». Cómo funciona la mente, je,je.
Sin duda, eres una lectora de las que se sumerge hasta el fondo. Me ha gustado mucho tu asociación de ideas.
Carmen, tu historia fluye con cadencia armoniosa hasta jugar con ese final tan esperanzador. Suerte y saludos
Cadencia a ritmo veloz, hasta que la protagonista reacciona.
Muchas gracias, Calamanda. Besos.
La vida te hace esas cosas, pero me temo que el libro de instrucciones solo se puede encontrar en el interior de uno mismo. Uno se ilusiona y se vacía sin necesidad de externos…la vida, que juega a darnos cuerda y cuando estamos en lo mejor, se acaba…o ¿será eso tan de moda de la caducidad programada?
Besos y sonrisas.
La vida es un ensayo constante para un estreno que nunca acaba de llegar. No hay instrucciones, cada cual se las ha de componer con sus circunstancias. Quizá la letra pequeña se encuentre en nuestro interior y muchos no seamos capaces de descubrirla. Siempre ha habido genios y también personas atolondradas y confiadas como la protagonista del relato. También se dice, en estos tiempos de consumo desmedido, que hasta el amor nos sorprende con su obsolescencia programada.
Muchas gracias por tu comentario, Mercedes. Besos.
Es muy difícil encontrar una relación en la que ámbos se entreguen por igual, pero lo hay algunas en las que existen grandes desequilibrios. Eso es muy duro para el que da más.
Muy original la metáfora que has utilizado para contar la historia. Me ha gustado mucho. El título es muy apropiado.
Te deseo mucha suerte.
Besos muy apretados, amiga.
Carmen, muy buen relato, me ha gustado mucho esa forma que nos has contado la relación que mantenían los protagonistas. Como ocurre muchas veces unos exigiendo mucho y otro dándolo todo. Y como también ocurre en muchas ocasiones nos lanzamos en la vida sin leer ese «manual de instrucciones». Por suerte, tu protagonista ha sabido darse cuenta a tiempo, y como dicen más vale sola que mal acompañada.
Mucha suerte.
Besos.